El liderato desechable
La industrialización de la segunda mitad del siglo 20 trajo consigo crecimiento económico y seguridad fiscal. Tuvimos seis gobernadores en 12 cuatrienios, cuatro de ellos reelectos. Sin embargo, en lo que va del siglo 21 hemos tenido cuatro gobernadores, ninguno de ellos reelecto, sin contar al recién electo Ricardo Rosselló, que tomará posesión el 2 de enero próximo.
Estos 16 años han sido marcados por los efectos negativos al fisco de la tarjeta de salud implantada por el exgobernador Pedro Rosselló; la eliminación de la sección 936 del Código de Rentas Internas federal, y la entronización de la corrupción que afloró masivamente entre 1993 y 2000.
Puerto Rico no ha podido despegar desde que comenzó el siglo 21 y resulta obvio que a eso se debe, en buena medida, la brevedad de los últimos cuatro gobernadores, aunque algunos lo atribuyen más bien al dominio de los dos partidos principales.
Un experto en materia electoral y gubernamental consultado dice que el fortalecimiento del bipartidismo es el responsable de la limitación a un cuatrienio de cada gobernador en este siglo.
Es cierto que la alternancia en el poder, que comenzó en las elecciones de 1968, cuando el Partido Nuevo Progresista ganó por primera vez la gobernación, no cobró tanta fuerza como a partir de los comicios del 2000.
A partir de ese razonamiento, el fortalecimiento del bipartidismo y las alianzas “espontáneas” entre el Partido Popular Democrático y movimientos independentistas habría creado ese “cambia-cambia”. O sea, que si el PPD trabaja mal, los independentistas le quitan su apoyo para la reelección y el PNP corre con toda su base contra un contrincante debilitado.
En los comicios de este año, apunta el experto, la emigración --provocada por la crisis económica que ha mermado dramáticamente la población en la última década-- aparentemente tuvo su efecto también en la militancia del PNP, lo que explicaría que su candidato a la gobernación ganara con menos del 42% de los votos.
Está claro que la crisis, alimentada por los factores que mencionamos al principio, ha hecho mella sobre el liderato político.
Un prominente exlegislador coincide al apuntar que la condición económica ha afectado mucho la permanencia de una administración por más de un cuatrienio, ya que el País vota con la esperanza de mejorar su situación y, cuando eso no ocurre, favorece al otro candidato.
Otras razones que baraja son el acceso a los medios de comunicación, que le permite al ciudadano tener más información y conocimiento de los candidatos, y que las bases de los partidos se han achicado y muchos electores no se sienten representados por las colectividades polí- ticas que compiten en unos comicios. Entonces, están dispuestos a cruzar líneas y votar según las circunstancias que les afectan.
Lo que parece innegable es que la economía, y las soluciones que ofrezcan los candidatos a la crisis, surge como el factor que más preocupa a los electores.
Les agobia la realidad de un mayor desempleo y de menores oportunidades de empleos bien remunerados, así como la dependencia extrema en fondos federales a veces inciertos.
Les escandaliza el gasto público excesivo, la proliferación de contratos de servicios profesionales, la duplicidad de funciones, las batatas políticas en puestos de confianza innecesarios.
De igual modo, se mortifican por la falta de atención a los problemas colectivos, como son la transportación pública, el mantenimiento de carreteras y de la infraestructura eléctrica y de agua, la delincuencia y las drogas.
En resumen, que si no se empiezan a atender adecuadamente estos reclamos, independientemente de lo que haga la Junta de Control Fiscal, estaremos abocados a seguir cambiando el gobierno cada cuatro años.