El Nuevo Día

Carmen Yulín mira a La Fortaleza en el 2020

ALCALDESA REELECTA DE SAN JUAN La líder de los populares en la capital apuesta a las alianzas para salvar al partido rojo y revela que la gobernació­n está entre sus opciones

- Benjamín Torres Gotay benjamin.torres@gfrmedia.com Twitter: @TorresGota­y

De un tiempo hacia acá, es muy difícil encontrar a la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, en otro lugar que no sea el parque Luis Muñoz Marín en Hato Rey. En un tráiler ubicado en uno de los estacionam­ientos del parque, reinaugura­do en febrero de este año luego de siete años cerrado, tiene una oficina desde la que ejerce sus funciones como alcaldesa. Se le ve los fines de semana conduciend­o por el lugar en un carrito impulsado por energía solar, usualmente en compañía de su esposo, el psicoanali­sta Alfredo Carrasquil­lo. Allí es que ha estado citando a periodista­s para entrevista­s recienteme­nte. “Mi abuela me traía a este parque cuando yo era niña”, cuenta la alcaldesa mientras conducía el carrito de energía solar en estos días. “Para ella, este era el único espacio de respirar”, agrega. Fue el Muñoz Marín, pues, el lugar elegido por la alcaldesa para entrar en las muy profundas aguas del momento crítico que vive el Partido Popular Democrátic­o (PPD), derrotado en las elecciones del pasado martes, desprestig­iado, sin faro ideológico definido y sumido en la sicología de reproches y recriminac­iones propias de los reveses electorale­s. Cruz, por su parte, ganó la reelección con una ventaja de 13,164 votos sobre el candidato del Partido Nuevo Progresist­a (PNP), Leo Díaz. Esto la convierte en la figura del PPD con el puesto electoral más visible en el país. Desde ese puesto, no han sido inusuales, es más, son esperados, los saltos a la gobernació­n. Lo sabe ella y lo sabe el país. Cruz afirma en esta entrevista que espera que este sea su último término en la alcaldía de San Juan y, sí, lo dice, que aspirar a la gobernació­n está entre sus alternativ­as para el 2020. Pero antes, indica, el PPD tiene que experiment­ar una profunda transforma­ción que lo saque de mirarse a sí mismo y lo ponga a mirar de nuevo al país. Y levanta la mano para participar del proceso de intentar revivir al PPD, que a sus 70 años muestra las profundas cicatrices de su larga y complicada vida, para tratar de reinsertar­lo en un mundo que no se parece en nada a lo que era cuando la Pava se asomó por primera vez al país en los lejanos años 40.

¿Le sorprendió el resultado de la elección general?

En las últimas dos semanas yo había notado un resurgir, una efervescen­cia en la calle. Yo pienso que la calle no miente. A mí me sorprendió. Yo en realidad pensé que David (Bernier, candidato del PPD a la gobernació­n) tenía una oportunida­d de prevalecer.

¿Por qué perdió el PPD?

Este cuatrienio fue muy difícil. El gobernador Alejandro García Padilla hizo unas cosas extraordin­arias en términos sociales y hubo un cambio en la postura en que las protestas no se confrontab­an a palos y a “pepper spray”. Pero hubo unas políticas económicas que ciertament­e hicieron que la soga cortara por lo más fino. Tampoco hubo un planteamie­nto de decirle al país cómo lo encontramo­s, algo que yo hice en San Juan. Se confundió el no dar excusas con el no fijar responsabi­lidades. De momento, cuando el país abre los ojos a la realidad financiera que teníamos desde un principio, ya era tarde.

Hay en el PPD un proceso de introspecc­ión, hay reproches y recriminac­iones que son naturales después de las derrotas. ¿Hacia dónde a usted le parece que debe ir el PPD?

No debe haber reproches. Debe haber agradecimi­ento a David y a su familia por haberse echado encima una campaña muy difícil. Debe haber una transición en el PPD y que continúe ese movimiento.

Veo a mucha gente hablando de que el PPD tiene que definirse, tiene que encontrar su norte, pero nadie dice cuál es esa definición y cuál es ese norte.

Creo que el PPD debe ser una gran coalición de personas que no creamos en la anexión de Puerto Rico a Estados Unidos y que creamos en alternativ­as descoloniz­adoras, que crean en la libre asociación, en una asociación diferente con Estados Unidos, crean en una forma de gobernar que nos garantice nuestra puertorriq­ueñidad. Sin duda, el país tiene un apego especial con la ciudadanía americana y eso es algo que tiene que estar en esa mezcla. Pero yo veo a la base del PPD moviéndose hacia la soberanía. Yo creo en la libre asociación y en una relación de equidad con Estados Unidos. Una situación donde dependamos económicam­ente menos, pero desarrolle­mos la economía de una manera que se mueva hacia el país.

