Pelo malo, pelo rebelde
Cuando la libertad no es un mero anhelo o una quimera, sino una necesidad desesperante, una cuestión de vida o muerte, se lucha por conseguirla del modo que sea. Nuestra historia de portada de hoy habla de cómo el ingenio, la creatividad y la sagacidad, entran en función de la lucha por la libertad.
A su regreso de Colombia, tras participar de la beca de periodismo cultural de la Fundación Gabriel García Márquez, para la cual fue seleccionada entre un nutrido grupo de periodistas latinoamericanos, la reportera Mariela Fullana Acosta compartió conmigo el tema central del trabajo investigativo que desarrolló como parte de ese intenso taller, en Cartagena de Indias y como había iniciado realmente el mismo partiendo de un elemento en común entre el país sudamericano y Puerto Rico: la cultura afrocaribeña.
En específico el relato de cómo las esclavas africanas tejieron mapas hacia la libertad de sus familias en las trenzas que realizaban en sus cabellos me voló la cabeza.
Mi mente cinematográfica imaginó esos instantes de secretividad, de complicidad por un bien común.
Si de manera despectiva se le llama al pelo africano “malo” o “rebelde” en este caso los adjetivos tenían razón porque esa “maldad”, esa “rebeldía” era en pos de recuperar la libertad que se les había arrebatado, simplemente porque otra cultura se creyó superior y los vio no como seres humanos sino como un medio para alcanzar el enriquecimiento.
La travesía realizada por Mariela, de Loíza a Cartagena nos reafirma los elementos que nos hermanan en el Caribe. Prevalecen los prejuicios, la marginación, los complejos, pero de igual modo la alegría, el querer buscarle el lado jocoso a cualquier situación.
Les invito a que se adentren en este magnífico relato de un viaje único, lleno de color y calor, de palabras que se dicen y otras que se sugieren.
Sobre todo se trata de un rico ejercicio periodístico de esos que llevan a renovar votos con esta profesión.