Privatizar la AEE ahora
Nos es difícil contener la rabia. La Autoridad de Energía Eléctrica le ha vuelto a fallar al país. Para levantarse, Puerto Rico requiere de energía confiable a un precio razonable. Hoy está más lejos que nunca de estos objetivos.
El camino emprendido hace dos años de confiar en AlixPartners y su oficial Lisa Donahue probó ser infructuoso. Lejos de haber enderezado la AEE, la Autoridad bajo Donahue (1) fracasó en ofrecer un servicio confiable, (2) fracasó en negociar un acuerdo justo con los bonistas y (3) fracasó en proponer una estructura tarifaria razonable.
No soy ingeniero, pero los hechos hablan por sí solos. La explosión del pasado 25 de julio en la Central Aguirre pudo haberse achacado a un evento fortuito. El desastre de septiembre es sinónimo de incompetencia y mala administración.
El “Restructuring Support Agreement” (RSA), acuerdo de la AEE con los bonistas, es injusto con Puerto Rico. La AEE constantemente miente al decir que consiguió un 15% de descuento en la deuda. Falso. A gran parte de los bonistas, incluyendo las aseguradoras (“monolines”), se les pagaría 100 centavos por cada dólar de deuda. Se podría argumentar que esto fue lo mejor que se pudo conseguir sin un marco legal de reestructuración de deuda. Ahora existe PROMESA y es imperativo renegociar el acuerdo. No es posible tener un nuevo comienzo en la AEE con un legado de $9 mil millones en deuda.
Finalmente, la propuesta estructura tarifaria sometida por la AEE a la Comisión de Energía es una vergüenza. La AEE solicita un aumento en la tarifa de cerca del 26%. En vistas congresionales Donahue indicó que no tenía ni idea del impacto que esto podría causar en la economía de Puerto Rico.
Peor aún, la AEE propone mecanismos para mantener su monopolio y control. Una de las solicitudes de la AEE a la Comisión es que, si un empresario está desarrollando un proyecto para competir con la AEE y tiene clientes dispuestos a abandonar la AEE, entonces la AEE pueda ofrecer tarifas especiales disponibles solo para los clientes potenciales del proyecto y así impedir que surjan alternativas a la AEE.
Es momento de decir basta. Se debe proceder con la privatización total de la AEE. No llego a esta conclusión a la ligera. Es que pienso que no es factible domesticar al monstruo, que hay que matarlo. Me siento más cómodo descansando en la Comisión de Energía que en la AEE para lograr energía confiable a precios razonables.
La AEE se debe vender en pedazos, con las diferentes plantas generatrices pasando a distintas compañías que competirían entre ellas y con nuevos proyectos de energía en venderle electricidad a la compañía responsable por la transmisión y distribución.
El desempeño de la AEE ha sido tan paupérrimo que, aunque en teoría podría manejar transmisión y distribución, en la práctica es mejor que no lo haga. El desempeño del Aeropuerto Luis Muñoz Marín con Aerostar bajo un contrato de Alianza Público Privada me hace pensar que, en la realidad de Puerto Rico, una compañía privada bajo la supervisión de la Comisión Reglamentadora funcionaría adecuadamente.
La privatización y liquidación de la AEE generaría apenas un pequeño porcentaje de lo adeudado a los bonistas. Eso es problema de los bonistas. Se pasaría a los bonistas el total de lo recaudado por el proceso de privatización. La diferencia entre lo adeudado y lo recaudado sería la pérdida que tendrían que aceptar los bonistas. Le prestaron a una corporación que quebró, por lo que los acreedores tienen que aceptar sus pérdidas. A decir verdad, la AEE estaba quebrada antes de la última emisión de deuda y aun así los bonistas le prestaron porque contaban con que la AEE utilizara su poder monopólico para exprimir a las empresas y ciudadanos residentes de la Isla.
Llevamos décadas tratando de enderezar la AEE. Administraciones populares y PNP fracasaron. Basta. Es tiempo de privatizar la AEE y emprender un camino distinto.