Agradecimiento a los servidores en el apagón
Muchos servidores públicos han ofrendado su cuota de sacrificio en el caos creado por el apagón del pasado miércoles, pero el trabajo realizado por miembros de la policía estatal y municipal, procurando el orden en las vías públicas, ha sido estoico y efi
Hasta ayer viernes, tres policías municipales habían resultado heridos al ser atropellados cuando se encontraban dirigiendo el tráfico. Un agente de la Policía Municipal de Guaynabo fue embestido por un auto en el sector La Muda, de esa jurisdicción. Otro agente, de la Policía Municipal de Bayamón, corrió la misma suerte cuando se encontraba en el cruce de las carreteras PR-29 y PR-890, y un tercero, agente adscrito al Municipio de Carolina, fue golpeado en la carretera 199, en Cupey.
Se unen varios factores en el complicado escenario: semáforos apagados, consecuencia inevitable de la falta de energía eléctrica, pero también mucha gente impaciente, que no acaba de comprender que en una situación de esa magnitud hay que ralentizar la actividad en las calles.
Debe reconocerse que, desde el primer momento, cuando se activó el plan de contingencia del Negociado de Tránsito, así como planes similares que existen en los distintos municipios, la coordinación ha sido ejemplar, y los policías movilizados han llegado a cubrir turnos a veces de diez horas, de pie bajo el sol candente, o incluso bajo los aguaceros que se han producido en estos días. La tarea de dirigir el tránsito no es tan fácil como parece, por el contrario requiere de buenos reflejos y sentido de la orientación, y está llena de momentos de tensión, sobre todo cuando hay que lidiar con conductores temerarios o simplemente desprevenidos, que en estas circunstancias son muchos.
Fue acertada la decisión del superintendente de la Policía, José Caldero, así como de los alcaldes, de retirar a los agentes de las intersecciones donde dan el tránsito cuando cae la noche. Ni aunque tuvieran equipo reflector apropiado, sería buena idea mantenerlos expuestos al peligro de esas carreteras en completa oscuridad. Mientras dure esta emergencia, los conductores deben ejercer el sentido común y la prudencia extrema al transitar de noche.
Por otra parte, aunque es inevitable que el País le esté exigiendo acción a la Autoridad de Energía Eléctrica y dirija su frustración a esa corporación pública, hay que reconocer que gracias a la labor titánica de sus empleados, sobre todo aquellos que han trabajado noche y día con la avería, se ha podido restablecer lo que se ha restablecido, evitando que el colapso se prolongue por un tiempo mayor. También ellos han doblado turnos y enfrentado riesgos, pero sobre todo la presión que existe de parte de los ciudadanos y del propio gobierno, para que la red eléctrica vuelva a la normalidad lo antes posible.
Aun dentro de la prisa que tenemos todos para tener electricidad, la prioridad debe ser la seguridad de esos trabajadores. Al fin y al cabo, ellos son también víctimas de una estructura obsoleta, que mientras más desfasada, más peligrosa es trabajar con ella.
En el Cuerpo de Bomberos, que ha estado atendiendo innumerables situaciones, también hay muchos héroes anónimos. La falta de electricidad ha provocado que no pocos ciudadanos se vean en apuros, y aunque no haya trascendido a los medios, ha sido necesaria la intervención de estos servidores públicos en varios casos. Los servicios de emergencia en general han cumplido, y en los hospitales, públicos y privados, se ha dado la milla extra para que el cuido a los pacientes se afecte lo menos posible.
Es asombroso, después de todo, lo mucho que se ha hecho con lo poquito que tenemos. En un Puerto Rico hundido en la debacle económica, por encima de todas las dificultades, son legión los hombres y mujeres que han brillado. A ellos y ellas, nuestro agradecimiento.