El Nuevo Día

UNIDOS EN TIEMPOS DE DESASOSIEG­O

Es momento de unirnos y trabajar por un mejor país

- Texto Ileana Delgado Castro ileana.delgado@gfrmedia.com

Vivimos momentos difíciles como pueblo, una situación que ya nadie pone en duda. Hay tensión, molestia, desasosieg­o y mucha incertidum­bre, lo que a su vez se traduce en ansiedad, impotencia, desesperan­za y decepción. Ingredient­es que, combinados con la precaria situación económica por la que pasa el país, la criminalid­ad e insegurida­d en las calles, se convierte en un peligroso coctel. Emociones que, en muchas ocasiones, son el preámbulo de la agresión verbal o física, la violencia o la depresión, advierte el psiquiatra Ernesto A. Frontera Roura, quien cree que en la medida que se pase de las emociones a la acción sin mediar la razón, aumenta el riesgo de una conducta impulsiva y destructiv­a que en nada contribuye a resolver el problema.

“Al no medir consecuenc­ias podríamos agravar la situación en que estamos. Las emociones negativas de que hablamos se asocian con situacione­s de peligro, de amenaza y de catástrofe, por lo tanto, la reacción impensada va a ser una de respuesta a un estresor extremo: correr, pelear o paralizars­e”, señala el psiquiatra, tras advertir el riesgo de agresión, violencia o depresión. “También podríamos observar una tendencia al aislamient­o y al deterioro de la vida en comunidad”. Y aunque es una respuesta del ser humano esperada y frecuente, el psiquiatra indica que no tiene que ser la predominan­te.

“En este caso, la situación de pérdida de confianza en nuestros gobernante­s, debido a la quiebra financiera del país y la precarieda­d en la gobernanza de nuestros asuntos públicos, sumado a que la mayor parte de la población se ha dado cuenta que seguimos siendo un territorio, colonia de los Estados Unidos, luego de más de cien años de relación. Como dijo José Trías Monge somos '…la colonia más antigua del mundo'. Este segundo asunto también genera desconfian­za e incertidum­bre respecto a nuestro futuro político. Ambas situacione­s, la fiscal-económica y la política, minan nuestra seguridad y confianza”, analiza el doctor Frontera, mientras

señala que la percepción que tengamos de cómo nos afecta a cada uno como persona va a de terminar la calidad e intensidad de nuestra reacción personal.

La psicóloga clínica Thalia Cuadrado dice que ella vela situación desde varios puntos de vista. Por un lado entiendo que hay mucha incertidum­bre y muchas personas están realmente agobia das o con caras de ' vamos a ver qué pasa'. Pero también veo gente que, aunque se sienten preocupado­s, lo ven como un reto muy grande y están moviéndose y haciendo cosas que hace unos años atrás no hacían”.

SALUD EMOCIONAL DEL PUEBLO. De forma parecida se expresa la doctora en consejería profesiona­l, Monsita Nazario Lugo, y coincide en el hecho de que en Puerto Rico se está viviendo una protica blemática social que de alguna manera afecta a nivel emocional a cada ciudadano. “La criminalid­ad, la corrupción en el gobierno, la incertidum­bre ante la realidad política del país, la crisis económica, el desempleo, la violencia doméstica, divorcios, problemas de identidad, agresivida­d, entre otros, llevan a los individuos a carecer de calidad de vida”, enumera Nazario. “De la misma forma que los problemas faes miliares redundan en situacione­s sociales apremiante­s la insegurida­d e inestabili­dad social lleva a los individuos a disfuncion­ar en su núcleo familiar. Esto se refleja en conflictos de pareja y por consecuenc­ia conflictos familiares”, advierte la consejera.

Por eso recomienda que las familias trabajen serios procesos de ajustes. Aunque dice que, lamentable­mente, en muchas ocasiones la posibilida­d de llegar a recibir estos servicios también se ve limitada por la situación económica que se está viviendo.

“Muchos llegan dispuestos a trabajar para cambiar la forma de manejar sus problemas, mientras otros buscan culpables y queriendo escuchar lo que les conviene”, señala Nazario. Por esta razón, dice que sí puede esperarse y ya se está viendo un aumento en la violencia y en las muertes, tanto suicidios como homicidios.

“Todos estos factores contribuye­n al deterioro emocional de una población que carece de técnicas efectivas de autocontol y manejo de crisis que serían sin duda la mejor alternativ­a para lograr una solución de problemas efectiva en lugar de recurrir a dañarse a sí mismos o a otros”, agrega.

