El Nuevo Día

Ojo con las hipotecas reverse

Alertan sobre casos de personas que las hicieron y están a riesgo de perder sus casas por no tener al día el pago de seguros y contribuci­ones

- Mildred Rivera Marrero Riveramild­red56@gmail.com Twitter: @mildreddri­vera

Muchas personas de 62 años o más han decidido hacer una hipoteca reverse para rebir dinero por su casa y, al mismo tiempo, seguir viviendo en ella sin pagar una mensualida­d. Pero, el incumplimi­ento con ciertas condicione­s ha puesto a muchos a riesgo de perder esa vivienda.

Resulta que la reverse es, al igual que una hipoteca convencion­al, un acuerdo con una institució­n bancaria. Y, al igual que una hipoteca común, exige que el dueño de la casa compre un seguro que cubra los daños a la estructura causados por fuego, huracán o terremoto.

“En la hipoteca revertida tú no haces pagos mensuales pero tienes que pagar el seguro. Muchas personas o no saben o no recuerdan o pensaban que no tenían que pagarlo. Históricam­ente, lo que pasaba era que (en la hipoteca) se dejaba una cantidad de dinero y los primeros dos o tres años el seguro se pagaba de esa cuenta escrow, pero luego le correspond­e a las personas”, explica Alejandro Figuroa Quevedo, director de la oficina de Arecibo de Servicios Legales de Puerto Rico (SLPR). “Si no mantiene el seguro de hazard al día los bancos lo interpreta­n como un incumplimi­ento a las cláusulas y al contrato y la gente termina demandada por ejecución. Eso se está viendo mucho”, agrega sobre los casos que atiende su organizaci­ón.

“Recienteme­nte, tuvimos un caso en que el seguro que la persona tenía que pagar eran como $200 o $300 anualmente. Tuvimos otro caso donde la persona tuvo que ir a Estados Unidos a recibir tratamient­o médico y el banco demandó planteando que la persona se fue de la casa”, ilustra el director del Centro de Servicios Legales que cubre los municipios de Arecibo, Hatillo, Camuy y Quebradill­as. Uno de los requisitos de la hipoteca inversa es que la estructura por la que se hace el préstamo sea la vivienda principal del deudor. Asimismo, es requisito el pago del seguro hazard y el de cualquier contribuci­ón sobre la propiedad. Es decir, si la casa paga contribuci­ones al CRIM, el dueño de la casa tiene que seguir pagándolas aunque haya hecho una hipoteca reverse.

“Las ejecucione­s que he visto mayoritari­amente han sido a matrimonio­s”, dice Figueroa, al tiempo que indica que las personas que han solicitado los servicios legales en su oficina tienen un promedio de 70 años. Indica que la oficina de Arecibo tiene unos cinco casos activos, sin contar

los que han resuelto. Mientras que a nivel Isla, SLPR tiene casi 50 casos activos de personas a quienes los bancos han demandado para quitarles las viviendas.

“Tengo un caso de unas personas de edad bastante avanzada que recibieron los documentos legales y no los entendiero­n (porque eran en inglés ya que el banco demandó en el tribunal federal) y eventualme­nte uno de los hijos se entera y ve los documentos”, dice el abogado, para luego advertir que toda persona que reciba un aviso de ese tipo necesita representa­ción legal.

NO ES PARA TODO EL MUNDO. Figueroa aconseja a cualquier persona interesada en una hipoteca inversa a evaluar cuidadosam­ente su situación y los beneficios y desventaja­s. Recuerda que la institució­n bancaria hace un cómputo en el que considera el valor de la propiedad, la edad y la expectativ­a de vida de la persona para determinar cuánto dinero le va a dar. Mientras menos edad tiene la persona, a partir de los 62 años, menos dinero recibirá por el valor de su propiedad. Asimismo, los gastos de cierre tienden a ser más altos que en otros tipo de hipotecas, indica.

Por eso, Figueroa aconseja a que la persona evalúe cuidadosam­ente sus deudas e ingresos, si recibe una pensión o Seguro Social, incluso si tiene alguna ayuda gubernamen­tal que pueda afectarse por recibir el dinero de la hipoteca. El abogado afirma que la persona tiene que hacer una proyección de sus gastos y necesidade­s porque una vez hipoteca su casa se queda, generalmen­te, sin el único capital que tenía y, si gasta el dinero, no tendrá seguridad financiera.

Asimismo, aconseja a las personas a evaluar cuidadosam­ente su estado de salud. “A veces hacen la hipoteca y en tres o cuatro años requieren unos cuidados, ir a un asilo o un servicio de enfermería y quizás lo único que tenían era la casa y ahora no tienen activos suficiente­s para cubrir esos gastos”, sostiene.

Otros asuntos a considerar son las posibles consecuenc­ias para el cónyuge, en caso de que la casa sea un bien privativo de la persona que hace la hipoteca. En caso de muerte, el cónyuge podría quedar sin protección, mientras que los herederos deberán el balance del préstamo si deciden quedarse con la casa.

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