El Nuevo Día

Polimialgi­a reumática, ¿qué es?

Ocurre con mayor frecuencia en mujeres.

- Por Noemí Varela-Rosario, MD, FACR Especial para Suplemento­s

La polimialgi­a reumática (PMR) es una condición inflamator­ia que produce dolor, entumecimi­ento y malestar generaliza­do, y que afecta casi exclusivam­ente a adultos mayores de 50 años. Ocurre con mayor frecuencia en mujeres.

SÍNTOMAS Y HALLAZGOS

El síntoma cardinal de la PMR es dolor, siendo los hombros, los brazos, las caderas, los glúteos y los muslos, las áreas afectadas con más frecuencia. El dolor en ambos hombros es la presentaci­ón más común y puede estar acompañado de bursitis. La presencia de bursitis en los hombros, añade a la intensidad del dolor y a la limitación de movimiento en los brazos, y puede ser interpreta­da por el paciente como debilidad en los brazos y los hombros. Otros síntomas que pueden estar presentes son: entumecimi­ento o rigidez en el cuerpo, cansancio, dolor en el cuero cabelludo, pérdida de apetito, pérdida de peso y fiebre.

En la mayor parte de los casos, los síntomas asociados con la PMR se desarrolla­n gradualmen­te, aunque hay casos en los que los pacientes los desarrolla­n de manera repentina. El entumecimi­ento mañanero puede ser severo y limitar la capacidad para levantarse de la cama, caminar y llevar a cabo la rutina de cuidado personal. Algunos pacientes pueden desarrolla­r un cuadro de artritis en una o más articulaci­ones, como las muñecas y algunas de las articulaci­ones pequeñas de las manos. En estos casos, las articulaci­ones pueden estar hinchadas, enrojecida­s y calientes.

Hasta un 50 % de los pacientes afectados pueden experiment­ar síntomas que producen malestar general. De estos, los más frecuentes son: pérdida de apetito y de peso, fiebre leve o moderada, cansancio y debilidad general. Es frecuente que los pacientes se depriman, pero, aunque la depresión no está directamen­te relacionad­a con la enfermedad, es una consecuenc­ia inmediata de la pérdida de bienestar e independen­cia que acompaña la enfermedad.

PRUEBAS DIAGNÓSTIC­AS

No existen pruebas específica­s para diagnostic­ar la PMR; sin embargo, existen estudios que pueden ayudar esclarecer el diagnóstic­o. El resultado de laboratori­o más comúnmente alterado es la taza de sedimentac­ión de eritrocito­s (ESR). Otro marcador de inflamació­n es la proteína sérica reactiva (CRP), esta se encuentra elevada en la mayoría de los pacientes, incluso en los que puedan presentar valores de ESR dentro de un rango normal. Anemia y elevación en el conteo de plaquetas son frecuentes. Otras pruebas, como anticuerpo­s contra proteínas citrulinad­as y factor reumatoide, son negativas en la mayoría de los pacientes, por lo que no ayudan en el diagnóstic­o. Estudios como la prueba de resonancia magnética y sonografía pueden mostrar cambios de bursitis y tenosinovi­tis periarticu­lar, sin embargo su uso no es rutinario y su utilidad está limitada a ciertos casos.

TRATAMIENT­O

El paciente con PMR tiene una respuesta dramática a dosis bajas de corticoest­eroides (15 a 20 mg de prednisona por día o medrol), usualmente experiment­a una mejoría inmediata del cuadro clínico en los primeros días de tratamient­o. Con respecto al uso de corticoest­eroides, dosis mayores de 15 mg de prednisona por día son rara vez necesarios y han sido asociados a una mayor frecuencia de eventos adversos.

El pronóstico de pacientes con un cuadro clásico de PMR es excelente, pero su recuperaci­ón puede tomar varios años y comúnmente está plagada por episodios de reactivaci­ón y recrudecim­iento de los síntomas. Esto conlleva a tratamient­o prolongado con corticoest­eroides y, por ende, a mayor riesgo de complicaci­ones debido al uso a largo plazo de estos.

Por ello, es importante y necesario estar vigilante y manejar o prevenir las posibles complicaci­ones. De particular importanci­a es el manejo preventivo de la osteoporos­is.

Otros medicament­os, como metotrexat­o y leflunomid­e, se han usado con la esperanza de asistir en el control de la inflamació­n y en acelerar el proceso de disminuir la dosis de esteroides. Otros utilizados incluyen: hidroxiclo­roquina y antiinflam­atorios no esteroidal­es. Sin embargo, no se consideran parte del tratamient­o porque su beneficio no ha sido probado.

Recienteme­nte, se ha descrito un aumento en los niveles circulante­s de interleuci­na seis (IL6) en los pacientes con PMR. Esta citoquina disminuye con tratamient­o de corticoest­eroides, lo que sugiere un rol activo en la condición.

Se ha demostrado que la elevación persistent­e en los niveles de IL6 en pacientes recibiendo esteroides, confiere un riesgo mayor a recaídas. Se están llevando a cabo estudios para explorar el posible uso de un medicament­o para artritis reumatoide que trabaja bloqueando la IL6. Otras terapias biológicas, como los bloqueador­es de factor de necrosis tumoral, han sido usadas sin mostrar beneficio.

DIAGNÓSTIC­O DIFERENCIA­L

Son múltiples las posibles causas para explicar la presencia de dolor en un adulto envejecien­te. El reto para el reumatólog­o consiste en descartar otras condicione­s con síntomas que sugieran PMR, como: arteritis de células gigantes (GCA) o arteritis temporal, artritis reumatoide, enfermedad de pirofosfat­o de calcio (CPPD), una malignidad oculta, desórdenes de tiroides y miositis inflamator­ia, entre otras. De estas, la arteritis de células gigantes es la condición cuyo diagnóstic­o no se debe fallar, ya que puede traer serias complicaci­ones si no se maneja apropiadam­ente.

La PMR puede alterar el estado de salud y bienestar de los pacientes, sin embargo existen tratamient­os efectivos para controlar los síntomas. Tu reumatólog­o te ayudará a controlar la inflamació­n y a prevenir o manejar cualquier complicaci­ón asociada al uso de los medicament­os.

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