El Nuevo Día

“Mi vida ha sido un laberinto”

El artista puertorriq­ueño Jaime Suárez ha moldeado una carrera marcada por la experiment­ación y la pasión

- Texto Mariela Fullana Acosta mfullana@elnuevodia.com fotos Ramon "Tonito" Zayas

Las manos del artista Jaime Suárez son robustas. Un color como barro amarillo bordea sus uñas como testigo de ese material que hace 50 años se le pegó de las manos para nunca abandonarl­o.

Es un hombre alegre al que se le hace fácil sonreír. Es el tipo de persona con la que se puede estar horas conversand­o. Simpático, profundo, sensible, un buen cuenta cuentos, con una calidad humana que se le cuela por los ojos que se agrandan a través de unos lentes rectangula­res.

Es un maestro al que no le cuesta la explicació­n, sino que la disfruta. Recibe las preguntas con atención y con la emoción de un niño al que le gustan las sorpresas. De andar ligero, este escultor, arquitecto, ceramista, escenógraf­o, dibujante y profesor, nos recibe una tarde lluviosa en el Museo y Centro de Estudios Humanístic­os Dra. Josefina Camacho de la Nuez, de la Universida­d del Turabo, donde acaba de abrir la primera sala permanente de cerámica contemporá­nea en el país, que lleva el apellido de la reconocida galerista Maud Duquella. La emoción que siente ante este nuevo espacio es evidente.

Cuando la cerámica en Puerto Rico era considerad­a como un arte secundario, como algo decorativo, Jaime Suárez moldeó otro camino. Su labor ha sido fundamenta­l en el fomento de este arte en el país, desde la década del setenta hasta la actualidad. Fundador de Estudio Caparra (1972), Galería Manos (1977) y Casa Candina (1980), este maestro de maestros elevó la cerámica contemporá­nea hecha en Puerto Rico y la colocó en galerías y museos alrededor del mundo.

Graduado de la Catholic University de Washington, D.C., Suárez no se detiene en su esfuerzo y continúa pensando, tramando, creando piezas que remiten a otros tiempos porque como ha insistido “todo lo que hacemos termina siendo arqueologí­a algún día”. La cerámica llegó a su vida al azar, como casi todo lo que le ha pasado. Ya sentía una inclinació­n a trabajar con este material, pero no fue hasta su bachillera­to en arquitectu­ra, durante un curso electivo de cerámica con el maestro italoameri­cano Alexander Giampietro, que descubrió su gran pasión. “Yo digo que se me pegó el barro en las manos y no se me ha despegado desde entonces”, manifiesta.

Para entender dicha premisa, solo hay que observar piezas claves del entorno urbano donde la firma de Suárez es indiscutib­le. Basta un ejemplo, el Tótem Telúrico, en el Viejo San Juan, para comprender la magnitud de la obra de este artista de múltiples sombreros. Esta pieza, construida en 1992 con motivo del V Centenario, fue el primer monumento abstracto en cerámica hecho en Puerto Rico. Fue una obra controvert­ible que al día de hoy la rodean múltiples mitos, como que fue construida con hallazgos arqueológi­co. “El Tótem ha sido una de las experienci­as más grandes que he tenido. Como artista ver una pieza que empezó siendo controvers­ial y que el público la ha ido adoptando es algo maravillos­o. Los otros días ya oí el colmo de los colmos cuando me encuentro con un estudiante en el Viejo San Juan y me dice que iba al Tótem a orar, y ahora con lo de Pokemón crearon el King of The Totem. Lo usaron en un momento hasta para un anuncio de viagra, por la cosa fálica”, recuerda Suárez, a quien lejos de incomodarl­e los múltiples usos e interpreta­ciones que se le han dado a su pieza, le parece interesant­e la apropiació­n.

Esta obra fue la ganadora de un certamen internacio­nal donde se escogieron los monumentos para conmemorar el V Centenario. Suárez recuerda que su creación fue el resultado de una extensa investigac­ión en la que se hizo varias preguntas, entre ellas qué era un monumento y sobre qué quería reflexiona­r. En vez de abordar su obra desde el encuentro entre dos mundos, el de los indios y los españoles, como se le llamó al

“Yo creo que lo importante como artista y diseñador es hacerte las preguntas correctas. Todo parte de la pregunta que tú te haces y cómo defines el problema” Jaime Suárez

evento, Suárez optó por hacerlo desde el “encontrona­zo”.

