Empresarios también son ciudadanos digitales globales
La humanidad nunca ha estado tan interconectada como en estos tiempos de la era digital. La masividad y la celeridad impone nuevos criterios de comportamiento civil a lo largo del inmenso espectro de las redes, sobre todo en los negocios.
La tecnología nos permite intercambiar información, compartir eventos de nuestras vidas diarias, datos sobre nuestras existencias profe sionales, penas y alegrías, triunfos o descalabros. Comprar y vender o intercambiar bienes.
Comunicamos y compartimos 24/7. Somos todos partes de una gran comunidad electrónica y cada uno tiene sus privilegios, pero de igual modo, muchos deberes y responsabilidades como buenos ciudadanos digitales. En particular, los empresarios deben no sólo ejercitar su ética tradicional de negocios, sino la de buen ciudadano digital de la red global.
Lo primordial es comprender que la tecnología del siglo 21 ha atenuado de modo virtual las tradicionales fronteras físicas, los contornos culturales y juntado los bordes del tiempo y el espacio de modo virtual. Una nueva realidad.
Sin precedentes en la historia humana, se colabora, comunica y dialogamos sin barreras físicas o las impuestas por los órdenes geográficos o judiciales. En las comunidades interconectadas por la Web, desapareció el aislamiento social. DEBERES. Hay que estar sensitivos y ser conocedor de los asuntos, tradiciones, religiones, culturas, valores y eventos de nuestros vecinos internacionales. Todo con tolerancia, aceptación y la compasión que ofrece la comunicación universal. De lo contrario sólo comunicaremos sandeces, equívocos o desinformación en la red global.
Hay que comunicarse a través de las redes con ejemplaridad profesional y humana. Es imprescindible observar las reglas de uso de las plataformas de socialización digital en las que tenemos visibilidad como personalidad digital. Si texteamos, existimos.
El mundo electrónico en el que existimos en el siglo 21 es transparente y visible, por lo cual tendremos que tarde o temprano responder –igual que en el mundo real– por todas nuestras actitudes y actuaciones en línea. La dimensión virtual a veces parece darnos cierto anonimato, pero es imposible ocultarse mucho tiempo tras nombres, fachadas o personajes ficticios. En algún momento tendremos que responder por nuestros mensajes y actuaciones en las redes. ÉTICA. El lucro es indispensable en todo negocio, pero no su principal razón de ser.
Los negocios virtuales deben tener los mismos lineamientos éticos que el comercio del mundo real. Aparte de la cortesía, hay que cultivar la confianza del usuario mediante servicios claros de devolución de dinero o mercancía. Proveer herramientas funcionales y confiables para comprar productos o servicios. Entregar a tiempo y con precisión. Garantizar seguridad de datos en las transacciones. Hacer publicidad y promoción honesta. Devolver los beneficios de un negocio rentable a la comunidad global, no sólo como buen ciudadano digital, sino corporativo y social. Evitar los atrechos al buen servicio en aras de lucro al instante. Establecer márgenes de ganancia razonables. FACILITAR. El empresario de la era digital debe desechar la proverbial imagen de mercader. En estos tiempos, el comerciante digital global debe ser un facilitador a ultranza. Antes que nada, debe ser un solucionador. Tiene que desarrollar la habilidad de detectar a través de las redes un problema de sus clientes en ciernes y ofrecer soluciones viables mediante su empresa. Esa es la nueva dinámica comercial del mundo en línea. Entre más “solucionador” un empresario, mayor éxito comercial tendrá en el nuevo ecosistema.
Su competitividad surgirá de la pericia por captar problemas comunes de usuarios de la Web y definir prontamente una solución comercial, altruista o personal, según sea el caso. Primero para resolver, segundo para crear empatía de marca y tercero para vender. Todo se reduce al arte de definir. Es decir, identificar cómo comienza la traba y desde esa zona, trazar una ruta efectiva de solución, a un precio razonable.
Conseguirlo implica obtener data significativa, verificarla, examinar el trasfondo que le da contexto al problema, definir herramientas que arreglen el asunto y formular la solución más razonable y costo efectiva. Todo a través de la interconexión. ALTRUISMO. Se puede llevar la visibilidad de una marca corporativa a nuevas profundidades digitales al adaptar actitudes universales al quehacer cotidiano como lo son el altruismo, amor al ambiente y la compasión humana. Una empresa comercial debe mostrar una auténtica preocupación por el bienestar de la comunidad en que se envuelve. Y, en el caso del siglo 21, ahora a escalar global. No se puede desperdiciar ninguna oportunidad en línea o en el vecindario cercano de ejercitar caridad y buena voluntad hacia los que nos rodean o los que hacen negocios con la empresa. No hay mejor oportunidad para crear relevancia y conexión con los seres a nuestro alrededor que mostrar altruismo hacia los demás. PROTECCIÓN. Lo sabemos. Todo negocio tiene que asumir su vertiente verde. No sólo aparentarlo, sino ejercitar la protección ambiental. Por suerte, las nuevas generaciones de consumidores “Millennials” son bastante sensitivos al tema. Herir esa sensibilidad es ir en contra de la fibra social y sentimental de la nueva civilización humana. Las empresas tienen que vestir su traje ambiental de un modo muy visible. La frase en inglés “Environmental Stewardship”, lo define todo. Hay que convertirse un agente protector del entorno natural y mejor manejo de los recursos. COMPASIÓN. Es el antiguo principio budista de amor y deseo de aliviar los pesares de otros seres humanos. Una empresa que muestre prácticas compasivas hacia el infortunio de sus cogéneres, tendrá siempre amplia aceptación en el corazón de sus clientes, actuales o en potencia. Hay que enfrascarse en causas comunitarias de ayuda al prójimo y no hay mejor lugar, ni mecanismo para hacerlo que a través de las redes.
Invertir tiempo, amor, simpatía, solidaridad y hasta recursos monetarios en esa ayuda es la inversión más productiva para crear genuina empatía de marca. COSECHA. Hay más información en la Web de la que necesita usar un empresario en toda una vida. Por tanto, es indispensable adquirir destrezas para localizar, discernir y utilizar sólo lo que es necesario.
El ideal es adquirir lo esencial y aplicar esa averiguación para crear conocimiento nuevo y funcional. Conocimiento que ayuden al emprendedor resolver los problemas comunes del mundo real mediante los canales virtuales de la red global. No hay de otra. Empresarismo holístico y humanista. Civismo digital y global. Rebautizar el comercio como un servicio a la humanidad, en vez de una máquina de hacer dinero.
Lo mejor es que todas las habilidades aquí descritas requieren muy poca inversión de capital. Sólo tiempo y entereza. No se verán de inmediato los resultados de ejercitar la ética, la preocupación genuina, la protección del entorno y la compasión en todo negocio en línea. Llegarán a un plazo largo, pero de una manera potente, firme y próspera para toda empresa comercial así concebida.