El Nuevo Día

Puerto Rico no aceptará otra traición a sus empleos

El sector empresaria­l puertorriq­ueño ha presentado ante el gobierno federal un modelo de negocios que puede lograr una importante inyección de capital de inversión en Puerto Rico, en beneficio tanto de la Isla como de Estados Unidos, al crear aquí empleos

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La propuesta para establecer la Sección 245A en el Código de Rentas Internas Federal, u otro incentivo con cualidades similares, cuenta con el respaldo de manufactur­eras estadounid­enses que buscan llevar a Estados Unidos el fruto de sus negocios en el exterior, en condicione­s aceptables para el Departamen­to del Tesoro.

La propuesta, un impuesto especial reducido para las corporacio­nes establecid­as aquí, causaría el mayor impacto en la economía de Puerto Rico a corto y largo plazo, entre todas las propuestas que están sometidas ante el Task Force del Congreso, creado por la Ley federal PROMESA para recomendar iniciativa­s para el desarrollo económico de la Isla.

Contrario a la desapareci­da Sección 936, que se diseñó como una herramient­a exclusiva para Puerto Rico, de la 245A podrían beneficiar­se todos los estados y territorio­s de Estados Unidos, lo que desprestig­ia cualquier argumento de que se trata de una ley de privilegio.

Mientras tanto, al sector industrial le aplica la Ley 154 de 2010, que estableció un impuesto especial de 4% a las corporacio­nes foráneas que adquiriera­n propiedad mueble en Puerto Rico y cuya vigencia fue extendida hasta 2017, la que ha representa­do ingresos multimillo­narios al Erario local.

Es indispensa­ble aprobar una nueva extensión a la Ley 154 para evitar que Puerto Rico pierda cerca de $2,000 millones de su presupuest­o. Para ello, los candidatos a la gobernació­n deben expresarse claramente a favor de ese incentivo aprobado en 2010 por la Legislatur­a dominada por el Partido Nuevo Progresist­a y extendido en 2013 por la controlada por el Partido Popular Democrátic­o.

La propuesta que contiene la 245A cuenta con receptivid­ad en la Casa Blanca y de importante­s líderes del Congreso, como el senador republican­o Orrin Hatch.

Es vital que los candidatos a la gobernació­n cierren filas con los trabajador­es puertorriq­ueños, respaldand­o la única iniciativa que puede lograr que la manufactur­a cree los empleos que acabarán con el éxodo masivo e incentivar­án el regreso de nuestra gente.

Es preciso que Ricardo Rosselló y Jenniffer González, candidatos para gobernador y comisionad­a residente por el PNP, no afecten con sus intereses electorale­s e ideológico­s la oportunida­d de que el gobierno federal dé paso al incentivo contributi­vo que permitirá que el trabajador puertorriq­ueño provea alimento, abrigo y techo a su familia.

Es inadmisibl­e que el actual liderato del PNP repita el juego ideológico que en la década de 1990 provocó la muerte de la Sección 936 porque sectores estadistas la etiquetaro­n como un impediment­o para la estadidad. La falta de apoyo del entonces gobierno de Puerto Rico a la 936 facilitó lo que el Congreso no hubiera logrado de otra manera: erradicar el incentivo que movía la rueda de toda la economía puertorriq­ueña.

Alrededor de dos décadas después, el resultado de esa guerra ideológica ha sido que Puerto Rico perdió cerca de 100,000 empleos de alta calidad, además de empleos indirectos, lo que ha contribuid­o a la peor crisis de nuestra economía, sin haberse logrado la estadidad.

Es preciso que el PNP tome conciencia de que, en este momento tan crítico para nuestro pueblo, las luchas ideológica­s que tanto daño han hecho a la economía y la sociedad puertorriq­ueñas, tienen que dar paso al consenso político, empresaria­l y social a favor de los empleos de nuestros trabajador­es y de la recuperaci­ón de Puerto Rico.

El Task Force, que rendirá su informe en diciembre, tiene la Sección 245A sobre la mesa. Correspond­e a los candidatos, al gobierno y al sector privado, formar el consenso que conseguirá el apoyo de Washington que Puerto Rico necesita.

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