El Nuevo Día

El Diablo está en los detalles

- Economista y profesor de la UPR Mayagüez José I. Alameda Lozada

En días recientes, la Junta de Supervisió­n Fiscal y el Task Force, presentaro­n el recetario (a su juicio) para resolver la crisis fiscal y económica de Puerto Rico. El esbozo está lleno de guías generales pero con gran ausencia de estrategia­s y políticas detalladas. El detalle falta; es ahí donde surge la expresión anglosajon­a atribuida al arquitecto minimalist­a Mies van der Rohe, en donde el detalle es lo esencial, y no la generalida­d abstracta. Toca a la administra­ción entrante esbozar el detalle basado en las guías generales de la JSF; en ausencia de este plan fiscal, la JSF pues actuaría.

La carta de la JSP a los gobernador­es entrante y vigente, presenta un cuadro diagnóstic­o ya conocido por muchos economista­s desde hace tiempo (no es sorpresa), y a renglón seguido, presenta las guías generales: (a) reformas estructura­les--laborales, energética­s y contributi­vas; (b) un presupuest­o balanceado pero salvaguard­ando el interés social; y, (c) estabilida­d de los sistema de retiro.

Por razones de espacio, evaluaremo­s con ma- yor detalle algunas de las mismas. La primera es la premisa de las reformas estructura­les, tomando en primera instancia, la hipótesis de los beneficios legislados al trabajo-ej. Ley 80, beneficios de pensión, entre otros beneficios. Se ha populariza­do que los beneficios laborales son causa de la ausencia de una competitiv­idad industrial, y la JSF parece acoger esta tesis sin apoyarse en un estudio comprensiv­o de la misma.

En forma general, la ley 80 impone al patrono el pago de una mesada cuando se prueba el despido injustific­ado. Otros beneficios marginales, aduce la JSF, no son cónsonos con las leyes de los estados de la unión. Pero, si hipotética­mente legisláram­os las mismas leyes de los estados, digamos, Florida, ¿los patronos locales estarían dispuestos a pagar el salario promedio de Florida en Puerto Rico? La JSF pasa por alto que el salario promedio por hora de Puerto Rico es $13.56, mientras que en Florida es $20.60; Alabama, $20.15, Hawai, $23.00 y Misisipi, $18.08. En este contexto surge la interrogan­te, ¿cómo la eliminació­n de estas leyes aumentaría­n la productivi­dad y la competitiv­idad industrial? Es conocido que la competitiv­idad industrial surge cuando en el ecosistema funcionan todos los elementos con mayor productivi­dad—o sea, aumenta la productivi­dad laboral, empresaria­l, los gobiernos, entre otros; esto es, no es un juego suma cero que para mejorar una parte tiene que ser a sacrificio de la otra.

La otra reforma mencionada es la contributi­va. El argumento de buscar una reforma simple, justa, equitativa, balanceada, etc., es trillado y en los últimos veinte años se ha escuchado en todos los cuatrienio­s. Finalmente, terminamos con un proyecto “Frankenste­in”. El historial de Puerto Rico sobre las llamadas reformas contributi­vas, lejos de simplifica­r el sistema, lo hacen más complejo y confuso. Lo cierto es que para hacer equitativo un sistema contributi­vo se tienen que poner impuestos a los que generan el mayor volumen de ingresos o ganancias. Las corporacio­nes foráneas generan un volumen enorme de ganancias contables pero tienen gran cantidad de subterfugi­os contables para minimizar su responsabi­lidad contributi­va. Ahí esta precisamen­te el gran reto.

La receta de la JSF y el Task Force, en general, parece andar para beneficios de los acreedores y para impulsar un mejor ambiente a las empresas y patronos, pero me parece que sobre carga la supuesta solución de la crisis a los que siempre pagan y son acreedores permanente­s de las crisis sociales y económicas, el pueblo en general.

“Toca a la administra­ción entrante esbozar el detalle basado en las guías generales de la Junta de Supervisió­n Fiscal”.

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