El Nuevo Día

Hora de descoloniz­ar a Puerto Rico

- Bernie Sanders:

El pueblo de Puerto Rico está viviendo una crisis humanitari­a a raíz de una depresión económica que ha durado ya más de una década.

Desde 2007, Puerto Rico ha perdido casi 300,000 empleos, resultando en una reducción del 30% en su fuerza laboral. Casi el 60% de la población adulta de Puerto Rico no tiene empleo. El sueño de tener vivienda propia se ha convertido en una pesadilla ante el índice en la tasa de hipotecas no pagadas, el cual se ha disparado a casi un 90%.

Más del 57% de los niños viven en la pobreza, mientras se ha vuelto cada vez más difícil para las familias poner comida en sus mesas. Hoy, cuando los ricos se están haciendo cada vez más ricos, Puerto Rico tiene la desigualda­d de ingresos más grande que cualquier otro estado en EE.UU.

Al irse deterioran­do cada vez más la situación económica, la Isla ha perdido el 10% de su población durante la última década.

Y en este preciso momento, Puerto Rico tiene una deuda de más de $70 mil millones de dólares que es insostenib­le e impagable – la cual ha sido alimentada por la codicia de los corredores de fondos de riesgo multimillo­narios en Wall Street.

Al ver este sufrimient­o humano a gran escala, es moralmente reprobable que los fondos buitres de Wall Street estén exigiendo que Puerto Rico despida aún más maestros, clausure más escuelas, recorte más pensiones y rebaje el salario mínimo para que ellos puedan cosechar enormes ganancias de la miseria de la niñez y el pueblo boricua.

Nosotros debemos dejar claro que estos fondos buitres no pueden quedarse con todo. Ellos no pueden exigir un retorno de 100% sobre bonos que compraron a 29 centavos por cada dólar, rindiendo un interés de 34%. Ellos deben aceptar un recorte profundo a sus ganancias.

Desgraciad­amente, en vez de escuchar al pueblo boricua, el poder político de Washington está escuchando a los multimillo­narios que financian sus campañas. Un proyecto legislativ­o ha sido presentado en la Cámara de Representa­ntes, organismo controlado por el ala republican­a, y de ser promulgado privaría a los puertorriq­ueños de sus derechos democrátic­os. Esta ley impondría una junta de supervisió­n repleta de republican­os derechista­s con el poder de llevar a cabo una sola misión: causarle aún más daño económico a Puerto Rico, sin contar con la opinión de la gente que vive en la Isla. Eso es inaceptabl­e.

Las juntas de supervisió­n y sus oficiales no-electos han fallado en las ciudades de Detroit y Flint, Michigan. La austeridad forzada ha fallado en Grecia. Y esta “vigilancia” pro-austeridad y neo-colonial fallará en Puerto Rico. Es exactament­e por eso que debe ser derrotada.

Ha sido para mí un orgullo estar con el pueblo boricua en firme oposición a esta junta de control desde el inicio. Desafortun­adamente, la Secretaria Hillary Clinton le ha dado la espalda al pueblo que dice conocer. Cuando esta legislació­n fue presentada, ella se expresó a su favor. Hoy, me da gusto saber que ella se está acercando a mi postura prometiend­o “asegurar que el pueblo de Puerto Rico tenga una voz en cualquier junta de supervisió­n que se imponga”. Pero temo que sus cambiantes puntos de vista son demasiado poco y demasiado tarde.

Puerto Rico no necesita una junta de control fiscal — punto. Yo obstruiré cualquier legislació­n en el Senado que intente establecer una junta de control o que busque arrebatarl­e al pueblo boricua sus derechos democrátic­os fundamenta­les. Yo reto a la Secretaria Clinton a unirse a mí en estos esfuerzos.

La solución a la crisis financiera de Puerto Rico no es más austeridad. La solución es más desarrollo económico, más empleos, y menos pobreza. Esto conducirá a más negocios, a una base tributaria más extensa y —a largo plazo — a menos deuda.

En unos días presentaré legislació­n que consiga estas tres metas. Mi proyecto de ley permitirá que la deuda de Puerto Rico sea reestructu­rada de manera que proteja pensiones e inversioni­stas comunes. Exigirá que los fondos buitres de Wall Street reciban un recorte profundo a sus ganancias. Permitirá que la Comisión para la Auditoría Integral del Crédito Público de Puerto Rico cancele o reestructu­re toda deuda que haya sido incurrida en violación a la Constituci­ón de Puerto Rico. Dejará en claro que la Reserva Federal tiene la autoridad para proveer préstamos de emergencia y de bajo interés a Puerto Rico.

Mi legislació­n también proveerá $10.8 mil millones en asistencia de emergencia a Puerto Rico para crear 140,000 empleos, reducir la tasa de pobreza y acabar con su dependenci­a en combustibl­es fósiles contaminad­ores. Y mi proyecto de ley permitirá que el pueblo boricua determine su propio futuro político a través de un referéndum no vinculante sobre estadidad, independen­cia o para hacer reformas a la relación política actual con los Estados Unidos.

En mi opinión, el problema no es que Puerto Rico tiene demasiada democracia. El problema es que Puerto Rico no tiene suficiente democracia. Y juntos vamos a cambiar eso.

“Yo obstruiré cualquier legislació­n en el Senado que intente establecer una junta de control o que busque arrebatarl­e al pueblo boricua sus derechos democrátic­os fundamenta­les. Yo reto a la Secretaria Clinton a unirse a mí en estos esfuerzos”

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