Una reflexión sobre la “gran embrollada”
Primero, llámesele por su nombre: no es “crisis fiscal”, es la gran embrollada. Entonces ver el macro de la economía. Más allá de cómo zapatearse de la deuda o a qué infelices espetársela.
Prosperidad es la solución y no la tienes donde todo se despilfarra grotescamente, con tal que unos pocos se den buena vida a costa del sudor de los demás. Una socioeconomía a fuerza de hiel no se mueve, es miel lo que va, compartir, justicia.
Considerar a Dinamarca, Islandia e Israel. Y Haití, El Salvador y Ruanda. Y Puerto Rico. Cosechas lo que siempras.
Escuelas que mantienen 400K, muchachos quasianalfabetos, futuros salariominimalistas, para explotáseles.
Y salud comercialista de la peor calaña. Y narcotráfico con la anuencia de políticos y participación de la Policía.
Medicalizar la teca y sanseaca- bó, mil vidas al año salvadas, y se obliga al tecato a rehabilitarse. Y lo peor, sin transporte público que sirve de nada, todos, salvo el perro (su oportunidad no tarda) tenemos que comprar carro.
Aún cuando te cueste la vida, sea el choque o la navaja del asaltavehículos. Es un teatro del absurdo, si no la tragedia griega.
La mitad somos Palma, la otra mitad Pava. Nos han lavado el cerebro para ser dóciles, hay un cordero en nuestro escudo, la escuela pública hizo su trabajo.
No, la solución no es la estadidad, no hay deus ex machina. Recuerda cómo todo fue filete para Louis XIV, le Roi Soleil, como aquí ahora. Pero Louis XVI pagó los platos rotos. No obstante una revolución no tiene que ser un baño de sangre.
Como lo expresara Gandhi, “Nunca he abogado por nada pasivo”. Casimiro Vega San Juan