Hay que trazar ahora la ruta educativa del País
A cerca de dos semanas de las elecciones, el tiempo para hacer diagnósticos sobre la educación del País, por más atinados que sean, quedó atrás, por lo que los candidatos a la gobernación quedan emplazados a presentar propuestas concretas y a largo plazo
La educación en un País equivale a un mapa de ruta que contempla las aspiraciones y las metas de su gente. Como tal, tiene que basarse en una filosofía de preparación para la vida, que, no solo debe cobrar forma por medio de los currículos académicos, sino también de la distribución de recursos económicos y humanos a tenor con las metas pedagógicas y el vital papel que juegan los padres y demás miembros de la comunidad escolar en la formación de ciudadanos de bien, por mencionar algunos.
A tono con esos propósitos medulares, hay que reconocer la realidad terrible de un sistema secuestrado por el partidismo y encarcelado en una costosa serie de capa tras capa de burocracia que ha demostrado ser resistente a cualquier cambio de gobierno. El resultado ha sido un sistema que a pesar de contar con un presupuesto envidiable de $2,819 millones, una poderosa fuerza docente integrada por 32,844 profesionales y 1,292 planteles, es inefectivo e incapaz de generar un producto educativo a tono con los tiempos.
Todo eso lo sabemos. Es parte del diagnóstico del que se hacen eco los aspirantes a dirigir el País.
Sin embargo, a la revelación de la situación tienen que seguir los cursos de acción remediales y los proactivos, los específicos, los modos que utilizarán para buscar resultados, medir logros y mejorar el sistema para colocar al cuerpo estudiantil, no al Departamento de Educación ni las exigencias sindicales o políticas, en el centro de la actividad pedagógica.
Los candidatos tienen que atreverse a exponer ideas novedosas más allá de los lugares conocidos, así como los cambios que acometerían para lograr las “reformas” y la “transformación” que son aspectos comunes en sus programas de gobierno. También es sumamente importante que expliquen la manera en que darán continuidad a sus planes y propuestas para que resistan los cambios inherentes a los ciclos electorales y se alejen de la perniciosa costumbre de desmantelar los programas e iniciativas de la administración anterior, sin que medien evaluaciones de resultados.
Para que las plataformas de trabajo puedan ser implementables, es menester que los aspirantes salgan de la zona de confort y expliquen con sinceridad cómo es que planean atemperar sus planes a las crudas realidades del País. Entre ellas, la fiscal, que demanda trabajar mano a mano con la Junta de Supervisión Fiscal; la demográfica, que implica decisiones sobre cierres, consolidaciones y reubicación de escuelas; y la laboral, que demanda la toma de difíciles decisiones sobre la preparación y la compensación al importante sector magisterial.
Puerto Rico, además de las situaciones de crisis, tiene en su gente una infinita cantera de recursos. La ciudadanía ha producido múltiples propuestas viables que parten de su experiencia con el sistema educativo con las que los candidatos pueden contar.
Una de estas es la propuesta para crear un plan decenal de educación, divorciado del partidismo y la centralización que no dejan avanzar nuestro sistema educativo. En estos proyectos de ciudadanos, con soluciones reales, a corto, mediano y largo plazo a los problemas educativos, hay respuestas a muchos de los señalamientos de los candidatos. Constituyen una aportación que parte de la experiencia y vivencia de los ciudadanos y en ello radica su mayor valor.
Los candidatos pueden o no tomarlas en cuenta como ayuda a la reconstrucción del País que tenemos que hacer entre todos y que es una gran responsabilidad colectiva.
Pero lo cierto es que el momento de decir adiós a las promesas y de exponer soluciones concretas es ahora.