Olimpiadas vs Mundial de Fútbol
RÍO DE JANEIRO.- Es difícil pensar que algún día termine el debate de cuál evento es más grande o importante: los Juegos Olímpicos o la Copa Mundial de Fútbol.
En parte la complicación para contestar esa pregunta se debe a que en realidad son eventos bien diferentes.
En términos de valor deportivo, las Olimpiadas ciertamente tienen mayor alcance, debido a que implica a más países y más deportes, por lo que cuenta con más participantes.
Entretanto, la Copa Mundial es un solo deporte con una treintena de naciones participantes, pero es tan poderosa la atención que genera, que da la sensación de que el mundo se paraliza para ver cada partido.
Quizás se pueda traer a la consideración la perspectiva de lo que se vive en la sede de estos eventos.
Brasil ahora es sede de las Olimpiadas de 2016 y hace dos años albergó la Copa Mundial. Mi mayor recuerdo de aquel momento es la cantidad de personas que vinieron desde tantas partes del mundo, por avión, carro, en barco… y con tanta energía que no me hubiera extrañado que alguien hubiese llegado nadando también.
En 2014, Copacabana se llenó a más no poder. La gente dormía donde los cogiera la noche. La muchedumbre inundaba los estadios varias horas antes de los partidos. La expectación era increíble. Para la inauguración de los Juegos Olímpicos ayer, a dos horas de iniciar, por los alrededores todavía se podía caminar con calma.
En el caso de los Juegos Olímpicos, la venta de boletos indica que hay mucho respaldo al evento por parte del público, pero no se percibe esa fiebre, esa pasión que si viví durante la Copa del Mundo de 2014. La cosa está más sosegada.
Cabe mencionar que los medios locales no hablan de otra cosa que no sea de los Juegos Olímpicos, pero la gente en la calle sí habla de otras cosas. Y no tiene nada que ver con que estamos en un país loco por el fútbol, porque en Londres 2012, por ejemplo, la afición asistía a sus eventos y hacían ruido en las gradas, pero nada parecido a la locura del Mundial de Fútbol.
En fin, es difícil discernir cuál evento es más grande, pero es que las diferencias son abismales.