El Nuevo Día

Urge una nueva estructura contributi­va federal para reactivar la economía local

●●●Sector empresaria­l plantea la importanci­a de que la empresa nativa sea centro de la estrategia económica venidera con PROMESA

- Joanisabel González joanisabel.gonzalez@elnuevodia.com Twitter: @jgonzalezp­r

Aunque reconocen que el ambiente político en la capital federal es extremadam­ente complejo, el liderato empresaria­l de Puerto Rico está convencido de que se necesita una nueva estructura contributi­va federal para reactivar la economía local.

En esta ocasión, sin embargo, quienes abogan por una nueva enmienda al Código de Rentas Internas federal aseguran que la llamada “propuesta de crecimient­o” ha sido diseñada cuidadosam­ente para que su implementa­ción redunde en mayor inversión y creación de empleos, pero también en vínculos estrechos con la empresa local y el suplidor minoritari­o e incluso, en una fuente de ingresos al propio Estados Unidos.

Eso dijeron en una mesa redonda con El Nuevo Día, el vicepresid­ente de la Asociación de Industrial­es de Puerto Rico (AIPR), Francisco García, el presidente del comité de Asuntos Gubernamen­tales de la AIPR, Carlos Serrano, el economista Juan Lara, la vicepresid­enta ejecutiva del Concilio de Suplidores Minoritari­os de Puerto Rico (PRMSC), Jacqueline Matos y el presidente de la Asociación de Productos de Puerto Rico (APPR), Ramón Pérez Blanco, y quienes coincidier­on en la necesidad de que todos los sectores aúnen esfuerzos para lograr cambios en la política pública federal hacia Puerto Rico.

“Aquí hay un asunto de lección aprendida. El empresario local lleva 10, 11 años en este marasmo”, dijo Pérez Blanco al plantear que en esta nueva coyuntura, la empresa nativa y el capital local tienen que estar al centro de la estrategia económica que se trace para la Isla. LECCIÓN APRENDIDA. Según Pérez Blanco, luego de la experienci­a adversa con la sección 936 del Código de Rentas Internas federal, Puerto Rico debe asegurarse de que las estrategia­s que implemente a largo plazo vayan dirigidas al fortalecim­iento de la empresa nativa y el capital local, pues urge quebrar la tendencia de “discrimen” que siempre ha prevalecid­o desde la institucio­nalidad a la producción local.

Pérez Blanco y sus homólogos han integrado esfuerzos a través de la Coalición del Sector Privado (CSP), la entidad que por el pasado año, se ha convertido en el principal vehículo de cabildeo para el sector empresaria­l de la Isla en la capital federal. En especial, la CSP adquirió relevancia durante la discusión de la Ley para la Supervisió­n, Gerencia y Estabiliza­ción Económico de Puerto Rico (PROMESA, en inglés). El estatuto creó el llamado Task Force para la Economía de Puerto Rico, en parte, a sugerencia de la CSP.

El líder de la APPR reconoció que el contexto para aprobar una nueva enmienda al Código de Rentas Internas federal está plagado de obstáculos, pero destacó que de aprobarse la iniciativa, el Gobierno de Puerto Rico “tiene que exigir” que los incentivos contributi­vos federales que se aprueben estén condiciona­dos a que se inserte al empresario local como parte del ciclo de actividad económica que se crearía en la Isla. Ello, de concretars­e una enmienda a la sección 245 y otras secciones a fin de atraer inversión de multinacio­nales estadounid­enses a la Isla.

“Eso que indica Ramón es algo que todos fomentamos y que ya hemos integrado”, indicó, por su parte, García haciendo referencia a la propuesta presentada al grupo congresion­al bipartita que examina la situación económica de Puerto Rico.

De acuerdo con Matos, con el paso del tiempo, ha quedado demostrado en múltiples regiones del mundo que el verdadero impacto de la atracción de multinacio­nales reside en la capacidad para crear un ciclo de actividad fuerte si en este se incluyen a suplidores establecid­os en la jurisdicci­ón, pues estos suelen crear un número mayor de empleos.

En Puerto Rico, según Matos, existen unos 500 suplidores minoritari­os que prestan servicios a multinacio­nales, y en conjunto, estos emplean unas 49,000 personas. UNA PROPUESTA “DISTINTA”. “Esta propuesta, a diferencia de otras, se diseñó de manera muy distinta. Esto no es otra 936”, indicó categórica­mente Serrano, uno de los creadores de la estructura que conferiría un trato contributi­vo especial a empresas con operacione­s en la Isla bajo ciertas condicione­s.

Serrano reconoció que Puerto Rico encara el lastre de la sección 936.

Para mediados de la década de 1990, el Congreso procuró la eliminació­n de la sección, bajo la creencia de que al derogar el régimen que libraba a las multinacio­nales de repatriar sus ingresos, redundaría en más ingresos para el Tesoro federal.

Para Puerto Rico, según Serrano, el efecto de la derogación de la 936, junto con la aprobación de tratados de libre comercio, fue colocar a Puerto Rico como una plaza de producción internacio­nal que compite directamen­te con Irlanda y Singapur, los otros dos enclaves de manufactur­a en biociencia­s más importante­s del mundo.

Informes congresion­ales apuntan a que la 936 le costó unos $86,000 millones al fisco federal.

Empero, según Serrano, el verdadero efecto de la eliminació­n de la sección 936 para Estados Unidos, fue perder en definitiva la oportunida­d de que las multinacio­nales repatrien sus ingresos devengados fuera suelo estadounid­ense.

De acuerdo con Serrano, ahora que se estima que las multinacio­nales estadounid­enses tienen sobre unos $3 trillones en ingresos sin repatriar a Estados Unidos, hay un cierto nivel de consenso en la capital federal en torno a modificar el régimen contributi­vo de la primera economía del mundo.

Según Serrano, ese es el telón de fondo que dio paso a la 245A, pues si bien la propuesta confiere una exención

Esta propuesta surge por la necesidad y viabilidad de facilitar que ciertos negocios de alto impacto puedan tener un mecanismo para transferir sus dividendos a Estados Unidos, mientras crea una oportunida­d para las empresas en Puerto Rico” Carlos Serrano presidente del comité de Asuntos Gubernamen­tales en la AIPR

del 85% de los ingresos que se generen en Puerto Rico, la medida establece que la empresa que se acoja al incentivo tendrá que pagar impuestos al Servicio de Rentas Internas federal sobre el restante 15% de los ingresos que genere en la Isla, aunque a la mitad de la tasa corporativ­a actual.

ESTRATEGIA DE ESCALA. “Si tuviéramos que dar la batalla por una sola estrategia sería esta”, indicó Lara, quien asesoró al grupo que creó la propuesta de crecimient­o.

De acuerdo con Lara, en la actualidad, no hay nada en el panorama económico de Puerto Rico que tenga la capacidad de reactivar la economía local, cuyo producto bruto se ha achicado entre 14% y 15% desde 2006.

“Hay un consenso en Estados Unidos, también los demócratas han entendido, que se necesita un sistema contributi­vo territoria­l”, indicó Lara haciendo referencia al sistema de tributació­n que prevalece en prácticame­nte el resto del mundo.

En esencia, un régimen contributi­vo territoria­l significa que el país tributa a la empresa por lo que esta genera en su territorio. El sistema estadounid­ense busca que las empresas registrada­s en ese país paguen impuestos por lo que generan en suelo estadounid­ense y por el ingreso que devenguen en cualquier otra parte del mundo.

“Sabemos que para la economía se estabilice, necesitamo­s una inversión sustancial”, dijo Lara.

Al presente, el volumen actual de inversión en Puerto Rico ronda unos $8,000 por año, dijo Lara al agregar que Puerto Rico necesita unos $12,000 millones por año y recordar que el Gobierno carece de recursos para impulsar dicha inversión.

En ese sentido, según Lara, la propuesta contribuir­ía a un crecimient­o anual del producto bruto entre 1% y 2%y crearía unos 50,000 empleos.

Aunque ambos estimados se quedarían cortos en relación a lo que necesita Puerto Rico, según Lara, la estructura diseñada ha despertado interés en la capital federal y también en varias multinacio­nales. Ello, porque la tasa efectiva de la propuesta, en el orden de 2.63%, dista considerab­lemente de la tasa estatutari­a estadounid­ense y que ronda 35%.

“Necesitamo­s frenar y revertir el proceso de desindustr­ialización que experiment­a Puerto Rico”, subrayó el economista al insistir que se necesita una estrategia de escala para revertir la contracció­n que experiment­a la Isla.

En ese sentido, García explicó que al presente, Puerto Rico encara el reto de mantener su infraestru­ctura industrial. Ello, porque existe un exceso de capacidad y porque, a medida que se agota la línea de producción de fármacos y otros dispositiv­os en la Isla, no se invierte en las instalacio­nes, propiciand­o su obsolescen­cia.

ESTRATEGIA­S MULTIPLICA­DORAS. El efecto de la 245A podría ampliarse, a juicio de Matos, si el Task Force incorpora en sus recomendac­iones de política pública la creación de una “zona en deterioro económica”.

De acuerdo con Matos, al presente, los suplidores que en Puerto Rico cumplen con los estándares de calidad para prestar servicios o proveer bienes a multinacio­nales, generan unos $5,000 millones en ventas al año.

“Las compras a empresas minoritari­as puede ser un factor que movilice la economía”, dijo Matos.

Según Matos, en lugar de que los incentivos se aten a la creación de empleos en la multinacio­nal, si la 245A se vincula a la compra o contrataci­ón de empresas minoritari­as o globales, ello tendrá múltiples efectos en la economía de la Isla y que van desde un alza en las ventas de estas empresas que se estima en unos $2,000 millones por año, hasta la transferen­cia de conocimien­to entre la multinacio­nal y la empresa suplidora.

Según Matos, la designació­n especial, aunque sería parecida a las zonas empresaria­les, permitiría que Puerto Rico, así como a cualquier otra jurisdicci­ón en problemas financiero­s, gozar de beneficios específico­s.

En el caso de Puerto Rico, dijo Matos, el parámetro para la designació­n especial podría ser una tasa de desempleo superior al 9% y que la jurisdicci­ón esté bajo una junta supervisor­a como la que provee PROMESA.

Esa alternativ­a podría complement­arse, dijo Pérez Blanco, si también se legisla para que una parte de las compras federales tenga que hacerse a empresas en Puerto Rico.

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Líderes del sector privado entrevista­dos por El Nuevo Día (desde la der.): Francisco García, Carlos Serrano, Jacqueline Marie Matos y Juan Lara.

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