Rock, clásico y bluegrass en uno
El cuarteto de cuerdas Brooklyn Rider se destacó por su entusiasmo con el que capturó al público
El cuarteto de cuerdas Brooklyn Rider se presentó por primera vez en Puerto Rico el viernes, en la Sala Antonio Paoli del Centro de Bellas Artes de Santurce, como parte de la serie de conciertos de Pro Arte Musical. La primera parte del programa fue dedicada a su más reciente proyecto discográfico, “Almanac”.
La primera de estas joyas -obras cortas de compositores jóvenes que se han destacado en otros géneros como el jazz y el “world music”-, fue “Ping Pong Fumble Thaw”, del baterista rockero Glenn Kotche. Resultaron magistrales los motivos polirítmicos sobre efectos de pizzicato y “col legno battuto” (el efecto de golpear con la parte de madera del arco las cuerdas), en la energía extraordinaria de estos cuatro aún jóvenes maestros de instrumentos de la cuerda frotada.
Dos obras cortas y una variación adicional del australiano Padma Newsome, inspiradas en la música aborigen de su país -con melodías sencillas sobre escalas pentatónicas y patrones rítmicos que a base de la repetición crean un estado hipnótico-, esta sección resultó ser una especie de viaje a las tribus de tiempos anteriores a la civilización occidental.
La tercera de estas, “August 12”, del destacado guitarista de jazz Bill Frisel, (también comisionada por Brooklyn Ryder) estaba inspirada en las novelas del escritor John Steinbeck, especialmente, sus observaciones de la costa del mar Pacífico, en California. Siguió “Little Bird”, una hermosa reconstrucción del estupendo violinista, Colin Jacobsen, para su singular conjunto de música de cámara de nuestros tiempos, sobre una canción del le- gendario cantautor norteamericano, Pete Seeger.
Mientras en “Show Me” de Aoife Donovan buscaban canalizar la voz del escritor William Faulkner con sonidos, en el “Frost” de Kyle Sanna, a base armónicos resultaba evidente la influencia del movimiento minimalista de los Estados Unidos, especialmente del compositor Philip Glass.
Cerraron la primera parte con una recreación del merengue venezolano titulada “El gato de cinco patas” de Gonzalo Grau. Esta pieza resultó ser una brillante expresión de vitalidad sorprendente, tocada con gracia y fuerza, añadiendo taconazos en el escenario a los múltiples efectos y posibilidades dinámicas.
Al regresar del intermedio, hicieron una lectura memorable del monumental Cuarteto de Cuerdas No. 12 en Fa mayor, “Americano” , Op. 96, de Antonin Dvorak. Los cuatro movimientos de esta singular partitura -cónsonos con su celebrada Sinfonía del Nuevo Mundo-, fueron producto de la exitosa residencia, integrándose de lleno a la vida cultural de los Estados Unidos, de uno de los grandes creadores checos.
Para concluir, otra magnífica pieza musical del violinista Jacobsen, “Sheriff ’s Liede, Sheriff’s Freude”, se fue trasformando de un fluir hermoso de melodías en forma de canon en homenaje a Dvorak, hasta convertirse en ritmos y melodías al estilo “country”, conocido como “bluegrass”. Un excelente concierto para nuestros tiempos.