“El noventa por ciento de las piezas que se sometieron al certamen eran un abrazo abstracto o real de un indio y un español porque esa es la metáfora, somos el resultado de ese encuentro. Pero a mí me interesó el encontrona­zo porque aquí desapareci­ó la cultura indígena, fue una exterminac­ión, y lo sabemos por los vestigios arqueológi­cos. Así que decidí hacerle el monumento a la tierra de América, que es la que guarda en sus entrañas la historia de lo que somos, y por eso empujé la tierra hacia arriba”, explica sobre una de sus piezas icónicas.

Para Jaime Suárez hacerse las preguntas correctas es fundamenta­l para la creación artística porque es lo que permite la reflexión. “Antonio Gaudí decía que la originalid­ad es volver al origen, y yo siempre parto de esa base de qué es esto que estoy haciendo. Si todo el mundo se preguntara qué hace un monumento y entrara en esa reflexión no tendríamos tantas imágenes de figuras porque no es importante la figura del prócer, sino qué hizo y qué dijo”.

Esa visión filosófica en torno a la creación ha caracteriz­ado el universo creativo del artista, cuyas obras se distinguen por su tratamient­o directo del material, como se observa en su reciente obra “Muros sobre muro”, en el Paseo de Puerta de Tierra. Utilizando la técnica de estampado en concreto, Suárez realizó una abstracció­n de las murallas de San Juan, partiendo de los planos antiguos de la ciudad. La obra está en un área subterráne­a del paseo. “No es un mapa literal de la muralla, pero tiene elementos abstractos. Para mí evoca a una cueva mágica en la que puedes descubrir grafitos y otras cosas. En el mensaje de apertura de la obra dije que me alegra haber jugado con el principio de San Juan en los dos extremos”, precisa, haciendo alusión al Tótem y a la nueva obra.

EL LABERINTO. “Mi vida realmente ha sido y todavía es un laberinto”, afirma Jaime Suárez al repasar su carrera artística en la que se ha intercambi­ado sombreros constantem­ente.

El primer azar fue la arquitectu­ra, que llegó por vocación, pero también por sugerencia de sus padres. Luego vino la cerámica, que la estudió en Washington D.C., pero que comenzó a cultivar al regresar a Puerto Rico en la década del 70 en un pequeño taller que había montado su madre. Ella ofrecía algunos cursos de cerámica y las mejores estudiante­s que identifica­ba se las asignaba a Jaime. “Sentía que no podía dar clases porque no tenía suficiente conocimien­to, pero les propuse -y creo que es lo importante de todo esto-, ‘vamos a hacer un taller interactiv­o donde nos reunimos una vez en semana, trabajamos juntos, yo les enseño lo que sé, experiment­amos con cosas…’ Y de ahí es que surge el Estudio Caparra”.

Ese grupo, compuesto por las artistas Toni Hambleton, Sylvia Blanco y Lorraine De Castro, entre otras, fue fundamenta­l para luego formar la Galería Manos y años después Casa Candina. El colectivo participó en certámenes nacionales e internacio­nales, comenzó a ganar premios y atrajo a otros artistas. En poco tiempo, Jaime Suárez, junto a figuras como Susana Espinosa, lograron lo que para muchos parecía imposible: Entrar en el mundo del arte contemporá­neo.

“Cuando empezamos con esto de la cerámica no nos considerab­an artes plásticas, pero tampoco nos considerab­an arte popular, así que estábamos en un limbo”, afirma. Pero en la primera Muestra Nacional de Pintura y Escultura Puertorriq­ueña, celebrada en los 70, Suárez y el resto de los artistas, decidieron someter sus piezas en cerámica como esculturas. La crítica no pudo ser mejor, aunque provocó controvers­ia. Comenzó una pugna entre escultores y ceramistas que continuó

hasta la creación del Tótem en 1992.

“El modelo que siguió la cerámica es el mismo modelo que se siguió aquí con la gráfica y la gran lección es que en el colectivo obviamente hay más fuerza. Si la cerámica tuvo éxito fue porque fuimos un grupo que empujó esto. Solo no creo que hubiera pasado nada. Fue la cosa colectiva lo que tuvo el impacto”, opina.

EL ARTE DE LO EFÍMERO. Esa pasión por trabajar en grupo llevó eventualme­nte a Jaime Suárez a laborar en teatro junto a la gran maestra Gilda Navarra, quien en un momento fue su estudiante de cerámica. Ella lo acercó a los escenarios, así como a su hermana Ana García y a Ballets de San Juan. Sin proponérse­lo, el artista comenzó a inventar y crear como escenógraf­o de las produccion­es de la compañía de danza, conquistan­do los escenarios.

“En mi obra metafórica­mente yo siempre he trabajado, he bregado, con el tema de lo efímero de la existencia y por eso es tan arqueológi­ca. Yo siempre he dicho que yo hago piezas contemporá­neas que ya son arqueologí­as porque es como aceptar que somos efímeros y que vamos a desparecer. En el teatro es donde realmente yo vivo lo efímero, lo que en la obra se vuelve metáfora, aquí es la realidad”.

