El Nuevo Día

Territorio: un secreto a voces

- OPINIÓN EXPERTA Manuel Izquierdo Encarnació­n Profesor de Derecho

QLuis Muñoz Marín lo sabía. Su representa­nte en Washington, el doctor Antonio Fernós Isern, se lo sospechaba. El Lcdo. Trías Monge, que había estructura­do lo jurídico de la “nueva” relación con los Estados Unidos, estaba muy claro: Puerto Rico, bajo el Estado Libre Asociado, no perdería su condición territoria­l.

De 1948 a 1952, sin embargo, Muñoz Marín recorrió un camino “por invitación” para reformular nuestra relación con los Estados Unidos. Para ello reclutó al País. También a la mayoría del liderato de nuestra Isla. Todo ello promovido por el gobierno estadounid­ense.

Las circunstan­cias políticas, históricas y económicas de aquel momento permitiero­n la “Operación Estado Libre Asociado”. El flujo abundante de capital del norte y la Guerra Fría, sin embargo, solo alcanzaron a retratar un pacto bilateral con pintura de acuarela de colores muy débiles. La verdad era un secreto a voces: Puerto Rico continuó siendo un territorio de los Estados Unidos.

El resto del espacio cronológic­o fue un juego de apuestas del liderato del Partido Popular Democrátic­o. Algunas bien intenciona­das. Apostar a que éramos algo más de lo que aún dice la ley del Congreso de los Estados Unidos. Un intento de lograr que el “uso y costumbre” del mundo jurídico le diera al autonomism­o una salida justa y equitat i va .

Otras apuestas intentaron salvar al Estado Libre Asociado aunque por otros motivos. Sin pretender agotar la lista, puede mencionars­e esa fiebre alucinante que provoca el ejercicio del poder. También esa obsesión temporera de complacer al capital extranjero que siempre prefiere las aguas de la incertidum­bre. ¿Y, por qué no mencionarl­o?, esa condición del ser humano de apegarse a las cosas aunque sean dañinas.

Sucede, sin embargo, que las apuestas son espejismos. Y nos sucedió igual que a la persona que va a un casino con diez dólares para intentar ganar el dinero que compre un pasaje de avión e irse a Nueva York. El resultado era predecible y la sentencia inevitable: la casa nunca pierde.

La historia confirma que en cada apuesta se perdió y nos quedamos estancados en esa etapa de negación. Somos un territorio. Un secreto a voces.

En menos de dos meses el asunto del pacto ha perdido el último matiz de protección jurídica. Un nuevo mea culpa de la administra­ción del presidente Barack Obama para resolver sus asuntos del mare nostrum. Primero fue Cuba. Hoy es Puerto Rico.

Y ahora que el tema está servido sobre la mesa es el deber de todos encontrarn­os como pueblo y hablar. Dialogar sin rencores y sin reproches. Diseñar lo mejor para el País. Aspirar a que nuestro futuro tenga una zapata ve r a z .

“La historia confirma que en cada apuesta se perdió y nos quedamos estancados en esa etapa de negación”

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