La mala racha de Arroyo tiene otro apellido: Satoransky
La caída en barrena de Carlitos Arroyo con el club Barcelona Lassa en la liga española, no se debe enteramente a los pocos minutos de juego que le concede el prestigioso entrenador, Xavi Pascual, sino a la actuación sobresaliente del armador checoslovaco Tomas Satoransky, que con una valoración de media de 21.25 acaba de ser escogido el MVP de abril, con 14.5 puntos y 4.5 asistencias, y que cada día sigue mejorando su producción, lo que de seguro le llevará a la NBA, a los 25 años de edad, ya que fue escogido por Washington Wizards en el turno 32 del sorteo de 2012, para que le sirva esta vez de escudero al estelar base John Wall y a su suplente, Ramón Sessions, o quizá en otro team.
Satoransky, de 6-7, es también un saltarín espectacular, habiendo ganado el concurso de donkeos del torneo NBL de Praga, en el Juego de Estrellas de 2009; y ya mostró su polivalencia en la campaña pasada con Cajasol, subcampeón de la Eurocopa.
O sea, que razón de sobra tiene Ricardo Carrillo, amigo íntimo de Carlitos, en defenderle y clamar que su protesta a los medios noticiosos españoles, debido a lo poco que suda el uniforme, proviene, más que todo, a la naturaleza de su espíritu competidor que no se desvanece con el golpeo fuerte del almanaque.
Carrillo, sin embargo, no quiso puntualizar algo que tiene tallado en su memoria fértil de abogado destacado: Arroyo jamás ha dejado de nadar en un mar de problemas con la ma- yoría de los coaches que ha tenido en su carrera enebeísta en Toronto, Denver, Utah, Detroit, Orlando, Miami y Boston, con porcentajes de 6.6 tantos y 3.1 pases anotadores en 569 partidos.
Sus escaramuzas verbales con Jerry Sloan, piloto de Utah que hoy padece de Alzheimer, trascendieron en Estados Unidos y aquí, y no empece a que lo puso en 2003-04 como reemplazo de John Stockton, con contrato de $16 millones tras descollar en la Olimpiada de Atenas.
Asimismo, Carlitos, que mostró su calidad a raudales en Israel y Turquía, coleccionando tres títulos en ambos países, pero con desavenencias a menudo con sus mentores, tuvo una lesión en una pierna, muy común últimamente, y más aún con el Equipo Nacional, que le hizo perder siete juegos con Barcelona, y de ahí en adelante fue que comenzó su calvario.
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