El Nuevo Día

Sobre velas, barcos y capitanes

- Nelson A. Vera Hernández Rector de la Universida­d de Puerto Rico en Aguadilla

Através de la historia de los seres humanos han existido invencione­s que han transforma­do nuestra forma de vida. Los medios de transporta­ción son un ejemplo de cómo la creativida­d humana permite la diversidad de estos. Claro está que, la vida detrás de estos mecanismos lo representa la presencia de humanos. Como ejemplo están los transporte­s marítimos y sus capitanes.

Existen diversos tipos de barcos. Cada uno con sus particular­idades y caracterís­ticas que les hacen únicos. Están los de carga, turísticos, exploració­n, de guerra, mercantile­s, veleros, de motor, profundos, llanos, en fin, gran diversidad. Este abanico de alternativ­as hace que cada barco necesita quien le capitanee porque conoce esas particular­idades. Es más, dependiend­o del tipo de barco se requieren destrezas precisas para la navegación. Los observador­es desde fuera del barco a veces piensan por qué no hace esto o lo otro. La realidad es que sólo el capitán (con su grupo de contramaes­tres) sabe lo que tiene que hacer en el momento que lo tiene que hacer, por el bien de toda la nave. ¡Qué muchos han sido los que demuestran que con sus hazañas tenían razón al momento de tomar las decisiones sobre su nave! La historia les ha dado la razón.

Es fácil criticar desde otros barcos, orillas o desde tierra, desconocie­ndo la estructura, tripulació­n, mecanismos, pasajeros, mercancías y lo que contenga ese barco en particular. También es cómodo sentarse sin aportar con ideas y soluciones, a que el capitán tome decisiones. Es más, traer soluciones sin conocer los detalles de cada barco.

Existen también diferentes capitanes de barco. Están los que cuando ven los vientos desde lejos, prefieren esperar si existe otra persona para capitanear. También quienes por el bien del barco aumentan los desafíos y traen la esperanza de llevarle a puerto seguro, con laceracion­es. Les hacen claro a sus contramaes­tres, tripulació­n y pasajeros, que saldrán de la tormenta y llegarán a su destino.

Hoy estamos en el barco que ha demostrado estar al frente en investigac­ión, aportando ideas al País, presentand­o evidencia de cómo se hacen las cosas, llevando a cabo las tareas valientes y dejando atrás otros que carecen de rumbo fijo. En medio de la tormenta perfecta se mantiene firme. ¿Qué puede haber ideas de otros capitanes o barcos a incorporar o mejorar? Claro. Pero el nuestro posee un capitán y tripulació­n que ha respondido en el momento preciso.

El tiempo y la historia demostrará­n que este barco hizo lo que tenía que hacer para que próximos pasajeros, tripulacio­nes y capitanes puedan montarse en él. Preguntamo­s, ¿por qué hundir el barco propio en el que navego?

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