RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
Guía para resolverlos y convivir en paz
El conflicto es una realidad del diario vivir inherente a todos los seres humanos. Especialmente, porque casi siempre está determinado por las diferencias de opiniones, expectativas, creencias y valores, entre otros factores. Sin embargo, la realidad es que muy pocas veces sabemos cómo afrontarlos de forma positiva para lograr que esas diferencias den paso a un intercambio fructífero sin menoscabar las ideas o posiciones del otro.
De hecho, hoy día es común que pase lo contrario, prima más la agresividad y el “yo tengo la razón y tú no”, no se tiene en cuenta lo que tiene que decir el otro, se humilla y siempre se quiere ganar sin importar las consecuencias. Eso lo conoce de primera mano la licenciada
Ixa López Paláu, quien dice que el conflicto ha sido el eje y la materia prima de su trabajo por los últimos 30 años, tanto como abogada, oficial jurídico, juez o mediadora.
Precisamente, esa experiencia acumulada como interventora en conflictos es lo que presenta en su nuevo libro, La penúltima isla, de la Editorial Luna Llena, con el propósito de que sea una “guía para resolver conflictos y convivir en paz”, como plantea en la misma portada de la publicación.
“He sido mediadora en conflictos de terceros y llegó el momento de verlo de una forma distinta”, afirma López Paláu, quien cree que con tantos años observando y mediando en estos procesos, era momento de llegar a conclusiones.
Es lo que ha hecho con su nuevo libro que, según dice, se diferencia de otros que ha escrito -sobre la violencia hacia la mujer o la pensión alimentaria-, porque no todos nos divorciamos ni todo el mundo pasa por el trauma de la violencia doméstica o de pensión alimentaria, temas que trabajó en la década de los 90.
“Pero todos hemos tenido que lidiar con algún conflicto en algún momento. Yo he atendido miles de conflictos y siempre le pregunto a la gente si han tomado algún curso de resolución de conflictos y la mayoría dice que no. Por eso, la aportación grande que hace este libro es que ahí se funden los principios básicos, los más importantes que tratan sobre la resolución de conflictos”, expone la escritora, quien hace una comparación entre el conflicto y el concepto que tenemos del tiempo, algo que nos afecta a todos por igual.
“Tenemos un reloj, pero la mayoría no sabe cómo funciona. La base de la conflictología es detenernos a abrir el reloj; detenernos a ver cómo funcionan los elementos involucrados para poder entenderlo y poderlo manejar o afectar de alguna forma esos elementos”, explica López Paláu.
Cuando se hace eso, dice que ahí se observa, por ejemplo, cómo operan los valores y la ética desde los cuales se aborda un conflicto; cómo opera la comunicación, el arte de establecer diálogos, el ejercicio de saber escuchar al otro, de identificar sus necesidades para poder hacer propuestas que incluyan las necesidades del otro.
“Esa es para mí la base de una solución o de unos acuerdos. Difícilmente nosotros podemos hacer un acuerdo donde no se tomen en cuenta nuestras necesidades. Por eso es importante también yo poder identificar las necesidades del otro y, para poder hacerlo, tengo que estar muy consciente de mis limitaciones”, agrega.
En ese sentido, dice que la primera limitación que tenemos es biológica debido a que todos tenemos una perspectiva limitada de la realidad porque está matizada por los prejuicios que tenemos “que son naturales porque mi cerebro, para sobrevivir, depende de que yo pueda establecer unas categorías y distinguir un cocodrilo de un bizcocho”.
La dificultad surge cuando ese establecimien-
to de categorías es rígido, se empieza a encajonar a la gente y se convierte en discrimen.
“El libro también es una invitación a ver de qué forma estamos abordando esa fase tan importante de la vida que es el conflicto. Ojalá los conflictos, como un reloj, nos dijeran ‘levántate, despierta’, que nos sonara una alarma cuando las emociones están a punto de estallar, que nos dijeran que vamos a actuar antes de tiempo”, indica.
RESOLUCIÓN CONSTRUCTIVA. ¿Cómo ayudamos a las futuras generaciones a abordar la diversidad humana como valor y no como obstáculo para la convivencia? ¿Cómo estimulamos nuevos paradigmas que promuevan valores y actitudes que fomenten la paz y no la discordia?
