Isla y diáspora: somos un solo pueblo en lucha
La historia ha demostrado con elocuencia la solidaridad de la diáspora puertorriqueña con sus hermanos en Puerto Rico en los momentos más difíciles. Cada una de esas ocasiones ha sido expresión de la clara conciencia de que, aunque habitemos en tierras di
Cuando el actor Lin-Manuel Miranda aboga, ante las autoridades gubernamentales en Estados Unidos, a favor del merecido y necesitado auxilio para los ciudadanos estadounidenses que habitan en Puerto Rico en la presente precariedad fiscal, lo hace con la generosidad y convicción con que el desconocido obrero de mantenimiento aporta, con sacrificio desde el norte, para mitigar los estragos de huracanes que azotan Isla.
Se trata de la misma misión de responsabilidad por la Isla que ha llevado al liderato puertorriqueño en el Congreso y al de comunidades boricuas en Estados Unidos, a librar grandes batallas en Washington en defensa de los programas federales que aplican a Puerto Rico, en históricos momentos críticos. Ese es el mismo liderato que, junto a coaliciones privadas y del tercer sector, reclama sin descanso la paridad que el gobierno federal le sigue negando a la Isla en áreas tan esenciales como los servicios de salud para las poblaciones médico-indigentes, de la tercera edad y con condiciones de incapacidad.
Por éstas y muchas otras instancias expresamos nuestro profundo agradecimiento a la solidaridad que las distintas generaciones de la diáspora boricua nos han brindado siempre que su Isla lo ha necesitado. Destacamos también que esa generosidad viene muchas veces de familias obligadas a emigrar para huir precisamente de la estrechez económica.
Ya sea desde la tribuna ganada con el talento premiado o mediante la poderosa herramienta del voto, los puertorriqueños unidos en una sola voz podemos convencer al Congreso de mayoría republicana de la justicia de la presente causa humanitaria boricua.
Nuestra gente en el norte, equipada con el poder electoral en Estados Unidos, puede influenciar las decisiones del Con- greso en torno al presente y futuro económico de Puerto Rico. Su cabildeo solidario a favor de nuestro pueblo es más importante que nunca.
A ese esfuerzo redoblado de tan importante población en el continente tiene que unirse la representación de los 3.5 millones residentes en la Isla, para mover a toda la fuerza puertorriqueña hasta conseguir derretir las cadenas de incomprensión que hasta ahora ha demostrado arrastrar una buena parte del Congreso, marcadamente desde el bando de la mayoría republicana.
La diáspora puertorriqueña, unida en un propósito firme con el liderato político de Puerto Rico, puede demostrar la fuerza de los más de los 5.1 millones puertorriqueños que viven en diferentes estados de Estados Unidos.
La potente presencia boricua de la diáspora, junto al esfuerzo del liderato de la Isla, tiene que hacerse sentir cuando el Congreso regrese del receso la semana próxima. Tiene que ser esa voz la misma que se exprese contundentemente el día de las elecciones en Estados Unidos, cuando los congresistas sabrán del valor del voto de los integrantes de una diáspora puertorriqueña cada vez más grande y cada vez más influyente.
El Congreso no puede permanecer indiferente al reclamo de justicia de Puerto Rico. Nuestro pueblo necesita los instrumentos legales para poder reestructurar la deuda pública e incentivos para el desarrollo económico. Una Junta de Supervisión Federal, con la adecuada participación puertorriqueña, permitirá a la Isla estabilizar las finanzas públicas y reorganizar su aparato gubernamental.
Todos tenemos que tener claro que tanto Puerto Rico como Estados Unidos pierden con el desplome total de las actividades económicas en Puerto Rico.