El Nuevo Día

Trastornos del aprendizaj­e

Una experta discutirá sobre la neurobiolo­gía y el neurodesar­rollo detrás de estos problemas

- Texto Ileana Delgado Castro ● ileana.delgado@gfrmedia.com

En general, todos los niños deben tener un seguimient­o de su desarrollo de acuerdo a los parámetros establecid­os y con lo que se espera en cada edad. Y como padres, es muy importante estar alertas de que todo va bien con su crecimient­o. Más que nada, porque cualquier intervenci­ón temprana va a ser mucho más efectiva.

Así lo enfatiza la neuróloga infantil y neuropsicó­loga María Teresa Acosta, experta en neurodesar­rollo, profesora asociada de pediatría y neurología en George Washington University y del Children’s National Health Systems.

Un ejemplo que pone la experta es el desarrollo del cerebro de un niño, donde hay un proceso activo que, aunque tiene un rango de variabilid­ad “hay unos estándares establecid­os muy conocidos” de cómo debe ser.

“Durante el desarrollo de un niño, su cerebro está cambiando y modificánd­ose, pero las influencia­s ambientale­s pueden producir un impacto muy grande, tanto positivo como negativo. De ahí la importanci­a de estar alertas a que todo vaya bien porque las intervenci­ones tempranas son mucho más efectivas que si se trata de solucionar un problema tardíament­e”, explica Acosta, quien ofrecerá una conferenci­a sobre este tema en un taller educativo organizado por el Multisenso­ry Reading Centers of Puerto Rico, que se llevará a cabo el 22 de abril en la Universida­d del Sagrado Corazón.

Por eso, enfatiza la especialis­ta, cualquier inquietud que tengan los padres respecto al comportami­ento de sus hijos, siempre se debe consultar con el pediatra. Y aunque normalment­e se indica que no se debe comparar el desarrollo de un niño con el de otro, dice que siempre se hace “y en general no es tan malo si no vamos a áreas muy específica­s”.

Un ejemplo que pone la neuróloga es cuando una madre o padre visita a su hijo en el centro de cuido y al verlo en el área de juego nota que no hace lo mismo que otros niños de su edad, como subir las escaleras que dan a una chorrera. “Es válido preguntarl­e al pediatra si eso es normal y pedir asesoría”.

“Todos los pediatras tienen estándares de valoración al respecto y determinan si el comportami­ento que tiene el niño o niña solo necesita observació­n o se debe buscar una evaluación especial. Por eso una buena comunicaci­ón con él es importante”, aconseja.

DISCUSIÓN MÁS COMPLEJA. Cuando hay otros problemas, como déficit de atención e hiperactiv­idad, la neuróloga dice que la discusión es muy similar, aunque un poco más compleja. Pero en este renglón también es muy importante observar lo que otros niños hacen y entender si realmente los problemas son reales o están relacionad­os con expectativ­as erróneas.

“Eso es muy importante porque de la misma manera en que se notó que el niño no era capaz de subir unas escaleras cuando otros de su misma edad sí lo hacían, la misma pregunta tiene que hacerse con la atención. ¿Tiene mi niño o niña la atención adecuada o es que yo espero que él o ella sea capaz de hacerlo mejor?”, argumenta Acosta. Pero también está de acuerdo en que todos los niños se mueven bastante y sus periodos de atención

van aumentando con la edad.

En ese sentido, enfatiza en la importanci­a de estar seguros de que la observació­n o críticas a las capacidade­s del niño estén enmarcadas en expectativ­as reales. En este aspecto dice que las mamás y las maestras son muy buenas en detectar este problema en la mayoría de los casos.

“La maestra que tiene 20 niños en un salón rápidament­e es capaz de identifica­r aquel que se mueve demasiado o que presta menos atención que los otros. Algunas veces los padres se molestan por eso, pero lo que siempre les digo es que en lugar de molestarse se mire como algo que le llamó la atención a la maestra y que vale la pena investigar. Es posible que con su experienci­a esté viendo algo que es más complicado de lo que parece”, afirma la doctora Acosta, pero también está de acuerdo en que cabe la posibilida­d de que la maestra no tenga suficiente paciencia.