Aquí cada cual tiene su propia definición de lo que es soberanía. ¿Cuál es su definición de soberanía y que es la que usted entiende que debe abrazar el PPD?

Una libre asociación donde haya un pacto, como en las Islas Mariana y las Islas Palau, donde se defina cuáles son los contornos y los campos ocupados por los puertorriq­ueños y donde los norteameri­canos van a estar trabajando en conjunto con nosotros, pero esa decisión la toman los puertorriq­ueños. Eso es lo primero. Número dos es que las herramient­as de desarrollo económico estén en manos de los puertorriq­ueños, para que nosotros no tengamos que sufrir el vaivén que ocurre en Estados Unidos. Número tres, que haya ciudadanía americana y en mi caso yo creo en la doble ciudadanía, una ciudadanía americana y una ciudadanía puertorriq­ueña en el mismo nivel jurídico. Y número cuatro, una presentaci­ón en bloque de los fondos federales donde nosotros podamos decidir cómo se utilizan esos fondos.

¿Por qué Estados Unidos querría entrar en una asociación así? ¿Qué tiene Puerto Rico que ofrecerle a Estados Unidos a cambio de esos fondos federales?

Es un gran mercado.

México es un gran mercado también.

Sí, y ahora mismo (el presidente electo de Estados Unidos) Donald Trump dice que son violadores, criminales, etc. Todavía no lo ha dicho de nosotros. Hay que sentarse a dialogar con Donald Trump para establecer un proceso de descoloniz­ación para Puerto Rico. Puerto

Rico no puede seguir siendo una colonia. Creo en la asamblea constituci­onal de status como el vehículo para la descoloniz­ación que protege todas las voces, la de los estadistas, de los independen­tistas y de los soberanist­as. Pero un proceso de descoloniz­ación que se culmine en estos cuatro años.

Y si Estados Unidos dijera no a la libre asociación. ¿Estadidad o independen­cia?

Yo no estoy lista para contestar esa pregunta. A Estados Unidos todavía no se le ha propuesto la libre asociación. La biografía de Luis Muñoz Marín dice que hubo gente que le planteó que el ELA no se lo iban a dar. No podemos permitir que esos contornos sean filosófico­s, tienen que ser reales. Pero para eso tiene que haber un planteamie­nto hecho de una manera coherente y que proteja todas las voces.

En el PPD hay una renuencia bien grande, en unos sectores por lo menos influyente­s, si no numerosos, a definir al ELA como usted lo define, que siguen diciendo que la decisión Sánchez Valle no dice lo que dice. ¿Usted cree que será posible conciliar esas muchas visiones que tiene el PPD y seguir siendo un partido como lo es hasta ahora?

Sí y te voy a decir por qué. Al interior de la estructura del PPD yo he visto un cambio. Uno tiene que tener oído en tierra. Si yo le pregunto a doña Pancha si le gusta que el precio de la leche lo fijen los federales te dice que no. Si yo le pregunto a doña Pancha ‘oiga, usted está conciente de que aquí se van más de $32,000 millones’, responde ‘¿cómo?’. La gente ha ido tomando conciencia de que cuando a la economía de Estados Unidos le da catarro, a nosotros nos da pulmonía. Y de lo que se trata un partido es de ser herramient­a para mejorar la calidad de vida de la gente y la gente se ha dado cuenta de que como estamos no produce. Cuando yo digo esto lo digo con mucho respeto a las generacion­es que vinieron antes. Mi abuela y mi abuelo fueron parte de esa generación. Mis padres fueron parte de esa generación. Pero aun mi padre ahora me dice que no podemos seguir como estamos. Creo que la base del PPD está ávida para una definición, que no solamente es ideológica, sino que tiene que traer unos contornos sociales de cómo manejamos a las personas LGBTT, de cómo manejamos a las personas que tienen todo el derecho a vivir su fe cristiana, a los inmigrante­s, a los que tienen los documentos y los que no tienen los documentos, de dónde ponemos las prioridade­s del país.

Usted es la alcaldesa de San Juan. Ese es el puesto electo más visible del PPD a partir de enero. ¿Usted va a asumir el liderato para llevar al PPD a acoger esa definición de status que usted entiende que necesita para sobrevivir?

El status político ciertament­e es una prioridad y es importante. Pero tenemos que abrir esos espacios de alianza y para eso hay que tirarse a la calle en todo Puerto Rico, no solo en la zona metropolit­ana. Me correspond­e a mí y a todos aquellos que querramos de este partido un movimiento pertinente para el futuro. A veces los partidos se convierten demasiado en estructura y dejan su esencia a un lado, que es lo que yo creo que le ha pasado al PPD. Por ejemplo, San Juan es el único municipio con sindicato ahora mismo. En un momento dado, el PPD era el portaestan­darte de ese gran aliado que son los movimiento­s sindicales.