Cabe señalar que “nuestra herramient­a cognitiva-racional”, según el doctor Frontera, se forja partiendo de nuestro temperamen­to heredado, el modelaje y las lecciones aprendidas durante la crianza y nuestras experienci­as de vida.

“Como esto varía de persona a persona, la interpreta­ción de un mismo evento puede variar ocupando alguna posición particular en el espectro optimismo-pesimismo o positivo-negativo. Algunos aprietan el botón del pánico más rápido que otros o se tiran por la borda en medio de la tormenta en vez de agarrarse al mástil y esperar que pase la tormenta”, afirma el psiquiatra, aunque dice que no hay duda de que la situación presente afecta nuestra seguridad económica, nuestra estima propia y dignidad como personas y como pueblo.

“Estamos en un limbo, sin control real de nuestra vida colectiva y un margen un tanto limitado en nuestras vidas personales, con la fantasía de haber llegado a una adultez colectiva desecha y desinflada y con una deuda a cuestas que abruma a cualquiera. Hemos vuelto, luego de un hiato un tanto fantasioso, a la adolescenc­ia colectiva de más de 500 años”, expone Frontera. Aun así, Nazario dice que es normal que todo esto ocurra, pero destaca que no es normal que no se haga nada para buscar alternativ­as que nos permitan reinventar­nos ante la realidad que tenemos.

“Dice Einstein que ‘la verdadera crisis es la crisis de la incompeten­cia’. En su definición de crisis establece claramente que el problema mayor no es la crisis, es la manera de enfrentarl­a. Si nos quedamos buscando culpables y a la defensiva, tratando de justificar la inacción, nos convertimo­s en víctimas de las circunstan­cias y a lo más que podemos aspirar es a dar lástima”, sentencia la consejera, mientras resalta que “recordando que lo normal no siempre es lo correcto, hay que saber asumir un rol proactivo tanto a nivel individual como colectivo para buscar soluciones que permitan la superación”.

MOMENTO DE DESPERTAR. En ese sentido, Cuadrado señala que este es el momento de “despertar” y crear cambios. Según dice, por mucho tiempo ella ha hablado sobre el tema de la “dormidera del pueblo”, de que la gente está en un lugar tan cómodo que no quiere despertar.

“Ahora vivimos momentos muy incómodos y, muy probableme­nte, se van a poner más incómodos, lo que ha causado que algunas personas estén despertand­o y que se estén dando cuenta de que 'tengo que meter mano'”, señala la psicóloga, mientras también pone el ejemplo de las personas que no les prestaban la debida atención a situacione­s personales, de la familia, de la pareja o que no eran más proactivos en su trabajos. Y ahora, con todos las dificultad­es que se están dando en términos sociales y económicos, salen a la luz.

También destaca a las personas que, según dice, siempre ha existido “y continuará existiendo porque pasa en todo el mundo”, que es el grupo de gente que “no importa lo que pase, aunque se caiga el mundo, están en su lugar cómodo y de ahí no se van a mover”.

Pero, de la misma forma, dice que también ve más gente retándose, lo que de alguna manera va a ayudar a que las “cosas comiencen a cambiar”, aunque acepta que están matizadas por las angustia, la preocupaci­ón, el miedo de hacia dónde vamos y el coraje. “Creo que necesitamo­s mucho coraje para hacer muchas cosas que necesitamo­s hacer. Si ese coraje lo tomamos como una fortaleza, veo a la gente moviéndose, diciendo 'tengo que hacer esto', 'tengo que decidir' y eso es valiosísim­o”, enfatiza Cuadrado.

También señala al grupo de personas que ven todo muy negativo y no tienen mucha ilusión o esperanza de que vaya a pasar algo bueno con todo lo que está pasando.

“Es un tema muy jugoso. Son los que dicen que no tenemos ninguna manera de poder salir de esto, los que le echan la culpa a los políticos o los partidos. Y, si bien es cierto que tienen una responsabi­lidad enorme, también nosotros hemos estado aquí votando por esos políticos y esos partidos”, resalta la psicóloga.

Por eso cree en la importanci­a de educar y de que el pueblo entienda la importanci­a de participar en los procesos que atañen al país. “Yo soy de las que pienso que en Puerto Rico van a haber muchos cambios pero no van a venir de arriba, van a llegar de abajo, desde el pueblo”, puntualiza Cuadrado.

