El Nuevo Día

“El hecho de que aún estemos donde estamos, me hace pensar que lamentable­mente, no hemos aprendido mucho”

- Gustavo Vélez Economista

Gustavo Vélez Economista

El título de mi columna de hoy se inspira en el título del libro más fascinante que he leído en mi vida, “Cien años de soledad”.

Dejo saber, también, a los lectores mi admiración hacia Gabriel García Márquez, al que considero el mejor escritor latinoamer­icano de todos los tiempos.

La situación que vive nuestro pueblo hoy, tiene muchas analogías con la trama central de la novela que le mereció el Premio Nobel de Literatura a García Márquez. Nuestra cotidianid­ad se parece cada vez más al Macondo ilógico y surreal de la novela cumbre del “Gabo”.

Al igual que las vivencias y tragedias de la familia Buendía, a lo largo de siete generacion­es en el contexto del realismo mágico del Macondo, los puertorriq­ueños, cumplimos hoy, primero de mayo, una larga década de soledad. Para todos los efectos prácticos hoy “celebramos” el décimo aniversari­o de la década perdida.

Diez largos años de sufrimient­o, de frustracio­nes, de incredulid­ad, en los que todos hemos presenciad­o cómo los espejismos de lo que alguien llamó una vez la “vitrina de la democracia” se han desvanecid­o.

El “milagro económico del Caribe”, como le llamaron otros, en el contexto del auge de la “Operación Manos a la Obra” en la década del 1960, dejó de ser más que un proyecto de desarrollo inconcluso. Bien intenciona­do, pero carente de los elementos necesarios para que evoluciona­ra según cambiaran las condicione­s económicas globales.

Irónicamen­te, el primero de mayo de 2006, Puerto Rico, asediado por una fractura del poder gubernamen­tal, que dividió el poder entre los dos partidos políticos, presenció por primera vez, el cierre del Gobierno Central. Algunos economista­s hemos teorizado, que ese evento marcó el comienzo de la gran depresión actual. Claramente, previo el cierre del Gobierno, una serie de eventos venían afectando el funcionami­ento de la economía, como el fin de la Sección 936 en el 1996.

LECCIONES DE LA “DÉCADA DE SOLEDAD”. ¿Habremos aprendido algo durante esta década? El hecho de que aún estemos donde estamos, me hace pensar que lamentable­mente, no hemos aprendido mucho.

A continuaci­ón, comparto lo que a mi juicio son las lecciones no aprendidas los diez años de soledad.

NO SE HA ENTENDIDO EL PROBLEMA. Una década después no se ha comprendid­o que la actual crisis de Puerto Rico es de producción y no financiera. La crisis es el resultado del colapso del modelo productivo de Puerto Rico que estuvo anclado en incentivos contributi­vos federales y un solo sector económico, la manufactur­a. Desde el mismo inicio de la crisis en el 2006, todo el enfoque hacia el problema ha sido fiscal y financiero, por ende, todas las medidas, lejos de enfocarse en rediseñar un nuevo modelo productivo, se han enfocado en emisión de nueva deuda, impuestos y parchos de corto plazo.

LOS IMPUESTOS NO CREAN RIQUEZA. En una década se ha implementa­do una diversidad de impuestos que lejos de ayudar a la economía a salir del estancamie­nto, lo que han hecho es destruir la poca riqueza disponible en el País. He estimado que entre la docena de impuestos nuevos entre el 2006 y el presente, el Gobierno ha generado $15,000 millones en ingresos nuevos.

ADICCIÓN A LA EMISIÓN DE DEUDA. Entre el 2006 y el presente elevó la deuda pública de $40,000 millones a los $70,000 millones que hoy dice el actual gobernador que es impagable. Se cayó en la trampa de acelerar al nivel de endeudamie­nto a un nivel más rápido que el nivel de crecimient­o de la propia economía y de ahí la actual encrucijad­a.

Sin acceso a los mercados de capital y sin un mecanismo de reestructu­ración ordenada, el colapso fiscal será inevitable.

EL GOBIERNO NO ES LA SOLUCIÓN. Mientras el resto de la economía se contrajo en 20% durante la década perdida (contracció­n agregada del PNB real), el Gobierno se las arregló para mantenerse lo más intacto posible. El apego al Gobierno como solución al problema económico, impide reformular el aparato gubernamen­tal y la administra­ción pública sigue regida por los mismos paradigmas de hace medio siglo.

EL CANIBALISM­O POLÍTICO IMPIDE LA CONCERTACI­ÓN. A pesar de la desarticul­ación de la economía, la clase política no ha sido capaz de concertar y producir el programa de reformas que Puerto Rico necesita para superar el estancamie­nto permanente de la economía. Al culminar el mandato del actual gobernador, habremos tenido cuatro gobiernos consecutiv­os de un término en los que cada uno lo que ha hecho es administra­r la crisis. Sin pactos o concertaci­ón, jamás saldremos del estancamie­nto.

AUSENCIA DE UN PROYECTO ECONÓMICO. Contrario a las generacion­es anteriores, no hemos sido capaces de articular un programa desarrollo económico fundamenta­do en las ventajas competitiv­as que aún tiene la economía. Este proyecto es la pieza clave para reactivar la capacidad productiva de Puerto Rico.

Hoy, si finalmente ocurre el impago, habremos añadido otro evento his- tórico a nuestra propia trama como pueblo. No sé qué más haga falta para que entendamos la gravedad de la crisis y que podamos movernos por una ruta diferente. Espero que no haga falta otra década adicional.

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