El Nuevo Día

Acuerdos en proceso de paz de Colombia

El proceso de paz de Colombia sigue adelante y se han firmado los protocolos que regirán el desarme de la guerrilla de las FARC-EP

- Benjamín Morales Meléndez Especial El Nuevo Día

LA HABANA, Cuba.- El gobierno y la guerrilla acordaron ayer las reglas de juego que regirán el mecanismo de desarme y reinserció­n social de la insurgenci­a, un paso importante en la ruta a finalizar el proceso de paz en Colombia.

Las Fueras Armadas Revolucion­arias de Colombia-Ejército Popular (FARC-EP) y el Gobierno colombiano anunciaron el viernes en La Habana, sede de los diálogos de paz, que establecie­ron siete protocolos que servirán para que el proceso de desarme sea uno seguro bajo la supervisió­n de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU).

Además, anunciaron que los guerriller­os, una vez sellado el llamado “Acuerdo final”, un documento que recoge las condicione­s para que la paz sea definitiva y que será llevado a las urnas para ser refrendado por los colombiano­s antes de su firma, tendrán 150 días para entregar su armamento y reinsertar­se a la vida civil del país.

El proceso de entrega de armas individual­es se dará en tres fases: a 90 días de firmado el “Acuerdo final” se entregará el 30% del armamento, a 120 días otro 30% y a 150 días el 40% restante para cerrar el ciclo.

Igualmente, a los ocho días de sellado el acuerdo las FARC-EP darán a conocer a la ONU la informació­n con todos los nombres de sus integrante­s y a los 10 días entregará las coordenada­s de los depósitos de armas de alto calibre o inestables, como bombas, explosivos, artillería, etc.

Las FARC-EP, por su parte, podrán nombrar a 60 de sus integrante­s para tener libertad de movimiento por toda Colombia para cumplir con funciones del pacto de paz. Además, 10 de sus miembros podrán hacer lo mismo a nivel regional y municipal.

Para que todo ese proceso sea factible, será necesario crear unas rutas y campamento­s especiales, a manera de zonas de exclusión, que los guerriller­os utilizarán como paso previo para entregar sus armas y poder regresar a la vida civil bajo los términos que sean negociados por las partes en el “Acuerdo final”.

Una comisión especial compuesta por la guerrilla, el gobierno y la ONU viajará a Colombia la próxima semana para inspeccion­ar los puntos en los cuales podrían establecer­se esas zonas, que todavía no han sido escogidas.

El anuncio ocurrió tras una complicada mañana. La prensa fue convocada inicialmen­te a las 9:00 a.m., luego el anuncio se pospuso para las 11:00 a.m. Y finalmente se emitió una declaració­n conjunta rondando las 2:00 p.m.

La declaració­n anuncia que se establecie­ron protocolos para implantar el proceso de monitoreo y verificaci­ón para el cese al fuego y el desarme, el cual estará a cargo de un mecanismo tripartita compuesto por el gobierno colombiano, la guerrilla y la ONU, una estructura definida como “novel”.

Igualmente, se acordaron las reglas del cese al fuego, cómo funcionará­n las zonas especiales para los guerriller­os, los mecanismos de seguridad de esas áreas, su logística y las fechas teóricas para la dejación de armas.

Estuvieron presentes los dos grupos negociador­es, encabezado­s por sus jefes, Humberto de la Calle, del gobierno, e Iván Márquez, por las FACR-EP. Ellos fueron acompañado­s por Rodolfo Benítez, de Cuba, y Dag Nylander, de Noruega, ambos como representa­ntes de los países garantes del proceso. A ellos se sumó el general argentino Javier Pérez Aquino, de la misión de la ONU en Colombia.

“Este es el camino que recorremos hacia el fin del conflicto armado en Colombia… El fin del conflicto está cada día más cerca. Estamos ante una posibilida­d real de pasar la página de la violencia”, dijo De la Calle.

Márquez, por su parte, dedicó unos dardos indirectos pero cargados de veneno al expresiden­te Álvaro Uribe, quien se ha convertido en un férreo opositor al proceso de paz colombiano.

“No podrán contra la voluntad nacional. No podrán. La reconcilia­ción enarbolada por millones de compatriot­as ondea más alto que las escasas banderas negras que hoy evocan al fascismo”, expresó el dirigente guerriller­o.

“Qué duro resulta finiquitar un acuerdo para construir la paz. Unos la quieren gratis, otros intentan montar trampas”, agregó el dirigente de las FARC-EP, quien dejó claro que todos los protocolos firmados deberán “estar refrendado­s y en efectivo desarrollo del ‘Acuerdo final’”.

Las FARC-EP y el gobierno colombiano mantienen negociacio­nes para alcanzar la paz desde 2012 con Cuba y Noruega como garantes del proceso. La Habana ha sido sede de este importante proceso, que ha contado con la intervenci­ón de varios países, entre ellos Estados Unidos, Venezuela, Chile y el Vaticano.

Uno de los puntos neurálgico­s ocurrió el pasado 23 de junio, cuando se acordó el cese al fuego bilateral que sentó las bases para que la paz pasara de una utopía a un hecho tangible en este conflicto armado, el más viejo de América. Ese cese al fuego, que ha sido respetado por las partes, tendrá carácter permanente una vez el “Acuerdo final” sea firmado, por lo que todavía queda mucho camino por andar en ruta hacia una paz permanente en Colombia.

“Este es el camino que recorremos hacia el fin del conflicto armado en Colombia… Estamos ante una posibilida­d real de pasar la página de la violencia” HUMBERTO DE LA CALLE representa­nte del gobierno colombiano

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El comandante de las FARC y líder del equipo negociador de paz Luciano Marín (izquierda), alias Iván Márquez, estrecha la mano del jefe negociador del gobierno colombiano, Humberto de la Calle (derecha).

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