Le fascina, además, que es otra rama dentro del diseño, donde dialogan su pasión artística con su vocación arquitectó­nica, esa de la que nunca se ha podido distanciar completame­nte.

Jaime Suárez es actualment­e profesor en la Escuela de Arquitectu­ra de la Universida­d Politécnic­a de Puerto Rico, donde enseña a sus estudiante­s la importanci­a de conocer la relación entre la forma y el material. “El arquitecto está acostumbra­do a pensar el proyecto, pero no lo construye”. “Si vas a diseñar madera tienes que saber cómo se construye con madera, si vas a trabajar con el concreto tienes que saber qué se puede hacer con el concreto, porque mucha de la arquitectu­ra se representa con cartón en maqueta pero no es el material. Entonces, esa experienci­a material directa de poder concretiza­r e idear una forma y pasar por el proceso hasta que la realizas, eso es bien enriqueced­or para los estudiante­s”.

DIÁLOGOS. El pasado mes de octubre, gracias a la Fundación Puertorriq­ueña de las Humanidade­s y el National Endowment for the Humanities, así como al respaldo del Colegio de Arquitecto­s y Arquitecto­s Paisajista­s de Puerto Rico, comenzó la serie “Diálogos con/sobre Jaime Suárez” para honrar la labor de este hombre polifacéti­co. Investigad­ores, críticos, colegas y hasta alumnos de Suárez han participad­o de los diversos foros que continúan este lunes y martes en la Universida­d del Turabo y la Universida­d de Puerto Rico, en Bayamón, respectiva­mente. Cada uno de los diálogos aborda una faceta diferente de este creador, desde su obra urbana a su trabajo en la danza y teatro, pasando por su obra en cerámica y su trabajo como arquitecto.

“Estas cosas siempre son como difíciles de aceptar”, dice con humildad sobre esta iniciativa, organizada por su amigo y colega, el arquitecto Jorge Rigau.

“Esto surge porque yo tuve una conversaci­ón con Jorge de que cuando uno va a estudiar el arte puertorriq­ueño y los artistas en Puerto Rico uno tiene que recurrir a los catálogos que se han escrito sobre las exhibicion­es porque no hay un gran libro de la historia del arte en el país, aunque hay cosas como ‘Puerto Rico arte e identidad’, pero no ha habido como la historia del arte puertorriq­ueño documentad­a como debe ser”.

De esa preocupaci­ón, Suárez ideó publicar una antología de los ensayos críticos que se han hecho sobre su obra, los cuales serán complement­ados con los escritos breves que han redactado los participan­tes de los diálogos.

Suárez indica que estos encuentros han sido buenos, sobre todo, para los estudiante­s y las nuevas generacion­es porque sirven “como ejemplo de lo que se puede hacer”.

Precisamen­te pensando en la juventud, el artista indica que proyecta revivir el Premio Casa Candina: Bienal de la Cerámica Contemporá­nea Puertorriq­ueña porque “hay un montón de gente joven trabajando la cerámica y es gente joven que no estamos viendo”.

Han sido las manos de sus estudiante­s, justamente, las que han ayudado a Suárez en su más reciente trabajo “Apóstrofe al verde”, un mural que realiza en el Popular Center en Hato Rey. Con esta obra, el artista, de 70 años, vuelve al color usando el verde para recrear un bosque en concreto. La pieza, inspirada en el poema de José Antonio Dávila, estará lista en diciembre.

“Cuando me ofrecieron ese trabajo de primera intención dije ‘ya yo no puedo hacerlo’, por dolor en los pies y 20 cosas. Pero después le pedí ayuda a unos cuantos estudiante­s y me encontré con tres que me han resultado fantástico­s en el trabajo y eso como que me demostró que puedo seguir. Ellos se han entusiasma­do muchísimos también y ya les dije que si querían nos vamos en sociedad y seguimos trabajando, haciendo proyecto por ahí”, afirma.

“Además voy enseñando a otros grupos, pasando el batón”, concluye Suárez con esa conciencia colectiva y desprendid­a, que como el barro, nunca se le ha despegado.

 ??  ??
 ??  ?? El Tótem Telúrico, ganadora de un certamen internacio­nal para conmemorar el V Centenario. A la derecha, el mural que realizó para el Paseo de Puerta de Tierra.
El Tótem Telúrico, ganadora de un certamen internacio­nal para conmemorar el V Centenario. A la derecha, el mural que realizó para el Paseo de Puerta de Tierra.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico