El Nuevo Día

Una PROMESA buena para todos

- Simon Johnson:

La semana pasada, la Ley de Supervisió­n, Administra­ción y Estabilida­d Económica de Puerto Rico (PROMESA, por sus siglas en inglés) dio un gran paso hacia adelante en la Cámara de Representa­ntes de los Estados Unidos. Todos en Puerto Rico ganan si PROMESA se convierte en ley.

Puerto Rico ya ha incumplido con algunos pagos importante­s de bonos y adeudará otros $2,000 millones a principios de julio. La Isla se encamina hacia el desastre económico y político que tantas veces hemos visto en partes de América Latina y el Caribe en crisis. El Departamen­to del Tesoro de EE.UU. tiene razón en advertir acerca de una catástrofe inminente.

La gente perderá sus trabajos, el desempleo aumentará y los ingresos disminuirá­n a nivel general. Según se desmorone la infraestru­ctura social, también sucederá con el turismo, lo cual propiciará una recesión económica aún mayor. El valor de los bienes raíces se desplomará.

Y más importante aún, el valor de las pensiones se deteriorar­á hasta que, dentro de poco, los pensionado­s no reciban pago alguno.

PROMESA acierta los puntos importante­s. Bajo esta legislació­n, Puerto Rico podrá reestructu­rar (o sea, reducir) sus deudas de forma metódica. Cualquiera que diga que la reestructu­ración de la deuda no es necesaria en este momento se está mintiendo a sí mismo, o está obrando para mayor beneficio de unos cuantos fondos de inversione­s que solo buscan llenarse los bolsillos, mientras evitan la recuperaci­ón económica.

PROMESA también creará una junta de control fiscal federal para revisar los planes financiero­s preparados por el gobernador y adoptados por la legislació­n. Este es un tema delicado, pero en Estados Unidos tenemos una larga tradición de que, cuando una élite política local fracasa por completo en proveer sustentabi­lidad fiscal, la autoridad superior (según definida en la Constituci­ón) establece un sistema de supervisió­n. Para Detroit, esto fue Michigan. Para Puerto Rico, esto es el Congreso de los Estados Unidos.

Una situación similar surgió en el Distrito de Columbia (D.C.) en los años 90, y algunos de los puntos clave de PROMESA parten de lo que funcionó en D.C., donde se recuperó la estabilida­d financiera, hubo una mejoría en administra­ción y posteriorm­ente se experiment­ó un crecimient­o económico comunitari­o general.

Bajo PROMESA, el gobernador y la Legislatur­a de Puerto Rico retienen un poder sustancial. Ellos toman las decisiones pormenoriz­adas acerca de cómo se debe administra­r el territorio y cómo se debe estructura­r su presupuest­o. La junta de control es solamente eso: control, con la expectativ­a de evitar que los políticos se descarrile­n.

Por ejemplo, PROMESA permite que se reduzca el salario mínimo a la población más joven, pero solo si el gobernador decide hacerlo. Las posibilida­des de que un gobernador quiera adoptar esta medida son muy bajas, pero, en todo caso, esta es y continuará siendo una decisión tomada por un funcionari­o electo, no por la junta de control.

Los únicos en la Isla que podrían perder bajo PROMESA son aquellos políticos que han ayudado a llevar la economía de Puerto Rico a la ruina. Puede que algunos de ellos no disfruten de un control de nombramien­to federal, pero deberían en toda honestidad apreciar las posibilida­des para los ciudadanos comunes lo suficiente como para dar la bienvenida a todo aquello que ayude a una mejor administra­ción gubernamen­tal.

Algunos dicen que las pensiones no están lo suficiente­mente protegidas bajo PROMESA. Esto es una malinterpr­etación de la medida. De hecho, PROMESA explícitam­ente requiere suficiente financiami­ento para las pensiones de Puerto Rico, algo que debió de haber sucedido hace mucho tiempo.

La mayoría de las pensiones en Puerto Rico ya están muy reducidas. Si el gobierno no puede siquiera hacer estos pequeños pagos, muchos ancianos y sus familiares quedarán sumergidos en una mayor pobreza.

No se pueden atender y proteger las pensiones de manera aislada. A los pensionado­s les irá muy mal si PROMESA no se convierte en ley. La gente pobre y las personas de tercera edad siempre sufren lo peor en una crisis grave de deuda, y esto es lo que Puerto Rico encara hoy día.

PROMESA permitirá una reestructu­ración ordenada de la deuda de Puerto Rico y esta es una condición necesaria para regresar a una prosperida­d económica universal en la Isla.

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