Debates: un ejercicio futil en Puerto Rico
Las elecciones en nuestro país no dejan de ser un espectáculo más. Los Estados Unidos tienen alrededor de 300 millones de habitantes y sólo dos aspirantes para la presidencia de la nación en las elecciones de noviembre. El Partido Demócrata presentará a Hillary Clinton y, a pesar de no ser recibida con simpatía, el Partido Republicano acudirá a las urnas con Donald Trump.
Sin embargo, Puerto Rico, con cerca de 3.5 millones de habitantes, tiene seis candidatos a la gobernación para noviembre de 2016. David Bernier, Ricardo Roselló, María de Lourdes Santiago, Alexandra Lúgaro, Rafael Bernabe y Manuel Cidre, son los que pretenden la poltrona gubernamental. De ellos solo Bernier y Roselló se pueden considerar realistas con oportunidad. María de Lourdes tiene un respaldo del PIP, pero carece de un electorado que la sostenga, como se ha indicado en los pasados comicios. Cidre, Lúgaro, y Bernabe, aunque por milagro divino salgan victoriosos (as), carecen de estructuras a nivel de Senado, Cámara, y alcaldías para montar infraestructura alguna. Aun más, los asuntos puntualizados en los debates son más de lo mismo, ya hemos escuchado esos temas año tras año. A ninguno de ellos se le ha ocurrido la creación de un fiscal especial, tipo Ombudsman, para atacar la corrupción que ha dejado de ser un delito para convertirse en una cultura. Tal cosa no la puede atender un Contralor.
La apatía del pueblo parece ser un factor negativo para todos cuando lo que llama la atención en el país son las luchas entre facciones del PPD en la legislatura, los piquetes de los grupos en instalaciones privadas como hoteles y comercios como Walmart, la acción dudosa de Carmen Yulín Cruz de apoyar con fondos públicos las manifestaciones contra la Junta de Control Fiscal, las declaraciones del acusado Anaudi Hernández en la corte federal, y la actividad trillada de Clamor a Dios de Jorge Raschke, entre otros.
En resumen, los debates de los candidatos a gobernación para Puerto Rico pueden ser un ejercicio y actividad mediática pero no sirven como indicador para movilizar ciudadanos a ejercer un voto inteligente. Aunque se deben de llevar a cabo no consideramos que tendrán un efecto positivo para una modificación de conducta. Ángel L. Ortiz García
Catedrático