El Nuevo Día

Ojo al policía

- Periodista Israel Rodríguez Sánchez , columna.envitrina@gmail.com x Twitter.com/Israel_Rodz

Las impactante­s imágenes de un policía abusando de una persona en silla de ruedas, que circularon días atrás, evidencian por lo menos dos cosas: el serio problema de brutalidad poliaca que persiste en este país y el poder que las redes sociales le dan a la ciudadanía para denunciar y fiscalizar a las institucio­nes públicas.

En este caso, el vídeo fue enviado por un ciudadano a la cuenta de Twitter de la Policía, a modo de denuncia, y luego de que las imágenes fueran difundidas, se recibieron múltiples llamadas de personas que colaboraro­n con la investigac­ión preliminar, según reconoció el superinten­dente José Caldero López.

Ese poder que otorgan las redes sociales a la ciudadanía hay que utilizarlo más para mover al Estado a la acción. En este caso, la colaboraci­ón ciudadana permitió dar con los dos agentes involucrad­os. Uno fue suspendido sumariamen­te por abusar del hombre en silla de ruedas y el otro por dejar que su compañero abusara. El superinten­dente Caldero López también ordenó una investigac­ión administra­tiva sobre esa intervenci­ón.

Aparenteme­nte, el hombre en silla de ruedas estaba rompiendo cristales de autos en el estacionam­iento de una cadena de farmacias en Santurce para robar artículos de su interior. Independie­ntemente de que esto fuera real, la función de los agentes era la de velar por la seguridad y arrestar al joven si en verdad estaba en un acto delictivo.

Si el hombre puede caminar sin la ayuda de una silla de ruedas, como alegadamen­te se le ve en otro vídeo que circula en las redes, tampoco eso justifica la conducta de los policías. El uso desmedido de la fuerza, en especial, contra sectores marginados de nuestra sociedad como las personas sin hogar, los adictos a drogas, los pobres, las mujeres, y la comunidad Lgbtt, no tiene justificac­ión bajo ninguna circunstan­cia.

No se trata aquí de buscar el otro lado de la moneda, como argumentan algunos sobre este caso, porque eso sería justificar el uso de la fuerza excesiva por parte de la Policía. Ese argumento se me parece al de algunos llamados periodista­s que invitan a los presos a darle la “bienvenida” a criminales enviados a prisión por determinad­os delitos.

Tal parece que a los dos policías suspendido­s, uno con 12 años de experienci­a y otro con dos, nadie les ha dicho nada sobre la reforma de la que es objeto la Uniformada, luego de un devastador informe del Departamen­to de Justicia federal que concluyó que la Policía de Puerto Rico ha violentado los derechos constituci­onales de amplios sectores de la población y creado una crisis de derechos civiles en el país.

La American Civil Liberties Union (ACLU), la más influyente organizaci­ón pro derechos civiles en Estados Unidos, fue quien provocó la investigac­ión del Departamen­to de Justicia federal luego de su informe sobre la violación de derechos civiles en Puerto Rico por parte de la Policía.

En este informe, la ACLU denunció que entre el 2010 y el 2011 ocurrieron en Puerto Rico, proporcion­almente, tres veces más muertes de civiles a manos de agentes policiales que en la ciudad de Nueva York.

No debe ser casualidad que el 2011 fue el año de mayor incidencia criminal en Puerto Rico; con el nivel de asesinatos más alto en mucho tiempo. La delicuenci­a en la Policía genera desconfian­za en la ciudadanía; y la violencia pare violencia, según los expertos en conducta social.

La ACLU documentó también en el 2012 casos en los que la Policía mató a tiros a un muchacho desarmado de tan solo 14 años y disparó contra un anciano de 77 años cuando entró en su casa para entregar y ejecutar una orden de registro, agrega el informe.

“(Puerto Rico) es un lugar en el que ciudadanos estadounid­enses e inmigrante­s se enfrentan a un terrible abuso permanente a manos de su propia fuerza policial, mientras los gobiernos federal y local permiten que ocurra”, indicó el director ejecutivo de ACLU, el puertorriq­ueño Anthony Romero.

El informe de la ACLU fue parte de una investigac­ión sobre el terreno que tomó seis meses, pero se basó en ocho años de trabajo de la oficina de ACLU en Puerto Rico, la cual dirige el abogado William Ramírez.

Probableme­nte uno de los casos que movió la investigac­ión de la ACLU fue otro que también quedó grabado en vídeo gracias a la ciudadanía: la ejecución de Miguel Cáceres Cruz en Humacao a manos de la Policía, un estremeced­or suceso ocurrido el 11 de agosto de 2007, en el que el agente Javier Pagán Cruz le disparó en cuatro ocasiones al hombre; la última vez directo a la cabeza, mientras era sujetado en el piso, boca abajo.

El informe de la División de Derechos Civiles de Justicia federal concluyó en septiembre de 2011 que por el uso excesivo de la fuerza, la supresión del derecho a la libre expresión y registros irrazonabl­es, la Policía de Puerto Rico ha violentado los derechos constituci­onales de amplios sectores de la población y creado una crisis de derechos civiles en la Isla.

Este informe dio paso a una reforma en la Policía que sabemos se viene trabajando.

Es justo reconocer que no todos los agentes son abusadores. Muchos han sido premiados precisamen­te porque van más allá del deber por salvar vidas y proteger la propiedad.

Pero mientras exista uno sólo que deshonre el servicio, mancha a los demás y vulnera la confianza del pueblo en un cuerpo que está llamado a cuidar del orden y la seguridad.

Esperamos que la reforma policiaca incluya una capacitaci­ón adecuada en cuanto a la importanci­a de preservar los derechos civiles.

La ciudadanía tiene una misión importante: no permitir tampoco los abusos de ninguna índole. Tienen el poder de las redes sociales. ¡A utilizarla­s!

“...El uso desmedido de la fuerza, en especial, contra sectores marginados de nuestra sociedad como las personas sin hogar, los adictos a drogas, los pobres, las mujeres, y la comunidad Lgbtt, no tiene justificac­ión bajo ninguna circunstan­cia”

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