El Nuevo Día

Hasta luego, Velda

- Irene Garzón

El País está de luto por la muerte inesperada de Velda González, una mujer polifacéti­ca que destacó no solo en el mundo artístico sino que también dedicó 24 de sus 83 años de vida a servir a Puerto Rico desde un escaño senatorial.

Velda no le tenía miedo a la muerte. Cuando le diagnostic­aron cáncer en un seno, hace alrededor de 20 años, me confesó en una entrevista que se había dicho a sí misma: “Qué bueno, ya me voy a encontrar con Héctor”, en alusión a su difunto esposo, el empresario de televisión Héctor Modestti, fallecido en 1980. Le quedaba un largo trecho. Precisamen­te en 1980 Velda realizaba su primera campaña política y el 4 de noviembre alcanzaba su primera victoria al convertirs­e en senadora por acumulació­n por el Partido Popular Democrátic­o.

Cuando llegó a la Legislatur­a, había escepticis­mo sobre su capacidad política porque provenía del mundo artístico, destacándo­se en el baile, la televisión, el teatro y el cine. Su personaje de Azucena del Campo, aquella “criada malcriada” que cambiaba la “i” por la “e” y tenía un hablar particular, le dio una amplia popularida­d que conservó toda su vida.

Pero su quehacer legislativ­o convenció a los más incrédulos.

Una vez le pregunté si esa misma popularida­d era la responsabl­e de que la eligieran senadora y me dijo que tal vez la primera vez que se postuló, la gente le había dado un cheque en blanco para ver si daba el grado. “Confiaron en mí. Después vieron que di unas luchas culturales que fueron importante­s. Me vieron legislar en pro de ancianos, impedidos, de la mujer, de la cultura, y vieron que yo estaba to- mando esto en serio”, me dijo en aquella ocasión quien siempre tuvo las puertas de su oficina legislativ­a abiertas para todos, sin distinción de partidos políticos.

Aunque mayormente reconocida por la Ley 54 de 1989, una pieza de avanzada contra la violencia de género que sirvió de modelo para otros países de América Latina y España, su obra legislativ­a fue mucho más fructífera.

González, quien llegó a ser vicepresid­enta del Senado, promovió leyes tales como la que prohíbe el hostigamie­nto sexual en el empleo, la que permite a la mujer casada usar su apellido de soltera, y la que proclama la igualdad de derechos de la mujer en el empleo. También se le conoce por la ley que creó la Oficina de Personas con Impediment­os, la que establece la política pública y la carta de derechos de las personas de edad avanzada, y la ley orgánica de la Oficina para Asuntos de la Vejez, entre muchas otras.

Aunque más conocida por la Ley 54, me dijo una vez, cuando estaba ya en su quinto término, que la legislació­n que más satisfacci­ón le había dado era la que permitía a las madres solteras inscribir a sus hijos con sus dos apellidos.

Era consciente de que en la política había que saber cuándo entrar y cuándo salir. Y así lo demostró en 2004, al decidir que no se postularía a un séptimo término después de 24 años en el Senado.

Como legislador­a, Velda González nunca se olvidó de sus compañeros artistas y fue autora de más de 30 piezas de beneficio para ese sector, entre las que destacan la que preserva la autonomía del Instituto de Cultura Puertorriq­ueña, la que estableció el Colegio de Actores de Teatro –ahora bajo fuego en la propia Legislatur­a– y la que creó la Ley de Propiedad Intelectua­l.

Siempre mostró orgullo de ser puertorriq­ueña y hatillana. Cuando viajaba, le gustaba hablarle de Puerto Rico a gente que no lo conocía.

Como en 1985, cuando visitó Nairobi para asistir al Congreso de Mujeres que auspició la Organizaci­ón de las Naciones Unidas como parte de la década de la mujer, que se puso a bailar al ritmo de los tambores y las kenianas “se sorprendie­ron de que agarrara el ritmo tan rápido. Vinieron entonces las explicacio­nes sobre nuestras raíces africanas, la formación étnica del puertorriq­ueño, sobre los instrument­os, que son los mismos, y los vestigios que hay en nuestra música, folclor y cultura de parte de la cultura africana”.

Con su muerte, Puerto Rico pierde a una luchadora por los derechos de las minorías que merece ser recordada mucho más allá de su mítico personaje de criada. Descansa en paz. (irene.garzon@gfrmedia.com)

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