El Nuevo Día

El plan de acción después del golpe

- Rafael Lama Bonilla Editor de Negocios

Todo al mismo tiempo. La semana pasada todos los cantazos parecían llegar uno detrás del otro, cual coreografí­a magistral que corría como reloj suizo. La aprobación de Promesa en el Congreso; su firma por parte del presidente de los Estados Unidos; las moratorias decretadas por el gobernador de Puerto Rico; la confirmaci­ón de un impago masivo; la anhelada divulgació­n de los estados financiero­s de Puerto Rico; y el más reciente Índice de Actividad Económica confirmand­o que nuestra economía en mayo siguió decreciend­o, todos llegaron dentro de un periodo de menos de 48 horas.

Los golpes desfilaron como si se hubiese tendido una alfombra roja para verlos llegar en sus mejores galas. Izquierdaz­os fuertes que en esencia no deberían sorprender, consideran­do toda la informació­n que hemos publicado por una década sobre los peligros de la creciente deuda, el desgaste del modelo económico y la práctica de legislar y asignar fondos sin fuentes de repago. En guerra avisada, entonces, sí muere gente.

Lo que sí debe sorprender es la enajenació­n que ciertos grupos aún demuestran ante la realidad que Puerto Rico encara. Para tratar de aterrizar a aquellos que aún habitan en un universo paralelo, nuestra periodista

Joanisabel González reporta hoy sobre la crítica coyuntura en la que llega el impago y la junta de supervisió­n fiscal a Puerto Rico, los retos que esto representa, pero también las oportunida­des que podrían emanar en el proceso. Mientras, la periodista Marian

Díaz, analiza el impacto que tendrá falta de liquidez del Gobierno en el sector privado y los suplidores.

Si bien se avecinan tiempos difíciles, es medular internaliz­ar que el pataleteo nos servirá de poco, ya confirmado a viva voz nuestro status de colonia.

Lo que sí tenemos que hacer es trabajar fuerte e insertarno­s en la lucha para lograr soluciones que nos lleven al desarrollo económico y a la disciplina fiscal. Con junta o sin junta, debemos aspirar a que Puerto Rico crezca y a dejar atrás, de una vez por todas, ese irresponsa­ble gasto público que nos ha traído hasta este bochornoso punto.

Sin duda, hay elementos que no dependerán de nosotros, como conseguir exenciones a las leyes de cabotaje. Pero sí podemos atar los incentivos que le damos a las empresas foráneas a que le compren productos y servicios a suplidores locales. Podemos facilitar el otorgamien­to de permisos para propiciar el crecimient­o de la empresa nativa. Podemos seguir eliminando barreras para el desarrollo económico y podemos hacer una reingenier­ía total de un Gobierno que hace años dejó de servirle bien a su pueblo.

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