Resistencia a la Junta
Reducir el salario mínimo (que ya, a $7.25 es insuficiente para vivir) y convertir a la gente joven en blanco particular de ese atropello, solo resultaría en un éxodo imparable de personas en edad productiva, con lo que se agravaría el preocupante desbalance demográfico que ya ha generado la crisis: el 21% del grupo trabajador se ha visto forzado al exilio en la última década.
Pero no basta con que los candidatos y candidatas digan hoy (cuando hay razones de sobra para no confiar en la palabra de algunos) que no aceptarían, en ese tema en particular, el actuar como gatilleros de la Junta de Control Fiscal.
La única respuesta digna a la imposición de la dictadura de la Junta –que viene a cobrar, no a enderezar finanzas ni a procesar a los culpables de la crisis– es el anticipo de una postura de absoluta no colaboración con ese nuevo yugo colonial.
Hemos visto muchas y diversas manifestaciones contra la Junta, pero ninguna sería tan contundente y eficaz como la de una gobernadora, con el respaldo de cientos de miles de votos, llevando la voz de esa resistencia, y exigiendo, a nombre del pueblo puertorriqueño, que los Estados Unidos, habiendo encendido ya el horno para la cremación del Estado Libre Asociado (ELA), asuman la totalidad de su responsabilidad y encaminen un proceso para nuestra descolonización. De eso se trata mi postura de no colaboración con la Junta de Control Fiscal.
Cualquier otra posición es arrodillarse ante los que piensan que los puertorriqueños valen $4. 25 la hora.