Terapias para la memoria
Beneficioso participar de ejercicios y estimulación cognitiva en personas con Alzheimer
¿Qué día es hoy? ¿En qué mes estamos? ¿En qué temporada estamos?
Son preguntas típicas para niños de grados primarios… y también para adultos con la enfermedad de Alzheimer.
Así comenzó la sesión de terapia de la organización OPAPA en la que hubo seis participantes, cada uno con un familiar o cuidador, que formaron un círculo con sus sillas. El inicio de la sesión es cuando se les ubica en tiempo y espacio, explicó Myriam Rodríguez, la trabajadora social del equipo multidisciplinario que ofrece el servicio por el que se cobra una tarifa. Siguió con las preguntas: ¿Dónde están? ¿Y Santurce es parte de qué municipio? ¿En qué parada estamos? Ante las preguntas, los participantes se miraban, lo pensaban unos minutos, algunos se reían. Al final alguno respondía tímidamente, o lo hacía su familiar. Algunos no encontraban la contestación. El nivel de respuesta se correspondía con lo avanzado de su condición, aun dentro de la etapa moderada del Alzheimer en que están todos los que participaban de esa sesión. Cada grupo, algunos en etapa leve y otros en moderada, reciben los servicios dos veces a la semana. Algunos llevan dos años tomando las terapias.
La finalidad de OPAPA –una de las pocas organizaciones que ofrecen servicios a personas con Alzheimer– es dar terapias de estimulación cognitiva, que activen la memoria, así como facilitar la socialización entre sus participantes y darles terapia física.
Esto último estuvo a cargo de la terapista recreativa Viviana Arvelo. “Vamos a hacer la rutina y, ¿qué hacemos, con qué empezamos?”, les preguntó la dinámica joven, quien luego escribió los pasos en la pizarra a medida que les iba preguntando: calentamiento, estiramiento, ejercicios de fortaleza y enfriamiento.
Al ritmo de música tropical, comenzaron a caminar en sitio, moviendo los pies, todos al ritmo de la música, incluido el participante que más problemas motores presentaba. Primero de pie y, luego, sentados, hicieron ejercicios de estiramiento y de coordinación, algunos con mucha facilidad y, otros, con lentitud en entender y seguir instrucciones. Algunos, incluso, necesitaban ayuda de su familiar o acompañante para hacer los movimientos.
Lo importante de la terapia es que tratan de seguir instrucciones, que tienen que usar su intelecto, que están en un grupo haciendo una actividad y socializando. Todo eso se recomienda para estimular el entendimiento de una persona con problemas de memoria.
La terapia continuó con bolas terapéuticas, que se pasaron como en el juego de papa caliente, primero hacia
la derecha, luego hacia la izquierda. Luego la colocaron entre los pies y trataron de levantarla, luego la patearon. “Vamos a hacer un minitorneo. Vamos a patear la bola y vamos a meterla entre esas dos canastas“, les anunció Viviana. Hicieron chistes sobre patear la bola, se aplaudieron, se animaron repitiendo el nombre de aquel a quien se le hacía difícil seguir la instrucción. Al finalizar la parte física, hicieron una pausa para tomar una merienda y luego retomar la sesión haciendo adivinanzas.
Una investigación realizada el año pasado que evaluó participantes de OPAPA, entre otros, reveló que quienes asisten a este tipo de centro tienen mayor calidad de vida y más herramientas para lidiar con el diagnóstico que aquellos que no lo hacen. Ese beneficio de las terapias también lo identifican los familiares.
Titi Clemente va a las terapias de OPAPA con su hermana, quien tiene 63 años, y recibió el dignóstico hace 12 meses. Recordó que los síntomas comenzaron hace cuatro años y que inicialmente los médicos creían que tenía un problema de tiroides. Con las terapias, “pone más atención. Está más ubicada”, resaltó sobre el beneficio para la mujer, que trabajaba como secretaria.
Mientras, otra de las familiares habló sobre su mamá, quien tiene 74 años y fue diagnosticada hace una década. “A ella le gusta, (por lo menos) no está viendo la televisión. (Esto) la saca de la rutina. Está tranquila, está más alegre. Ha hecho actividades que antes no había hecho, como las manualidades”.
La esposa de Víctor M. Jurado Walter tiene un año más, 75, y hace siete años que fue diagnosticada. A raíz de ese hallazgo, Víctor tuvo que hacerse cargo de la cocina, del cuidado de la casa, de ayudarla a vestir, de supervisarla en las cosas que hace. “Es fuerte. Era bien introvertida, pero con la condición ha ido cambiando su personalidad”, señaló el hombre, que acompaña a su esposa a las terapias. “Lo bueno es que aquí sigue al grupo, en casa no sigue los ejercicios. Se mantiene más activa”, afirmó, minutos después de explicar que él también tiene un hermano afectado con esa condición.
Los interesados pueden llamar al (787) 696-1159 o escribir a opapapr@gmail.com.