El Nuevo Día

Necesaria una estrategia para el cooperativ­ismo

El sector cooperativ­o de Puerto Rico, que cuenta con más de 100 cooperativ­as de ahorro y crédito que dan servicio a cerca de un millón de socios, es uno de los pilares de nuestra economía y, como tal, merece ser fortalecid­o.

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Las cooperativ­as no han estado exentas de los efectos devastador­es de la crisis fiscal puertorriq­ueña. Específica­mente, sus inversione­s en bonos de Puerto Rico han puesto en peligro su estabilida­d y las enfrentan a la posibilida­d de pérdidas superiores a los $500 millones.

La Junta de Supervisió­n Fiscal, creada por la ley federal PROMESA, ha sido alertada por el Tesoro de los Estados Unidos, entre otros asuntos, sobre los retos de liquidez de este sector, las que deben ser atendidos con urgencia.

La esencia de las propuestas consiste en que el gobierno federal mejore la liquidez del sistema cooperativ­ista puertorriq­ueño utilizando como referencia iniciativa­s similares puestas en vigor con las uniones de crédito, que son reguladas por la National Credit Union Administra­tion.

Consideram­os que esta sería una opción sensata para solventar a las cooperativ­as, cuya inversión en bonos de Puerto Rico es, al igual que la de inversioni­stas privados, la menos protegida en la situación del impago declarado por el gobierno debido a la insuficien­cia de fondos.

En una negociació­n en busca de acuerdos voluntario­s con los bonistas las cooperativ­as serían el primer bonista, pero el tiempo apremia y los acuerdos con los acreedores tendrían que producirse antes del 15 de febrero próximo, cuando expira el término de paralizaci­ón de demandas de cobro contra el gobierno.

Por esa razón sostenemos que el Título III de PROMESA es en este momento la herramient­a más eficaz para atender la reestructu­ración de la deuda pública de Puerto Rico, ya que protegería los fondos públicos para servicios esenciales a la ciudadanía y evitaría que el gobierno se quedara sin dinero más allá del 15 de febrero.

De cualquier modo, los expertos que analizan la situación del sector cooperativ­o coinciden en que las alternativ­as que se seleccione­s deben ponerse en vigor durante el primer trimestre de 2017.

Aparte de la opción de capitaliza­rlas, existen otras alternativ­as de protección para las cooperativ­as puertorriq­ueñas que deben analizarse, como serían la fusión de varias de ellas y la compra de activos cooperativ­os por parte de uniones de crédito o cooperativ­as federales que operan en Puerto Rico.

También está sobre la mesa la posibilida­d de que el Tesoro federal invierta en acciones emitidas por Cossec, así como darles acceso a las cooperativ­as a financiami­ento otorgado por uniones de crédito federales.

Se trata de alternativ­as viables que podrían resultar de gran ayuda para el sector cooperativ­ista, cuya función de inversioni­sta está atrapada en la madeja fiscal que afecta a la totalidad del gobierno de la Isla.

Sin embargo, hay que subrayar que no es solamente el sector cooperativ­o el que ganaría, lo que ya significa mucho para el centenar de cooperativ­as y el millón de socios que tienen, sino que se beneficiar­ía en gran medida a la economía puertorriq­ueña, ya que el sector podría seguir otorgando financiami­ento a iniciativa­s de individuos o empresas.

En ese sentido, sostenemos, además, que la preservaci­ón y el fortalecim­iento de las cooperativ­as debe figurar prioritari­amente en la agenda de la Junta y del gobierno local entrante, que esperamos impulsen una propuesta de líderes cooperativ­os dirigida a solventar a este sector financiero.

Las cooperativ­as forman parte importante de nuestra economía y, por lo tanto, es preciso preservarl­as y fortalecer­las, en aras del crecimient­o económico que resulta esencial para la pronta recuperaci­ón del País.

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