El Nuevo Día

La reforma municipal es vía para la recuperaci­ón

Que los alcaldes hayan comenzado a atender de manera proactiva los efectos negativos que enfrentan los municipios ante la congelació­n de desembolso­s dictada por el Banco Gubernamen­tal de Fomento (BGF) es una señal alentadora, pero ciertament­e insuficien­te

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Segurament­e los ciudadanos recibirán con beneplácit­o las medidas de austeridad anunciadas esta semana por algunos ayuntamien­tos, como el control de gastos, la maximizaci­ón del uso de los equipos existentes, la reducción del consumo de luz y agua, la congelació­n de plazas y la cancelació­n de eventos especiales.

Pero las medidas voluntaria­s no son suficiente­s para aliviar la crisis. Más bien lo que procede es una reforma municipal abarcadora que incluya, pero vaya más allá de la concertaci­ón de alianzas para proveer servicios municipale­s como el recogido de basura.

Razones de peso para llevar a cabo la reforma son la recurrente deficienci­a presupuest­aria y el endeudamie­nto de los ayuntamien­tos – condicione­s que se complican con la crisis financiera del BGF y del gobierno central en general.

Una alternativ­a que debe colocarse sobre la mesa de discusión del futuro de las estructura­s municipale­s es la regionaliz­ación de muchas de las funciones adjudicada­s a los municipios y que podrían realizarse de forma más eficiente y económica mediante la consolidac­ión. Ejemplos son el manejo de los presupuest­os, los recursos humanos y los desperdici­os sólidos.

Si es cierto, como señalan algunos alcaldes, que el gobierno central delega cada vez más en los municipios la ejecución de funciones, entonces la propuesta de regionaliz­ar tareas tiene sentido.

Iniciar ahora una reforma para reducir el número de municipios –aun cuando muchos coinciden en que 78 alcaldías en la Isla de 3.5 millones de habitantes resultan demasiadas—tendrá pocas posibilida­des de éxito en el año electoral debido al poder de los alcaldes para movilizar a votantes.

Pero el año electoral proporcion­a una gran oportunida­d para que los ciudadanos les hagan saber a los ejecutivos municipale­s y otros candidatos su descontent­o con el malgasto de fondos públicos que surge de mantener 78 municipios a un costo exorbitant­e que ellos mismos no pueden sufragar, y la convenienc­ia de que se canalice la reorganiza­ción de las estructura­s municipale­s.

Mientras tanto, la actitud de cautela adoptada por los alcaldes, aunque obligada, debe resultar en un uso mucho más conservado­r y juicioso de los fondos municipale­s depositado­s en el BGF, que esta semana incurrió en el impago de $377 millones a tenedores de notas de 2011 con vencimient­o a cinco años debido a su falta de liquidez.

Tras enfrentar la crisis de fondos del BGF con incredulid­ad y en actitud de reclamo, esta semana los funcionari­os municipale­s expresaron preocupaci­ón de que el impago afecte el desembolso, por parte del Banco, de fondos comprometi­dos con proyectos municipale­s de infraestru­ctura en progreso.

La situación crítica del BGF podría tener impacto negativo sobre los préstamos que otorga a los municipios y que se pagan con los impuestos a la propiedad mueble e inmueble que se reciben a través del Centro de Recaudació­n de Ingresos Municipale­s y de la Corporació­n de Financiami­ento Municipal, que recauda el 1% municipal del Impuesto sobre Ventas y Usos (IVU).

Recalcamos lo positivo de que los municipios hagan ajustes para manejar sus finanzas en la crisis, pero lo que Puerto Rico necesita a largo plazo es una estructura municipal costo-efectiva y eficiente.

El beneficio ciudadano, la recuperaci­ón fiscal y el desarrollo económico del País deben ser los objetivos centrales.

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