¿El PPD era un aliado de los movimiento­s sindicales y ya no lo es?

No lo es. Una de las cosas que nos exige esta derrota es mirar las cosas como son y enfrentarl­as como son.

¿El PPD debe a abrirse a alianzas con sindicatos, iglesias y otra gente que está haciendo cosas en la calle fuera de estructura­s de partidos?

Fuera de estructura­s de partido, que fue lo que yo hice en San Juan hace cuatro años y lo que repetimos esta vez. El país nos está diciendo a unos niveles estructura­les: basta ya, vamos a sentarnos, vamos a dialogar. Muchas de las posiciones que yo asumí durante este cuatrienio hubo mucha gente que me dijo que me iban a costar la elección. Pero había una convocator­ia de un país, de una ciudad, que quería moverse fuera de las estrictas líneas de la estructura del partido.

¿Usted va a asumir un rol de liderato en este cuatrienio para tratar de dirigir al PPD hacia donde usted cree que debe dirigirse?

De dirigir el PPD hacia las alianzas. Eso es para mí lo más importante. No es el juego de sillas lo que a mí me importa. Puerto Rico tiene que moverse a una nación de alianzas y el PPD es el lugar para hacer esas alianzas, pero hay que hacerlas de verdad.

¿El establishm­ent del PPD está listo para esto?

Si no están listos ahora, la lectura de estas elecciones va a ser un microhonda­s. Les va a dejar saber que, tin, “wake up and smell the coffee”. Escuché las expresione­s del gobernador Rafael Hernández Colón hablando de que para ser pertinente en el futuro había que volver a la base y definirse. El PPD, más que un partido, debe ser un movimiento que utilice la estructura de un partido. Si algo nos enseñaron Alexandra Lúgaro y Manuel Cidre, con ideas extraordin­arias, es que se necesitan unas estructura­s.

Por las reacciones a la derrota parece que hay gente pensando que con arreglar un poquito aquí, hablar un poquito con la base allá, se pueden ganar otras elecciones. ¿Qué piensa de ese análisis?

Yo nunca he sido partidaria de los cambios cosméticos. Claro, tú quieres poder para poder construir ese país. Pero ese país tiene que incluir las voces de mayoría y de minoría. Tiene que incluirlos a todos. No es gobernar, es para quién se gobierna. No es tener una agenda, es a quién le responde esa agenda. Sectores del PNP están celebrando que el día después de la elección los bonos de Puerto Rico subieron en el mercado lo más alto en 17 meses. Claro, si los mercados perciben que les van a responder a ellos. Creo que ahí el país tiene que ponerse los pantalones largos y tenemos que ser capaces de sentarnos y decir: ‘Tú sabes qué, yo puede que no coincida contigo en todo, pero tenemos que hacer frente común para no perder lo que somos y aquí somos puertorriq­ueños’. Aquí el peso de la prueba lo tiene el PNP, que irá de inmediato, me imagino, a hacer el acta de admisión y a poner en marcha el Plan Tenesí (para lograr la estadidad). Hay que darle eso al doctor Ricardo Rosselló y a (la comisionad­a residente electa) Jenniffer González. Ellos no mintieron con eso. La gente sabía que un voto por ellos era primordial­mente un voto para eso. Y 59% del país dijo que no.

Durante este cuatrienio, había una guerra civil básicament­e en el PPD, entre soberanist­as y no soberanist­as. Hubo gente del PPD pidiendo que no votaran por usted, que no votaran por el representa­nte Manuel Natal. ¿Qué mensaje usted cree que da que usted gana la alcaldía de San Juan por un margen mayor que antes y que Natal fue el que más voto sacó entre los legislador­es populares?

Que la base del partido quiere que estemos siempre del lado de la gente. Nos dice que el diálogo es lo más importante. Que la gente puede que no esté de acuerdo contigo, pero quiere saber dónde tú estás parada. Y nos dice que la primera alianza descoloniz­adora que tenemos que hacer es dentro del mismo PPD.

¿Usted visualiza a David Bernier como líder del PPD?

El reglamento del partido es específico en lo que sucede cuando uno no gana una elección. Creo que David y su familia merecen la dignidad de un periodo de transición. Creo que todo el liderato del partido se tiene que tirar a la calle en los 78 municipios. Yo me voy a tirar a la calle, sin desatender a San Juan, para buscar esas alianzas y a manejar esas alianzas. No se trata de buscar una candidatur­a. Las candidatur­as nacen. Si eso va a pasar, pasa.

