Primera junta de control
De 1512 al 1788, la monarquía española desatendió la colonia de Puerto Rico. Aquí imperaba un desastre económico y político y social, reinaba la anarquía, el contrabando, el pillaje, la corrupción, el desgobierno y la prostitución, entre otros.
A ese caos se sumaron las invasiones de los ingleses en 1598 y de los holandeses en 1625. Para agudizar la situación, la Corona le otorgó ‘”licencias de corso” a un puñado de corsarios malandrines para que interceptaran y robaran barcos de otros países que transitaban por el Caribe, a cambio de la mitad del botín. Muy poco o nada recibió la Corona.
El 5 de marzo de 1788 el rey Carlos II de España promulgó medidas reformistas para resolver nuestra situación económica y política. La más importante fue enviar al mariscal irlandés Alejandro O’ Railly con la encomienda de rendirle un informe sobre las condiciones en que se encontraba la isla.
O Railly cumplió a cabalidad su encomienda y en el informe sometido al Rey, titulado “Relación circunstanciada del actual estado de la población, frutos y proporciones para fomento que tiene la Isla de San Juan de Puerto Rico” describe los principales problemas de la Isla, entre los que señalaba, la pésima condición en que se encontraban las defensas, el comercio casi inexistente con España, el poco dinero que se recogía de las rentas reales y la dependencia del contrabando. También recopiló información sobre el estado de pobreza e ilegalidad de los isleños y recomienda una serie de reformas para mejorar las condiciones políticas y socioeconómicas para la Isla.
Luego que la Corona aprobó el informe, comenzaron las reparaciones de las defensas de San Juan que duraron 25 años. Se propició además, que se implementaran una serie de reformas económicas tales como la liberalización del comercio con España y un estímulo contundente a la agricultura para la exportación. Durante el próximo siglo nuestra isla experimentó un saneamiento progresivo en sus finanzas y en su calidad de vida.