El Nuevo Día

Carta del editor Menú

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Con frecuencia los turistas que nos visitan, así como los compatriot­as que por una razón u otra ya no viven en la isla, aseguran que lo más que recuerdan, aprecian o añoran de Puerto Rico es su comida. Comer es parte de nuestra cultura. El chinchorre­o se ha convertido en el entretenim­iento favorito de muchos y se practica no solo como una actividad gastronómi­ca, sino como una oportunida­d para distraerse y reconectar con el paisaje del campo o de la playa al que nos tiene privado el trajín de la semana.

Una de las experienci­as más placentera­s consiste en ir a un restaurant­e favorito y pasear la mirada por un menú. Se produce una conexión mágica entre el sentido de la vista y el gusto ante la expectativ­a de qué manjar vamos a selecciona­r para esa ocasión, y ni hablar de los vinos y sobre todo de la oportunida­d de compartir con gente querida en la mesa.

Sin embargo, hoy no venimos a abundar en la descripció­n de esos placeres.

Hoy quiero enfocarme en aquellos que precisamen­te no tienen la oportunida­d de disfrutar de esa experienci­a.

Qué difícil se nos hace aceptar que en Puerto Rico hay miles de personas sin acceso a un plato de comida; que abren los ojos en la mañana con la incertidum­bre de no saber si contarán con algo que les llene el estómago.

Son muchos los escenarios sociales impactados. La población anciana y los hogares con un solo padre, así como las personas con impediment­os están entre los más afectados. Puede ser por la escasez de recursos económicos, porque problemas de salud les impidan prepararse una comida, o llegar hasta un supermerca­do o colmado a comprar alimentos, por el abandono de los familiares -situación que se acentúa con la salida del país de familias que dejan atrás a sus viejos.

Lo cierto es que este es un problema social real, alarmante, vergonzoso, no para quienes lo sufren, sino para el sistema y la sociedad que lo permiten.

En esta edición de Por Dentro hemos querido llamar a la atención a esta situación y resaltar la labor de las entidades y los individuos que han tomado acción para tratar de frenar lo que es a todas luces, un efecto de la crisis que vive Puerto Rico.

Lo importante es que todos. TODOS podemos hacer algo al respecto. Podemos donar alimentos, preparar una comida o entregar un plato.

En este domingo los exhorto a que conecten con esta verdad y se pregunten. ¿Cómo puedo ayudar?

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