El Nuevo Día

“Las oportunida­des aparecen, pero uno tiene que buscarlas”

El testimonio de una joven puertorriq­ueña que abre el camino hacia sus sueños aprovechan­do cada oportunida­d que tiene disponible

- Ricardo Cortés Chico rcortes@elnuevodia.com Twitter: @rcorteschi­co

Madeline Candelas Torres “Siempre me preocupaba lo económico pero siempre me recordaban lo importante que eran mis estudios” “Además de la beca Kinesis, ellos (la fundación) me dieron mucha mentoría para poder seguir adelante “Todo el tiempo estoy buscando oportunida­des... Las oportunida­des aparecen, pero uno tiene que buscarlas”

Por momentos miraba un poco nerviosa el pentagrama que tenía al frente. Había olvidado el atril, así que improvisó con un taburete. Sacó su flauta y las notas comenzaron a fluir.

Variaba entre melodías serenas y música popular o folklórica. Cuando terminó, suspiró un tanto aliviada. Intentaba mostrar su instrument­o, el mismo que le estaba abriendo las puertas a sus sueños académicos.

Madeline Candelas Torres tiene 19 años. Se crió en Canóvanas. Como la gran mayoría de los jóvenes en Puerto Rico, los recursos económicos de su familia no eran holgados y estudió en el sistema público de enseñanza.

Desde que era niña aspiraba a trabajar con animales, recordó sonriendo. Una carrera en veterinari­a implicaba estudiar fuera del país, con los costos que eso acarrea. Eso cambió hace unos tres años cuando sufrió un ataque de epilepsia y comenzó a atenderse con un neurólogo. El funcionami­ento del cerebro la cautivó. Quería hacer lo mismo que sus médicos. En vez de animales quería trabajar con las personas y ese órgano principal que rige todo el funcionami­ento del cuerpo.

Todavía estaban los retos económicos, pero había varias cosas a su favor. La primera era su dedicación por los estudios. La segunda era aquella flauta que guardaba en un estuche negro.

Con la ayuda del programa Bright Stars fue dándoles forma a sus sueños académicos. El primer paso era estudiar biología. Pensó en la Universida­d de Puerto Rico. Aspiraba estudiar fuera del país, pero no veía cómo podía compaginar eso con su realidad económica, así que se inclinaba por un bachillera­to a nivel local.

“Siempre me preocupaba lo económico pero siempre me recordaban lo importante que eran mis estudios... las becas iban a ir apareciend­o”, relató Candelas Torres.

Solicitó sin mayores expectativ­as la beca de la Fundación Kinesis, que se dedica a ayudar a los estudiante­s que deciden seguir estudios universita­rios en el extranjero. Allí la ayudaron a solicitar una admisión en la Universida­d Loyola en Maryland. La aceptaron. Su vida cambió.

La acompañaba su flauta, la que aprendió a tocar cuando tenía unos 10 años en la escuela Rosa Bernard Ríos en Río Grande. Iba sola a comenzar una carrera universita­ria en un recinto y una ciudad que no conocía. Era la primera estudiante de su escuela superior, Georgina Baquero en Canónvanas, que iba a estudiar su primer año universita­rio fuera de Puerto Rico.

Recuerda los nervios de ella y su familia en esos primeros días. “Hablábamos por Face Time (videoconfe­rencias) todos los días”, dijo entre risas tímidas.

Al inicio tuvo un choque cultural. Los saludos afectuosos, las costumbres, no eran del todo bien vistas por los demás compañeros de estudios. También le extrañó saber que era muy poco lo que sus pares conocían sobre Puerto Rico, pese a que ya la crisis económica llenaba de titulares los diarios estadounid­enses y las noticias que se leían en las redes sociales y las páginas de internet.

“Me preguntaba­n si tenía pasaporte estadounid­ense, la relación política por ser una colonia o territorio de los Estados Unidos”, sostuvo.

Al poco tiempo de estar en el recinto comenzó a conocer a otros puertorriq­ueños que, como ella, habían salido de la Isla para estudiar allá. “Es algo que como que se siente (la presencia de otro puertorriq­ueño). Rápido uno se presenta y por el lazo cultural rápido creas amistades”, dijo.

Una vez acomodada en la universida­d comenzó a buscar oportunida­des. Consiguió un trabajo en el Centro Acuático del recinto como

risk manager, puesto que en términos prácticos le daba la responsabi­lidad de practicar los primeros auxilios a los que estén necesitado­s en una emergencia. Su flauta la llevó a convertirs­e en la primera mujer que entra al jazz combo de la universida­d y la primera flautista en la banda del recinto.

“Era difícil porque tenía que hacer muchas cosas a la vez. Era estudiar, trabajar, la música. No siempre podía comer a mi hora (ríe) pero siempre podía dedicarme y hacerlo todo”, señaló.

La búsqueda de nuevas oportunida­des continuó para Candelas Torres. Tras un año en la universida­d, solicitó a nuevas becas en otras universida­des y recibió una oferta de ayuda económica de la Olivet Nazarene University, una universida­d privada localizada en Bourbonnai­s, Illinois, que promueve la educación subgraduad­a desde una perspectiv­a cristiana.

Allí recibiría una beca por ser hija de un pastor evangélico, otra por ser aceptada como flautista en la banda de marcha y otra por excelencia académica.

“Todo el tiempo estoy buscando oportunida­des. Me cambié de universida­d precisamen­te porque me daban más becas y la universida­d está más acorde con mis creencias religiosas. Las oportunida­des aparecen, pero uno tiene que buscarlas”, dijo la joven universita­ria.

Su aspiración ahora, según explicó, es terminar sus estudios subgraduad­os y continuar hasta graduarse de medicina. En ese trayecto, le gustaría volver a estudiar en Puerto Rico, donde tiene bien entroncada­s sus raíces familiares y culturales.

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Madeline Candelas Torres se convirtió en la primera mujer flautista en la banda de su universida­d.

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