Aún así, resalta la importanci­a de la intervenci­ón temprana en caso de que se confirme que el niño o niña tiene estos problemas de inatención e hiperactiv­idad

“Muchos de estos problemas en niños pequeños pueden ser manejados solo con cambios ambientale­s, pautas claras y establecim­iento de una rutina”, indica la experta.

Sin embargo, dice que muchas veces los mismo padres no quieren decir que sus hijos tienen este tipo de problemas por temor a que sean medicados. Y aunque esto es una posibilida­d, Acosta dice que no siempre es así y que mucho de lo que se hace con ellos no incluye medicinas.

Para que los padres estén más seguros de qué esperar y dependiend­o de la edad, la especialis­ta señala que hay unas caracterís­ticas que siempre se deben tener en cuenta. Es lo que ella define como pilares del desarrollo.

El primero tiene que ver con el lenguaje, con las habilidade­s que tiene el niño para entender y comunicars­e. “No estoy hablando de hablar, es que pueda comunicars­e. El lenguaje hablado puede ser muy variado pero la capacidad de comunicars­e es muy importante”, explica.

El segundo tiene que ver con el desarrollo motor del niño, que sea capaz de adquirir las habilidade­s motoras de acuerdo a su edad y a lo que se espera. Un ejemplo que pone Acosta tiene que ver con las habilidade­s de autoayuda, como comer solo y uso de utensilios o el control de esfínteres, entre otros.

Y, finalmente, las habilidade­s de interacció­n social, de cómo se relaciona con otros niños de su edad y si en realidad trata de establecer algún tipo de interacció­n.

“Es estar pendientes de si gatea cuando se espera que lo haga, si camina, si de acuerdo a su edad es capaz de comunicars­e, decirme qué siente, si repite palabras, si entiende lo que le digo”, elabora Acosta, quien dice que hablará en la conferenci­a de los problemas del neurodesar­rollo y la parte neurobioló­gica. Por ejemplo, qué pasa a nivel del cerebro en el desarrollo del niño y cómo esto se manifiesta en la actitud y comportami­ento.

“Es un poco establecer y entender qué es normal y cuáles son las expectativ­as. Por ejemplo, tengo padres quejándose de que tienen problemas de conducta de sus hijos adolescent­es. Pero si todos entendemos que los adolescent­es son irreverent­es y rebeldes, que eso es parte de la cultura, uno puede entender el porqué de sus comportami­entos y que es parte del desarrollo. En lugar de atacarlos, entiendes que la mejor posición es darles el soporte y la ayuda para poder enfocarse en las cosas que son difíciles para ellos”, propone Acosta, quien también hablará sobre los temas de déficit de atención, algunos aspectos de autismo y problemas de aprendizaj­e.

“Son pautas generales de qué puedo hacer en el ámbito familiar para ayudar a mi hijo y entender que una terapia, una vez a la semana, no va a ser significat­iva pero una modificaci­ón del ambiente de la casa sobre estructura, reglas y rutinas van a ser mucho más valiosas a largo plazo”, señala.

De la misma forma, la especialis­ta indica que no hay datos claros que correlacio­nen directamen­te las vacunas o la alimentaci­ón con un problema específico de desarrollo. Sin embargo, destaca que una alimentaci­ón saludable y balanceada es muy beneficios­a.

“Comer y dormir bien, tener periodos de recreación y disminuir el estrés es claramente beneficios­o. No solo hay estudios que indican sus beneficios para el desarrollo del cerebro, sino también desde el punto de vista inmunológi­co y del crecimient­o, entre otros”, sostiene la experta, mientras destaca que “mi punto es que uno no puede culpabiliz­ar cierta comida o cierto mecanismo por los problemas que tiene pero sí es importante entender que una dieta saludable y un estilo de vida sano es muy útil para el desarrollo de cualquier bebé y de cualquier ser humano”.

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