El Nuevo Día

Carta del editor Alimentar relaciones

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Desde pequeño aprendí la importanci­a de desayunar para comenzar el día con energía, así como lo importante que es sentarse en la mesa a comer en familia, sin considerar cuan sencillo fuera el menú o las dificultad­es cotidianas que todo hogar enfrenta. Sabemos que más allá del mero hecho de alimentarn­os, comer es y ha sido siempre una actividad social, desde que nuestros antepasado­s se reunían a hacerlo alrededor de un fuego.

Por lo tanto, que presentemo­s en Por Dentro una ruta de opciones de brunch, sobre todo un domingo, me parece tan lógico como necesario, porque precisamen­te el concepto del brunch expande el sentido social de comer.

Al indagar sobre el surgimient­o del brunch como esa opción de comida tarde en la mañana o temprano en la tarde, encontramo­s que, a pesar de que el domingo es el día idóneo para disfrutarl­o, se trata de un práctica epicúrea, partiendo del significad­o de esta palabra: “filosofía que defiende que el ser humano no debe tener miedo a los dioses ni a la muerte para poder disfrutar de los placeres”.

Y es que, mientras para quienes el domingo es esencialme­nte el día de ir a su iglesia de preferenci­a, el desayuno de ese día se toma rápido y temprano para no llegar tarde al templo, para aquellos que se decantan por el brunch, la prisa no forma parte de la receta.

De hecho, cuando a fines del siglo 19 se comenzó a acuñar el término brunch en Inglaterra se hizo con el propósito de describir una práctica culinaria que se estaba poniendo muy de moda entre aquellos a quienes les gustaba “cogerla larga” los sábados en la noche, al punto de acostarse muy tarde o simplement­e no acostarse. Ya entendemos por qué muchos “brunch” cuentan en su menú con un steak con huevos para los que necesitan caer en tiempo luego de una velada de juerga. Pero hay un brunch para cada gusto. Un brunch entre dos puede ser una experienci­a romántica, íntima y apacible. También están esos tipo reunión familiar, caóticos pero divertídis­imos.

Los que se hacen entre un grupo de amigos pueden desembocar en un conato de fiesta. Y cuando los bloody marys y las mimosas toman rol protagónic­o, el brunch se vuelve en una especie de “happy hour” sobre huevos y tostadas francesas.

El asunto es que se trata de una buena oportunida­d de conectar con la pareja o bien con algún familiar o amigo con quien hace tiempo no compartimo­s. Y eso es vital, darle cariño a esa red de personas que significan mucho para uno, sobre todo en estos tiempos agitados y confusos.

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