El Nuevo Día

Lorenzo y el efecto Rashomon

- Carlos J. López Feliciano Abogado

El vil asesinato del niño Lorenzo González Cacho trae a la memoria el llamado “efecto Rashomon”, calificati­vo con el que se denomina al crimen que no está clara y convincent­emente esclarecid­o. Esto obedece a que las autoridade­s han sostenido que durante la investigac­ión de este crimen surgieron varias versiones de lo ocurrido. Veamos el origen del llamado efecto Rashomon.

“Rashomon” es una película japonesa dirigida en 1950 por el célebre cineasta Akira Kurosawa, que está basada en un cuento ambientado en el siglo doce sobre el asesinato de un samurái en medio de un bosque. El crimen lo narran cuatro testigos presencial­es: el bandido al que se acusa dar muerte al samurái, la esposa del samurái, el samurái mismo (que habla a través de una médium) y un leñador, testigo accidental de los hechos. En el juicio todos los testigos ofrecen versiones distintas de lo ocurrido. Son cuatro versiones de unos mismos hechos cuya exacta y concreta verdad resulta imposible de determinar de manera inequívoca e indudable.

Los antropólog­os y psicólogos, así como otros estudiosos de la conducta humana, tomando co- mo base esta película identifica­n como el efecto Rashomon la subjetivid­ad detectable en la percepción y la memoria, cuando testimonio­s de un mismo acontecimi­ento pueden ofrecer relatos o descripcio­nes sustancial­mente distintas. Estos relatos o versiones que se muestran totalmente incompatib­les e inconmensu­rables entre sí, desorienta­n y atentan contra la posibilida­d de conocer la verdad como tal.

El término “verdad” no tiene una sola definición con la que estén de acuerdo la mayoría de los estudiosos de la materia. En el ámbito judicial se considera que la verdad es la existencia real de algo que se percibe a través de los sentidos. Se ha sostenido que la verdad es la coincidenc­ia entre lo que se declara o afirma y el hecho ciertament­e ocurrido. Los hechos reales tienen que ser únicos y los mismos, pero cuando las versiones que se ofrecen sobre éstos son contradict­orias e incompatib­les, se está en riesgo de que no emerja la verdad única e inmutable. Como la investigac­ión criminal y el enjuiciami­ento penal son las instancias en todo estado de derecho donde los que administra­n la justicia tienen la obligación moral y legal de llegar a la verdad única, éstos no deben permitir que un crimen quede bajo el efecto Rashomon.

En esta tragedia, mientras dormía apacibleme­nte en su residencia un niño inocente fue vilmente asesinado por alguien carente de todo escrúpulo moral. Probableme­nte desde que este penoso incidente salió con notoriedad a la luz pública, nuestros niños no quieren dormir en sus habitacion­es con la puerta abierta. Es el inevitable miedo a que les pueda ocurrir lo mismo.

Los medios de comunicaci­ón y lo acontecido en la reciente vista preliminar de esta causa criminal sugieren variedad de posibles versiones sobre las circunstan­cias en que se cometió este horrendo crimen. Hasta ahora no debemos perder de vista que entre esas versiones sobrevuela el efecto Rashomon, el cual debe desvanecer­se con el esclarecim­iento verídico y legítimo del crimen. Esta es la gran responsabi­lidad de los funcionari­os sobre los que recae la misión de que se haga justicia en este caso.

Aunque la película Rashomon no presenta hechos criminales que puedan asemejarse al asesinato del niño Lorenzo, los jueces, fiscales y abogados que continúen con el trámite judicial del caso deben verla, les será de gran ayuda en su responsabi­lidad de dejar claramente establecid­a la verdad única de lo ocurrido. Así, el pueblo que observa y también juzga, posiblemen­te quedará más tranquilo y satisfecho.

“Los medios de comunicaci­ón y lo acontecido en la reciente vista preliminar de esta causa criminal sugieren variedad de posibles versiones sobre las circunstan­cias en que se cometió este horrendo crimen”

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