Son algunas de las preguntas que responde López Paláu en este libro donde presenta herramientas para la solución pacífica de las controversias.
Precisamente, la autora indica que parte del hecho de que la violencia, la agresividad y falta de civismo tienen consecuencias más graves y estamos expuestos a estas con más frecuencia que a cualquier otra epidemia en Puerto Rico.
“Si las diferencias o discrepancias con los demás son inevitables y tan comunes como el aire que respiramos, lo mejor que podemos hacer es preparar a nuestros hijos para que las afronten de la forma más positiva posible”, recomienda.
Con ese fin, en el libro divide su exposición en lo que entiende son los Cuatro Grandes Saberes: saber observar, saber escuchar, saber discrepar y saber negociar.
Precisamente, el hilo conductor del libro es la historia de un viaje en globo con destino a la penúltima isla, “un lugar donde la gente convive como lo hacíamos los humanos hace millones de años: en paz”.
Para ser aceptados como turistas en esa isla, hay que demostrar que se cuenta con las habilidades y competencias necesarias para convivir en un mundo donde nadie es idéntico a nosotros. Y para desarrollar esas destrezas y conocimientos, en el viaje se hacen aterrizajes a distintas islas del Archipiélago Paz, (capítulos) y en cada una de ellas habrá un encuentro con un sabio experto en su disciplina.
Es así como se conoce, por ejemplo, a Milenia en la Isla Ethos, arquera que es conocida en el mundo por no fallar un tiro. Según explica López Paláu, lo importante de este personaje es su exposición de cómo se llega a la perfección. Entre otras cosas, advierte lo importante de aprender de los errores, de la fortaleza de espíritu que requiere reponerse de estos y no quitarse, de considerar cada victoria como única y de saber esperar a Kairos (en griego) “el momento justo”.
Luego se parte a la “Isla de los Conflictos”, un lugar donde lo único que hay para alimentarse son los frutos del “Árbol de la Vida” (conflictos). Allí se conoce a Romera, una experta conflictóloga que explica los pormenores para distinguir los frutos mágicos de los venenosos.
“Los conflictos no se pueden prevenir, pero se puede prevenir la fase destructiva”, sostiene López Paláu, tras mencionar a un reconocido conflictólogo (el que estudia e interviene en la solución de conflictos desde la no violencia), John Burton, quien inventó el verbo “provención”, con el propósito de que antes de que el conflicto surja, se trabaje con las causas.
“Provención es trabajar con la educación en términos sociales. En términos individuales, provenir significa que en los hogares podamos tener un tiempo para decir vamos a sacar este ratito para ver cómo estamos, qué sentimos y qué hace falta para sentir que todo está bien. Pero esto se debe hacer antes de que el conflicto surja. Es una dimensión que no estamos conscientes de ella”, explica López Paláu.
De la misma forma, señala que la fase positiva del conflicto, que es otro aspecto que aborda en el libro, es un “missing link” (eslabón perdido) que hasta el momento no existe en la educación. “Todavía el diccionario de la Real Academia Española define conflicto como una lucha, un combate”, señala la exjuez, mientras resalta que el conflicto es sencillamente una situación donde tenemos metas incompatibles y puede “ser tan positivo o negativo como la forma en cómo lo abordamos”.
Como educadora y conferenciante, López Paláu se especializa en la “pedagogía del conflicto y la mediación”. De hecho, cuenta con una especialización en “Bussiness Mediation”, dentro del programa de maestría en Conflictología de la Universidad Abierta de Cataluña.
Además, está certificada como coach y es educadora para la paz, lo que le ha permitido estar en espacios muy diversos. Por ejemplo, en la Escuela Industrial para Mujeres de Vega Alta, ofreciendo cursos y talleres a personas sin hogar, exadictos o gente que cumple sentencia en la cárcel federal, además de llevar a cabo talleres para maestros, padres y jóvenes.
“Si las diferencias o discrepancias con los demás son inevitables, y tan comunes como el aire que respiramos, lo mejor que podemos hacer es preparar a nuestros hijos para que las afronten de la forma más positiva posible”. Ixa López Paláu, autora de La penúltima isla