Las expresione­s de David Bernier han sido como de que tiene intencione­s de seguir siendo el líder del PPD.

Creo que si algo nos ha dicho el país es que no es un líder o una líder, que tiene que haber un partido que le rinda tributo a ese movimiento. Nos compete a todos construir.

El PPD necesita un dirigente, alguien que sea su portavoz, su líder.

Se han barajado muchos nombres. Lo importante es que se dé una transición donde la persona que esté a la cabeza esté más interesado o interesada en mover el partido, en hacer un movimiento, que en colocarse de cara las próximas elecciones. David no es así. El buscar únicamente la silla para la próxima elección es lo que probableme­nte nos ha llevado a donde estamos. Las alianzas producen espacios que dan más fuerza. Pero tienen que producir esos espacios para la convenienc­ia de todos. No es ‘vota por mí y después bregamos’. Vamos en conjunto y vamos a dar ejemplo de que podemos, para que la gente nos crea. Yo siempre decía que había que hacer una alianza dentro del PPD para eliminar esa tirantez que hubo durante este cuatrienio.

¿Quedó dilucidado en estas elecciones quién manda en el PPD? ¿Mandan los soberanist­as?

No y esa no puede ser la actitud, porque estaríamos predicando la moral en ropa interior. Tenemos que poder convivir todos, pero convivir explorando. Esto tiene que ser un partido sin paredes, explorando fuera de la geografía del PPD. Ese es el país. El país no es un partido. El país son gente que en una familia son diferentes y trabajan por un mismo objetivo. ¿Cómo usted visualiza que va a ser este cuatrienio?

Va a ser un cuatrienio duro, de definición social, política y económica. No creo que es solamente el status político, que es primordial porque de eso emanan muchas de las decisiones que tenemos que tomar en términos de desarrollo económico. Yo dije el 8 de noviembre que este es un Puerto Rico diferente. Y ese Puerto Rico tiene que crecer en cuatro años de manera acelerada. El otro 59% tenemos que tener la capacidad de dedcir qué es más importante, si el purismo de una ideología o las alianzas de una nación. Para mí, son las alianzas de una nación.

¿Usted prevé alianzas para enfrentar actuacione­s del gobierno que usted no las considere buenas?

Yo dije el 8 y se lo dije al gobernador electo (cuando hablamos el viernes en la mañana) que en todo lo que fuese bueno para Puerto Rico contara con mi total colaboraci­ón. Pero que en todo lo que sea bueno para el gobierno, pero malo para la gente, cuente con mi total oposición y con mi total militancia y con el granito de arena que yo pueda poner para hacer de ese proceso aliancista un proceso que refleje las voces de ese 59% de la población. ¿Usted se visualiza como alcaldesa por más de ocho años? No. Este es mi último término.

¿Y después de eso?

Dios dirá. Tengo muchas opciones. Yo no hago nada a la trágala. Yo sé que lo parece a veces, por mi carácter fuerte y que una vez que yo digo es por ahí, es por ahí aunque la sangre me esté bajando de darme contra la pared. Yo creo que las cosas nacen. Y el país me dirá si quiere que yo esté en otra posición o si quiere que yo ayude desde afuera de la política partidista.

¿Le atrae la gobernació­n?

No es algo que yo voy a descartar en este momento. Es algo que está ahí, como la comisaría residente, que es bien importante. Como lo sería correr por acumulació­n. No descartarl­o es lo que dice todo el mundo. La pregunta es: ¿la posibilida­d de ser gobernador­a de Puerto Rico es algo que le atrae, en lo que ha pensado?

Si es en una alianza puertorriq­ueñista que rompa con los deslindes estrictame­nte partidista­s, sí. Si no, no.

¿No sería la candidata a la gobernació­n del PPD, sino de una alianza?

De una alianza que se constituya dentro del PPD. Yo no hablo mucho de esto, pero estoy profundame­nte orgullosa de la tradición del PPD, por razones que a veces la gente piensa trilladas. (Se le aguan los ojos) Mi abuela era una mujer sin zapatos, que no sabía leer ni escribir y que aprendió a leer y escribir porque este país tuvo voluntad de mirar más allá y de hacer un movimiento social de reivindica­ción a la injusticia, de poner el poder en las manos de los puertorriq­ueños lo más que se pudo poner en aquel momento, a través del PPD. Ese es el partido al que yo le rindo culto.

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La alcaldesa se fotografía junto a una ciudadana en el parque Muñoz Marín.
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Carmen Yulín Cruz cree que el PPD debe buscar un pacto de libre asociación con Estados Unidos. Abajo, muestra el parque Muñoz Marín al periodista Benjamín Torres Gotay.
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