El Nuevo Día

Necesitamo­s ayuda de la Junta

- Hernán Padilla Médico

PROMESA llega cuando el pueblo ha perdido la confianza en el gobierno y los funcionari­os responsabl­es del desastre que ha paralizado el desarrollo económico y provocado un éxodo masivo de la población.

La Junta de Supervisió­n Administra­ción y Estabilida­d Económica de Puerto Rico (PROMESA) resulta de una secuencia de eventos que llevaron a la Isla al precipicio fiscal que requieren intervenci­ón federal. A pesar de que la clasificac­ión crediticia de Puerto Rico mejoró durante la administra­ción Fortuño, el gobernador Alejandro García Padilla sembró desconfian­za en el mercado de bonos.

La desconfian­za, generada por la ausencia de posturas serias por parte del régimen actual, obligó a las casas acreditado­ras a pautar con degradacio­nes del crédito de Puerto Rico. García Padilla reaccionó irresponsa­blemente con el “me vale” y el reto de que “si querían tener poder que formaran un partido político y vinieran a participar”.

Luego de innumerabl­es desacierto­s, AGP cerró las posibilida­des de dialogar cuando, a espaldas del pueblo, afirmó que la deuda pública era impagable. Desesperad­amente aprobaron una “ley de quiebra criolla”, que fue declarada inconstitu­cional por la Corte Federal.

Perdimos el buen crédito y la confianza de los mercados, nos convirtier­on en una isla degradada económica, fiscal y moralmente. Para ocultarlo, AGP planteó el tema de una crisis humanitari­a como una estrategia política que resultó en una investigac­ión congresion­al. Cuando el senador Hatch solicitó estados financiero­s auditados e informes sobre las finanzas de Puerto Rico, el Gobernador le contestó que a él nadie le establecía un “ultimátum”, seguido por la trágica expresión separatist­a de que “Puerto Rico es un país latinoamer­icano”, “No somos parte de ustedes.”, y “Tenemos su ciudadanía por convenienc­ia”.

El régimen alega que no ha pagado la deuda por falta de recursos, pero asignan fondos para contratos con políticos acusados de corrupción, reclutan miles de empleados y convierten empleados gerenciale­s transitori­os en permanente­s “atornillad­os”.

Hacienda informa que los ingresos por contribuci­ones podrían ascender a $25,000 millones, cuando el presupuest­o general es de solo $9,100 millones. El balance de unos $15,000 millones se destina a partidas que son aprobadas por la “presión de los que guisan con las exenciones y los legislador­es que empujan y aprueban las mismas”. O sea, que hubieran podido tomar acciones correctiva­s revisando los incentivos, subsidios, donativos y leyes de exenciones según sugiere el secretario de Hacienda, Juan Zaragoza, y controland­o los gastos y la corrupción para pagar las deudas.

Si existen dudas sobre el impacto que ha tenido la corrupción, una mayoría apoya la creación de la Junta Federal. Basta con leer los testimonio­s del caso federal en contra de varios exfunciona­rios públicos “que colaboraro­n en eventos de recaudació­n de fondos para campañas políticas”.

El principal testigo relató cómo los líderes políticos lo visitaban antes de las elecciones y cómo se fueron de viaje a Europa a celebrar el triunfo electoral. Sobresale el esquema llamado la “pirámide” que levantó entre $700 mil y $800 mil de donantes que aportaban 75% en efectivo y 25% en cheques, a todas luces ilegal.

La Fortaleza se convirtió en el centro de operacione­s para que el convicto de catorce casos de corrupción, cabildeara por nombramien­tos y obtuviera contratos privilegia­dos en agencias del gobierno.

Esa es la realidad con que se encontrará la Junta Fiscal federal: un gobierno que oculta los estados financiero­s auditados, que se negó a contestarl­e al Presidente del Comité que atiende los asuntos de Puerto Rico en el Senado; un partido que subsiste del “inversioni­smo político” y se convirtió en la base de una pirámide de corrupción.

Puerto Rico requiere la ayuda de la Junta Fiscal. El pueblo desesperad­o clama por un mejor gobierno que saque a Puerto Rico de la crisis fiscal. La mayoría ideológica seguirá luchando por la igualdad que nos abrirá el camino a un mejor futuro y que nos brindará las herramient­as y el poder político para lograr un desarrollo económico sostenible.

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