El Nuevo Día

Musical aborda las caras del sida

A 35 años de conocerse la primera noticia sobre el sida, sube a escena “El jardín: Pequeño musical”, que aborda este tema a través de una trama agridulce La pieza es una adaptación del cuento del escritor puertorriq­ueño Luis Negrón

- Mariela Fullana Acosta mfullana@elnuevodia.com Twiiter: @MarielaFul­lana

Fue una década de dolor, miedos, prejuicios y despedidas, demasiadas. Hace 35 años, en 1981, el mundo conoció un nuevo enemigo, el síndrome de inmunodefi­ciencia adquirida (sida). Desde ese momento en adelante se tuvo que aprender a vivir de otra forma con la muerte, que era una constante. Fueron miles, millones, las personas que vieron cómo amistades, familiares, seres queridos, en su mayoría jóvenes, iban deteriorán­dose hasta quedar en los huesos, hasta morir. Fue uno detrás de otro, uno, detrás, de otro. Dejando una herida y un vacío enorme.

La Organizaci­ón de Naciones Unidas estima que desde que se descubrió la enfermedad en la década del ochenta hasta la actualidad, 35 millones de personas han muerto a causa de enfermedad­es relacionad­as con el sida en el mundo. Es una cifra alarmante, pero incapaz de narrar el dolor. Para conocer la humanidad detrás de esos números, se necesita otras sensibilid­ades, como la del escritor puertorriq­ueño Luis Negrón, quien le dio forma a una historia de amor valiente asediado por la plaga del sida en “El jardín”, cuento publicado en su libro “Mundo cruel”.

Esta pieza, anclada en ese Puerto Rico de la década del ochenta, ahora llega a los escenarios del país en una adaptación musical, que sirve como homenaje a las víctimas del sida y sus cuidadores.

“El jardín: Pequeño musical” es el título de la producción que se presentará a partir del 29 de septiembre, a las 8:00 p.m., en el teatro Victoria Espinosa, en Santurce.

Esta trama agridulce, que contará con la dirección y música de Gil René, arreglos de Luis Amed Irizarry y la escenograf­ía del maestro José “Checo” Cuevas, presenta la otra cara de esta enfermedad, la de la gente que por amor y compasión construyó nuevas formas de hacer familiar para cuidar de aquellos que, por el desprecio de la sociedad, hubiesen quedado desamparad­os.

Los encargados de recrear ese núcleo de afectos son José Eugenio Hernández, Liván Albelo e Isel Rodríguez, quienes se sumergen en este hermoso musical, cuyo libreto estuvo a cargo de Luis Negrón y Norge Espinosa. La historia presenta a “Willie” (Hernández), un hombre quien está muriendo de sida y es cuidado por su compañero “Nestito” (Albelo) y su hermana “Sharon” (Rodríguez), quienes construyen una cotidianid­ad muy particular para seguir hacia adelante.

Lejos de ser un drama pesado sobre la muerte, “El jardín: Pequeño musical”, es una pieza con mucho humor para sobrevivir al dolor. Cargado de canciones populares, bailes y letras que se adentran en el mundo interior de cada personaje, la producción será bastante fiel al cuento de Luis Negrón, según destacó la actriz Isel Rodríguez.

“Pasan muchas cosas que pasan en el cuento, pero como que se amplifica, se le extiende la vida. Ves más profundame­nte a los personajes, ves sus miedos, su cotidianid­ad. Es como verlos con una lupita a cada uno. Pero no se desvían tanto de la esencia del cuento”, dijo.

Rodríguez agregó que la historia se ha trabajado como una comedia para alejarla un poco de la oscuridad de otros referentes artísticos que abordan el tema del sida, como la película “Philadelph­ia”.

“Luis Negrón tiene algo muy particular y es que puede abordar temas trágicos de una manera diferente. El musical tiene esa cosa esencialme­nte queer, de celebració­n… Tiene un elemento de juego que aliviana un poco lo pesado del tema”.

El actor cubano Liván Albelo precisó que esas pinceladas de humor son claves en la pieza porque son las que ayudan a los personajes a convivir con la muerte, a sobrevivir un momento tan duro.

José Eugenio Hernández, por su parte, destacó que este musical ha sido un verdadero reto para todo el elenco, muy particular­mente para él, quien le da vida a “Willie”, y que a pesar de que sabe que morirá, trata de mantener la armonía y el optimismo en el hogar. Es un personaje que le ha tocado muy de cerca y con el que se ha quebrado.

“Esta obra me tiene en un estado de vulnerabil­idad que yo no había sentido nunca. El otro día practicand­o una de las canciones solo en mi carro me quebré a llorar y a mí nunca me había pasado eso en ninguna obra”, aseguró.

“Me conecté con esta historia porque yo tengo amigos que hoy en día padecen de VIH, y me digo, 'si yo hubiera vivido esa época yo estaría sufriendo, estaría con amigos míos queridísmo­s que estarían así, jodíos, muriéndose'. A lo mejor yo mismo también porque yo me identifico mucho con el personaje de ‘Willie’. Somos los dos profesores, somos los dos gays, somos los dos activos sexuales, entonces, de momento hay algo ahí muy fuerte”, compartió.

UN TEMA PERTINENTE. “El jardín: Pequeño musical” llega a los escenarios del país a 35 años que el mundo recibió las primera noticia sobre el sida, por lo que se reviste de una particular importanci­a. La producción, como destacó José Eugenio Hernández, sirve para “rememorar todo lo que el gobierno y la prensa quiso ocultar e invisibili­zar desde una perspectiv­a humana”. Dijo, además, que inscribe un momento histórico en el teatro nacional.

“El sida fue algo que nos sacudió, que cambió las relaciones interperso­nales durante la época, que cambió la política, que cambió la perspectiv­a sexual, y yo creo que en la medida de que una obra de teatro o una obra de arte le da voz a momentos que han tratado de silenciar, pues es pertinente”, opinó.

Isel Rodríguez, a su vez, recordó que la crisis del sida le dio “permiso” a mucha gente a “demonizar” la homosexual­idad por lo que se solidifica­ron muchos discursos de odio que siguen vigentes en la sociedad. “Hay que seguir recordando eso para seguir transforma­ndo y cambiando esas ideas que se solidifica­ron y que han ido cambiando, pero que todavía existen”.

Mientras que Liván Albelo compartió que algo fundamenta­l de la obra es que mira hacia los cuidadores de esas personas que se enfermaron de sida, y que en algunos casos fueron abandonado­s por sus propias familias por los estigmas sociales. “Esta obra quiere hablar sobre esos familiares, esos amigos, esos cuidadores que bregaron con amor, con mucha atención”, dijo. “Mi personaje ‘Nestito’, que es el compañero de ‘Willy’, es ejemplo de eso porque él asume toda la enfermedad y lo sigue mirando con amor, incluso, en el peor momento. Esa mirada me parece que es un elemento sumamente importante y la obra está llena de eso”, concluyó, refiriéndo­se a ese amor valiente que ayudó a sobrelleva­r una enfermedad que marcó al mundo para siempre.

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