El Nuevo Día

EL RETO DE SATISFACER LOS ANTOJOS

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Cada vez que Sheyla Marie Vanga Romero piensa en Puerto Rico le vienen a la mente dos cosas: su familia y la comida. Hace una década que salió de la Isla. Su esposo es parte de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y su carrera militar ha llevado a su familia a tener que radicarse en varias bases alrededor del mundo. “He vivido en New Jersey, en Alemania, Japón y nuevamente en Alemania”, narró. Su esposo está asignado a la base Ramstein y residen en Kaiserslau­tern desde diciembre pasado. Sus hijos nacieron en continente­s distintos: el mayor Joseph Manuel nació en Alemania y Alana Marie nació en Japón. Aunque ya está acostumbra­da a las constantes mudanzas, asegura que el proceso no es del todo fácil. “Lo difícil es volver a empezar, aprender un nuevo lenguaje, entender una nueva cultura, aceptar que somos los invitados y tenemos que modificar nuestro comportami­ento. Por ejemplo, en Japón hay que quitarse los zapatos en restaurant­es y en las casas. En Alemania hay que respetar el ‘ruhe tag’, que significa el tiempo de siesta. Los alemanes usan este tiempo para descansar o relajarse, y es prohibido hacer cualquier tipo de actividad ruidosa”, relató. A su hijo mayor, que ya tiene 6 años, se le está haciendo difícil acostumbra­rse a un nuevo país, relató. Además, el niño aún no entiende del todo por qué no puede estar todo el tiempo con sus primos y sus abuelos, quienes residen en Puerto Rico. Sin dudarlo, Vanga rápidament­e aseguró que lo que más extraña de la Isla es su familia: conversar con su abuela, ver a sus primitos jugar y asistir a los juegos de béisbol Doble A del equipo de su hermano. Y aunque hace lo que puede con los productos que consigue, hay platos puertorriq­ueños que simplement­e no puede replicar en el extranjero. “Me hacen falta las panas con bacalao, las mollejitas con guineo que mi tía Aida prepara, las alcapurria­s, las playas y el clima. Cada vez que visito a Puerto Rico trato de hacer todo lo que no hice en los 19 años que viví ahí. Cuando visito, abrazo mucho mas a mis abuelas Toña y Margarita, paso más tiempo con mi mamá María, me como todo lo que mi papá Noly prepara”, aseguró. No obstante, destacó que agradece que ha podido conocer personas que, al igual que ella, han tenido que hacer sus vidas lejos de sus patrias. “He aprendido que cada persona que conozco en mis aventuras en el extranjero son muy orgullosas de sus raíces, pero especialme­nte nosotros los boricuas, siempre con la bandera en el carro, el ‘bumper sticker’ que dice ‘Boricua’, o el letrero que dice ‘Bienvenido­s’ en la puerta de entrada de la casa”, relató.

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