Artritis reumatoidea: lo que debes saber
El comienzo, la severidad y los síntomas específicos de esta condición pueden variar mucho de persona a persona.
La artritis reumatoidea es una condición inflamatoria crónica que afecta las articulaciones. La condición también puede afectar otros tejidos en diferentes partes del cuerpo. Las causas específicas no se conocen, aunque sabemos que fumar aumenta el riesgo y la severidad de la enfermedad.
El comienzo, la severidad y los síntomas específicos de esta condición pueden variar mucho de persona a persona. El comienzo puede ser gradual, rápido o explosivo. Puede afectar la capacidad del paciente para valerse por sí mismo.
Las articulaciones más comúnmente afectadas son las de las muñecas, los nudillos y del medio del dedo; los codos, los hombros, los tobillos y al frente del pie. Las rodillas, las caderas y la parte alta cervical también pueden afectarse. La articulación duele, se hincha, se entumece, puede tornarse roja y si no se trata a tiempo, se puede dañar permanentemente en un período relativamente corto de tiempo.
La afectación de las coyunturas es usualmente simétrica. Por ejemplo, si la muñeca derecha está hinchada y dolorosa, igualmente le ocurre a la muñeca izquierda. Para considerar el diagnóstico, la inflamación debe haber estado presente por más de seis semanas. Pueden ocurrir nódulos debajo de la piel, usualmente en los codos, llamados nódulos reumatoideos.
Esta condición se caracteriza por un entumecimiento articular prominente en las mañanas que puede durar más de una hora. El paciente también se queja de cansancio, en ocasiones incapacitante.
La artritis reumatoidea puede producir una variedad de síntomas, dependiendo de los tejidos que inflame. Por ejemplo, si inflama el revestimiento de los pulmones (pleuritis), el paciente puede sentir dificultad para respirar y dolor de pecho o el costado. Si inflama los nervios (neuropatía), el paciente puede sentir adormecimiento, debilidad u hormigueo.
También puede estar asociada con sequedad de la boca y los ojos (síndrome de Sjögren), así como con inflamación de los vasos sanguíneos, produciendo erupciones en la piel o úlceras y otra variedad de síntomas (vasculitis).
El diagnóstico requiere de un examen físico detallado realizado preferiblemente, por un reumatólogo. Luego se hacen pruebas de sangre que ayudan a confirmar la presencia de la enfermedad y también a diferenciarla de otras condiciones, y predecir el curso, la severidad y la respuesta al tratamiento. El uso de la sonografía articular, contrario a los rayos X, puede mostrar inflamación y daño articular temprano.
La artritis reumatoidea sigue un curso variable; puede irse en remisión (pocos casos donde desaparece sola), seguir un curso fluctuante o un curso progresivo de empeoramiento. Es usualmente imposible predecir cómo afectará a una persona en particular.
El tratamiento con medicamentos, especialmente cuando se inicia temprano en el curso de la enfermedad, es efectivo en reducir los síntomas, retardar o detener el daño de las coyunturas, mejorando la calidad de vida en la mayoría de los pacientes. Alrededor del 80 % de los pacientes requerirán medicamentos indefinidamente para mantener la enfermedad inactiva.
Afortunadamente, hoy en día tenemos un gran número de medicamentos muy efectivos para tratar esta condición. Es sumamente importante que la población cobre conciencia a través de la educación para poder identificar la artritis reumatoidea temprano y evitar sus posibles efectos devastadores en la vida de las personas que la padecen.