Correr y escribir
Reclamar su cuerpo, reclamar –desde él su oficio de escritora (dada su “particular propensión a trabajar ‘desde’ el cuerpo”), además de reclamar los espacios de la ciudad donde vive: eso hace Mayra Santos Febres en estas crónicas que describen las rutas urbanas por donde corre sin parar. Los ritmos de su carrera van definiendo un entorno cuyos retazos de historias comparte con los lectores, señalando cambios sucesivos que no son solo materiales sino también sociales: desaparecen arrabales, aparecen edificios, puentes, parques...
También el cuerpo cambia y cambia la manera de ver la vida. La escritura – y la carreramarcan asimismo esa otra historia de conflictos siempre presentes para las mujeres que han dado paso a otras vidas a través de sus cuerpos. Ser instrumento –vía- para que nazcan otras personas deja un saldo, incluso físico: el cuerpo se deforma, pierde flexibilidad y autonomía; lo propio cede su precedencia. Mayra, corriendo, debe regresar a casa para amamantar; se lo dice el cuerpo. Más adelante no puede prescindir, para correr, de su impedimenta, es decir, su bebé. En ocasiones, mientras corre frente al mar, se enfrenta al terror que cae como un fardo sobre el ánimo: la imposibilidad de salvaguardar al hijo –a los hijos- de los posibles futuros que los aguardan por “los caminos de las marejadas”.
Atrapadas –ella y todas- en “un extraño laberinto” de deberes, ambiciones y deseos encontrados, su paso en la carrera (y en la vida) se ve constantemente interrumpido. Hay restricciones, reglas, servidumbres insoslayables: son vallas invisibles que obstaculizan el camino. Hasta aquí sí, hasta allá no. Reconocimiento y respeto (condicionados) sí; admiración (a regañadientes) a veces. Hasta ahí llegamos.
La carrera de Mayra por la ciudad y por la vida es, pues, una crónica del cuerpo femenino: sus ritmos y rebeldías; sus temidas decadencias; sus posibilidades así como sus triunfos. Es, sobre todo, una crónica de la rabia liberada mientras se corre hacia una meta que se construye al avanzar luchando contra la conformidad y el desaliento. La corredora se impone un maratón tan real como existencial... y es una vencedora.
Mayra cuenta su historia mientras corre (y escribe) precisamente para aliviar su peso. Correr tras el padre; correr para alejarse de las rutinas domésticas agobiantes; correr para retener el vigor y la juventud, para reivindicar la pertinencia del cuerpo, para negar sus servidumbres. Y correr también para escribir, para encontrar, gracias al cuerpo reclamado, a la mente liberada, la respuesta elusiva a los reclamos del texto: la palabra justa, la frase adecuada, el final anhelado. Ella corre, sobre todo, para “explorar los límites del cuerpo, de las palabras”.
En el 2007 otro corredor y escritor, Haruki Murakami, publicó un libro de ensayos titulado en inglés “What I Talk About When I Talk About Running” donde aúna, como Mayra, ambos oficios o aficiones: “For me, running is both exercise and a metaphor. Running day after day, piling up the races, bit by bit I raise the bar, and by clearing each level I elevate myself... In long-distance running the only opponent you have to beat is yourself, the way you used to be.”
Toda vida es una carrera tendida, ¿hacia qué? Las respuestas son tantas como personas hay. No se puede parar de correr, como no puede un artista dejar de pintar, ni un escritor de escribir, ni una madre de querer a sus hijos y temer por ellos. “Una vez uno se detiene”, escribe Mayra, “al mundo se le detiene algo con uno adentro”. (CDH)