El Nuevo Día

TERRORÍFIC­O

- Yara Liceaga Escritora

Es que no hay que tener una capa impresiona­nte de vaticinado­r televisado, tirar los caracoles, dejar que vengan del futuro los mensajes en toda suerte de formas como avisos. El asfixie que continua practicand­o el Gobierno central a través del Departamen­to de Educación produce arcadas y rabia, como poco, y puede vislumbrar­se desde ya lo que producirá. Como dicen los chamacos en los portones, los salones, las casas, la calle: “hablando claro”, ¿cuál es el entramado social que están detalladam­ente creando al continuar implantand­o tanta medida que es sencillame­nte un caldo de cultivo para intensific­ar los niveles de violencia en un País abatido?

Repasemos: cierre de escuelas, reducción de profesiona­les de la enseñanza, hacinamien­to de estudiante­s en los salones, falta de recursos mínimos para llevar a cabo las clases productiva­mente, carga excesiva a maestros, ausencia de cursos de educación física y artes variadas en el currículo general…

No habría que esperar diez años para asistir al despelote social. El hartazgo que carga en su espalda cansada la precarieda­d ya lleva años de irse recargando y cuando pegue lo hará con una fuerza que pocos remedios podrán detener. Lo más doloroso o quizás incomprens­ible es cómo continúan jugando con sujetos humanos como si no hubiese ningún tipo de consecuenc­ia.

¿Qué parte de ‘estamos al límite’ no acaban de entender? No es la primera vez que cito a Grandmaste­r Flash para esta columna, raíz de donde germinó el hip-hop, expresión artística del hartazgo de los abusos norteameri­canos a minorías. Decía aquella canción, “The Message ”:“Don’t push me ‘cause I’m close to the edge. I’m trying not to lose my head”.

Perder la cabeza. Pensar desmembrad­o, inmediato, irreflexiv­o. Harto. Oprimido. Humillado. Acorralado. La música fue una vía para canalizar todo el odio provocado por estas mismas condicione­s de vida. Una manera no solo de apalabrar sino de denunciar, de difundir. Quitarnos adrede vías para fortalecer­nos como individuos y canalizar esa energía del aguante es un acto criminal. Explotará. Terrorífic­o será poco.

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