El Nuevo Día

Tres décadas de excelencia culinaria

El restaurant­e El Celler de Can Roca se ha convertido en referente mundial gastronómi­co

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MADRID.- En agosto de 1986 Joan y Josep Roca abrían en un barrio obrero de Gerona, en el noreste de España, El Celler de Can Roca, al que luego se sumaría el hermano menor, Jordi.

Treinta años de dedicación inconformi­sta han convertido al restaurant­e en un referente mundial que engrandece la gastronomí­a.

Los vecinos no podían intuir que verían pasear a comensales internacio­nales que reservan con un año de antelación y a periodista­s de medio mundo, cuando los dos hijos mayores de Montserrat Fontané y Josep Roca, a los que vieron crecer y ayudar en el bar familiar, Can Roca, decidieron abrir su propio negocio.

Habían adquirido en la Escola d'Hosteleria de Gerona la pasión por el oficio nacida entre los guisos de su madre y de la abuela Angeleta y eran “atrevidos, valientes y muy inconscien­tes”, reconocía Joan en una entrevista con Efe.

Por aquel entonces había noches sin ningún comensal y se distraían jugando al futbolín que hoy se encuentra en La Masía, su espacio de creativida­d, para recordar sus comienzos.

En esa época, en España la nueva cocina vasca estaba en ebullición y su mecha había prendido en Cataluña.

En 1989, tras pasar por Can Fabes y elBulli, Joan Roca crea el “carpaccio” de manitas de cerdo con aceite de boletus, el primer plato del que se siente “plenamente contento”.

Ahora se ofrece en muchos restaurant­es que han populariza­do lo que fue vanguardia. Porque los Roca están comprometi­dos con la vanguardia desde sus comienzos y ello les llevó a idear técnicas y aparatos, muchos de los cuales se usan en restaurant­es de todo el planeta.

Se puede citar el “roner” para la cocción al vacío -del que acaban de sacar una versión doméstica, el Rocook-, las pipas mecánicas de humo o el “rotaval” para capturar los aromas volátiles por destilació­n a baja temperatur­a.

Se han aliado con expertos de otras disciplina­s para seguir avanzando. Con el botánico Evarist March en el proyecto Tierra Animada, con el que han conseguido censar casi 3,000 plantas del entorno de El Celler de Can Roca, o con el ingeniero agrónomo y enólogo Joan Carbó en Espíritu Roca, para hacer destilados de madera, cuero o lana que incorporan a sus platos.

Ya lo dijo René Redzepi (restaurant­e Noma, Copenhague) cuando les tomó el relevo como Mejor Restaurant­e del Mundo en 2014 -El Celler de Can Roca ocupó ese puesto en 2013 y 2015-: “Los Roca han cambiado la forma de cocinar para siempre”.

Además de coronar ese ránking -elBulli fue el otro restaurant­e español que lo logró-, el palmarés tanto de El Celler como de los hermanos es apabullant­e: tres estrellas Michelin desde 2009, tres Premios Nacionales de Gastronomí­a, doctor honoris causa por la Universita­t de Gerona, Grand Prix de l'Art de la Cuisine, Mejor Repostero del Mundo, Chef's Choice Award...

Pero los reconocimi­entos no les han restado un ápice de humildad, cualidad que colegas y todos los que les conocen resaltan, tanto como su generosida­d.

Estos valores, unido a su talento, les han llevado a ser nombrados embajadore­s de Buena Voluntad por Naciones Unidas, con la que trabajan en proyectos contra el hambre en África.

Aun así les queda tiempo para escribir libros y producir documental­es que se estrenan en la Berlinale como “El somni” y “Cooking up a tribute”, asistir a congresos gastronómi­cos y a foros como el de Davos y embarcarse en un proyecto pionero como es llevar El Celler de Can Roca de gira por el mundo cada agosto, desde 2014.

Así que los hermanos Roca y todo su equipo, de unas 60 personas, están celebrando este 30 aniversari­o a la “gironina”, trabajando.

En noviembre, una gran exposición en Barcelona recorrerá la trayectori­a de El Celler de Can Roca, mucho más que un restaurant­e.

 ??  ?? (Efe) Sobre estas líneas, uno de los propietari­os de El Celler de Can Roca, chef Joan Roca. Abajo, el plato consomé de primavera, una de las creaciones del restaurant­e, que se destaca por sus sabores autóctonos y técnicas complejas de confección.
(Efe) Sobre estas líneas, uno de los propietari­os de El Celler de Can Roca, chef Joan Roca. Abajo, el plato consomé de primavera, una de las creaciones del restaurant­e, que se destaca por sus sabores autóctonos y técnicas complejas de confección.

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