Las grandes enseñanzas están en los tropiezos
Queridos Alex y José:
El otro día les escribí para contarles sobre un logro que causó gran conmoción en nuestro pueblo.
Todo el mundo celebró cuando Mónica Puig ganó el primer oro de Puerto Rico en las Olimpiadas, pero les decía que lo más importante de aquella medalla soñada era que se trataba del premio a su lucha frente a la adversidad y los pronósticos que había en su contra.
En ese momento pensaba que había presenciado la gran lección que podía llevarles de estas Olimpiadas, pero estaba equivocado.
No sólo aprendemos con las victorias, sino que las grandes enseñanzas están en los tropiezos.
En el pueblo de Ponce hay un corredor llamado Javier Culson. Vino a Brasil para representar a Puerto Rico buscando su segunda medalla olímpica, pero ayer arrancó antes del disparo de salida y quedó fuera de la carrera.
Culson era uno de los grandes favoritos para ganar la carrera. Quizás eso es peor para los nervios que entrar con los pronósticos en contra como le pasó a Mónica.
Alex y José, Culson no se fue de las Olimpiadas derrotado ni por falta de compromiso. Todo lo contrario. Vino, trató y un resbalón no le dejó demostrar lo que es capaz de hacer.
Sin embargo, no se borró todo lo que había logrado. José, antes de que nacieras, ya Culson había regalado muchos momentos de alegría con medallas nunca antes alcanzadas en campeonatos mundiales y las Olimpiadas.
Al igual que en aquellos momentos, los puertorriqueños se volvieron a reunir ayer por una misma razón y luego se desbordaron en apoyo aunque no cruzó la meta. Eso vale tanto o más que una medalla, y Culson se lo ganó. ¿Cómo? Tratando y exponiéndose a cometer errores.
Alex y José, sí, va a doler cuando se equivoquen. Lloren, lloren mucho. Luego séquense las lágrimas y traten otra vez. Luchen contra los pronósticos como Mónica y no teman a tropezarse como Culson. Los ama, Papá