Claves para acabar con la lacra de la corrupción
Es bien sabido que la corrupción siempre ha estado presente, ya que en los seres humanos anida, en unos más y en otros menos, la codicia, el afán por el dinero, el egoísmo, la buena vida y los lujos. Sabiendo esta realidad, es importante que el gobierno sea el que instaure mecanismos para ver si, de una vez y por todas, podemos disuadir a los servidores públicos de meter la mano donde no deben e imponerles castigos severos.
La corrupción debe ser atacada de tres formas: la educativa, la preventiva y la punitiva.
La manera educativa, comienza en el hogar, (es responsabilidad de los padres) continua en la escuela y concluye en la universidad, pero sobre todo en las primeras dos. Señoras y señores, si no educamos a nuestros niños y jóvenes no conseguiremos un país con rentabilidad cívica y social, las vigas principales de toda sociedad. En nuestro país esto se ha perdido; basta con salir por las calles, carreteras, estadios y centros comerciales para uno darse cuenta.
En la parte preventiva corresponde a los legisladores, creando leyes que dificulten las prácticas corruptas, no solo creando medidas severas que sean capaces de persuadir a los que intenten delinquir, haciendo que el castigo sea contundente. En otras palabras, que estos casos tengan prioridad en los tribunales. Además, promover legislación que haga la administración gubernamental más transparente a todos los niveles, desde la gobernación hasta el empleado de más bajo nivel. Comprobado está que la transparencia gubernamental es una de las mejores herramientas para bregar con esta lacra social.
Tengo claro que la educación y la prevención con leyes no es suficiente, por eso entiendo que hay que ser bien radical en todas las medidas represivas sin hacer uso del “ay bendito”. Amigas y amigos, nuestras cárceles están llenas, menos de aquellos que se llevan el dinero del pueblo, salvo contadas excepciones.
Nuestro Código Penal sanciona todo soborno, malversación, tráfico de influencias, prevaricación, etc. Pero ¿qué hacemos con el enriquecimiento sin justificación, que durante años ha sido la orden del día en nuestro país? Guillermo Acarón-Souffront
San Juan