El Nuevo Día

¿Qué tan mala es la deflación de Puerto Rico?

- José Caraballo Cueto Economista

La deflación es un fenómeno inusual donde disminuyen los precios en general. Puerto Rico atraviesa una deflación. De hecho, el año fiscal anterior cerró con una deflación relativame­nte baja de 0.6%.

Muchos libros de texto de economía, escritos desde y para los países ricos, dicen que la deflación (por baja que sea) es peligrosa porque puede desalentar la inversión y el consumo: si mantenemos todos los demás factores constantes, una persona promedio no comprará hoy sabiendo que el año próximo le costará menos.

Sin embargo, la premisa es incorrecta porque supone que la persona promedio ahorra como ocurre en Estados Unidos y Japón. Por eso tenemos que contextual­izar esa conjetura simple de los libros de texto y adaptarla a nuestra realidad.

Primero, nuestra pequeña deflación es liderada por la reducción en el precio del petróleo, lo que permitió reducir los costos de transporta­r personas y productos. Pero el precio del petróleo volvió a aumentar, por lo que probableme­nte se revertirá nuestra baja deflación. Por eso necesitamo­s medidas de deflación central (“core deflation”) donde se aíslen los factores volátiles del costo de vida (por ejemplo, el petróleo) para poder identifica­r si hay realmente un patrón sostenido en el costo de vida.

Segundo, una deflación baja (cercana al 1%) puede ser igualmente deseable que una inflación baja: la inversión ya está rezagada desde que empezó nuestra Gran Depresión en 2006 y no por factores relacionad­os al movimiento general en precios. Una deflación baja fortalecer­ía el salario real (salario ajustado por inflación), permitiend­o mayor consumo ya que la persona promedio en Puerto Rico no ahorra.

Es decir, los libros de texto suponen que los consumidor­es ajustan su decisión de ahorrar entre periodos, pero ese fenómeno no ocurre en Puerto Rico. Si los consumidor­es en general no ahorran, una baja en precios relativame­nte pequeña no lleva a posponer el consumo, sino a consumir más unidades: si no, no hiciese sentido que las ventas al detalle por persona sean similares a las del año pasado. En ese sentido, lo peor que puede ocurrir no es una deflación baja, sino la estanflaci­ón (inflación alta con una economía en contracció­n) observada entre los años 2006 y 2008.

Tercero, la reducción en el costo alto de vida de Puerto Rico aliviaría la pobreza, ya que reduce el costo de la canasta básica necesaria para superar la pobreza.

No es la primera vez que Puerto Rico atraviesa una deflación. Durante varios meses de 1986 se observó, al igual que entre septiembre de 1998 a mayo de 1999 y entre julio de 2001 a junio de 2002. En 1986 la economía creció, al igual que entre 1998 a 1999, mientras que en 2002 bajó para luego subir en 2003 a 2005.

Por eso no hay por qué temerle a esta deflación baja. Le temo más a un aumento gradual del impuesto al consumo o a los aumentos escalonado­s al costo energético. Eso sí llevaría a reducir el consumo y la inversión, recrudecie­ndo la crisis económica.

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Nuestra deflación es liderada por la reducción en el precio del petróleo, lo que permitió reducir los costos de transporta­r personas y productos.
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