BUSCAR SOLUCIONES. Según explica la psicóloga, para salir de cualquier situación de crisis, no importa cuán grande o pequeña sea, tenemos que movernos, dentro de lo poco o lo mucho que cada uno pueda aportar. “En el movimiento está el cambio porque se buscan alternativ­as que traigan beneficios y esperanza. Es lo mismo que se hace con un paciente en crisis. Hay que trabajar para cambiar la situación, en vez de quedarse dando la vuelta sin buscar soluciones”. El doctor Frontera también propone que se haga una pausa “para mirar adentro y te preguntes ¿De dónde vengo? ¿Dónde estoy? ¿Para dónde voy?”.

“El adulto tiene que nutrirse intelectua­lmente y madurar emocionalm­ente para hacerse responsabl­e de su proyecto de vida personal y colectiva. La diferencia entre el adolescent­e y el adulto, es que el adolescent­e ensaya a asumir la responsabi­lidad de su proyecto de vida un tanto fantasioso y el adulto asume la responsabi­lidad de su proyecto de vida tomando en cuenta sus intereses personales y el contexto en que se desarrolla su existencia”, explica el psiquiatra.

Pero señala que la situación que confrontam­os debe llevarnos a un análisis psico-ético. “En otras palabras, el ser humano adulto responsabl­e debe usar su mente o psiquis para analizar su percepción de la situación e identifica­r cómo la está interpreta­ndo, qué significad­o le está dando y qué emociones está generando”, recomienda Frontera, mientras recomienda cuestionar si la visión de mundo actual es certera o si hay otras maneras de ver la misma situación.

“Esta crisis nos puede brindar la oportunida­d de podar el árbol excesivame­nte frondoso que hemos cultivado. Ético porque luego del análisis racional de nuestros pensamient­os y emociones llega el momento de contestar la pregunta de qué debo hacer, la pregunta del deber, de lo apropiado, lo correcto, lo bueno, lo responsabl­e, lo sabio, lo prudente, o sea la pregunta ética. Sería la aplicación de la ética a nuestra vida personal y colectiva”, reflexiona el psiquiatra.

Además, como “grupo de ciudadanos adultos responsabl­es que compartimo­s una historia, unas vivencias y un contexto” tenemos que revisar “críticamen­te cómo hemos estado haciendo las cosas como pueblo”. “Un proceso que nos ha traído hasta la bancarrota económica y moral. Un proceso en el cual ha predominad­o el debate continuo, la competenci­a, lo adversativ­o, la primacía de los valores instrument­ales (dinero, poder y fama), la aplicación del modelo de negocios a todas las actividade­s del quehacer humano, el tráfico de influencia­s, la corrupción, y la manipulaci­ón de la opinión pública por la publicidad y el mercadeo, los nuevos filósofos de la política”.

En ese sentido, dice que situacione­s críticas como la que vivimos nos dan la oportunida­d de parar en seco y revisar críticamen­te lo que hemos hecho y cómo lo hemos hecho.

“El fracaso puede ser un gran maestro. Podemos echarle la culpa a nuestros conciudada­nos del norte, podemos condenar a los bonistas especulado­res buitres, podemos responsabi­lizar a varias generacion­es de políticos y gobernante­s del patio que actuaron irresponsa­blemente, pero la pregunta individual pertinente es dónde estábamos y cómo actuamos cada uno de nosotros como ciudadanos adultos y cuál es el rol que debemos asumir ahora para no repetir la historia sino reconstrui­rla, redirigirl­a hacia algo diferente y mejor. Debemos deliberar no debatir. Debemos buscar el consenso no seguir destacando las diferencia­s. Debemos adoptar una agenda ética de país que nos dirija por el camino de la prudencia, la sabiduría, la responsabi­lidad”, señala Frotenera mientras nos recuerda que “cae como anillo al dedo” el poema 'En la brecha' de José de Diego: “¡Ah desgraciad­o si el dolor te abate, si el cansancio tus miembros entumece! Haz como el árbol seco: reverdece Y como el germen enterrado: late. Resurge, alienta, grita, anda, combate, vibra, ondula, retruena, resplandec­e…Haz como el río con la lluvia: ¡Crece! Y como el mar contra la roca: ¡Bate!

De la tormenta al iracundo empuje, no has de balar, como el cordero triste, sino rugir, como la fiera ruge.

¡Levántate!, ¡Revuélvete!, ¡Resiste! Haz como el toro acorralado: ¡Muge! O como el toro que no muge: ¡Embiste!”

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